Redacción Canal Abierto | El viernes se anunció entre bombos y platillos la llegada a un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Ayer, una comisión del viejo continente publicó un resumen de 17 páginas con los puntos de convenio entre las dos alianzas.
Lo que se hizo hasta ahora es simplemente cerrar las negociaciones -que vienen desde hace 19 años-. En términos técnicos, el tratado debe estar firmado para estar en condiciones de pasar a los congresos para su ratificación.
Pero, ¿qué hay detrás de este acuerdo de asociación? La especialista en relaciones económicas internacionales, Luciana Ghiotto lo plantea como un tratado de libre comercio. “Sí, se trata de un tratado de libre comercio porque en los términos más generales tiene todos los capítulos. Incluye no sólo temas comerciales (aranceles, acceso a mercados, reglas de origen) sino también los capítulos que se conocen como los temas más allá de las fronteras o regulatorios, llamados nuevos temas comerciales (derechos de propiedad intelectual, servicios, compras gubernamentales)”, explica la investigadora del Conicet con sede en la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín).
En resumen, es un paquete de normas que no sólo implica lo que entra de un bloque a otro en términos de productos y cantidades (cuánta carne, cuántos textiles), sino también cómo va a ser ese tipo de comercio, la protección de servicios, patentes de medicamentos, variedades de plantas, entre otras cosas.
Un acuerdo comercial de esta envergadura siempre tiene beneficiarios y perjudicados. En este caso –para Argentina–, hay grupos como el del agronegocio que tienen especial interés en que este tratado avance. “El sector del agronegocio está completamente modernizado y volcado a la exportación, y viene actualizando todos los mecanismos para colocar productos en el exterior, por lo cual no va a ser afectado por este acuerdo de manera negativa”, sostiene Ghiotto.
Los sectores más vinculados a la producción para la economía interna, “son los que van a salir más afectados porque no están tan dinamizados ni son tan modernos como el agro, porque hasta ahora no requerían colocar estas producciones en el exterior”.
En este escenario, las industrias de textiles y calzados corren mayores riesgos. “En este acuerdo lo que se está haciendo es adoptar técnicas bastante flexibles en términos de la determinación de reglas de origen. Por ejemplo, la Unión Europea (que no produce textiles hace años) va a poder –de una manera bastante simple– triangular productos de calzados y textiles que son producidos a un bajísimo costo en el sudeste asiático y entrarlos al Mercosur con cero arancel vía este acuerdo bilateral. Esto provocaría que todos los sectores que a nivel nacional pagan enormes impuestos de producción cierren porque la competencia será brutal”, ejemplifica la especialista.
Por otra parte, la desgravación arancelaria de este acuerdo, planteada en períodos de 10 y 15 años para el Mercosur hace que ningún estado pueda proteger a esos sectores porque tendrán que competir con las reglas del libre mercado, de igual a igual con los productores europeos.
“Estos tienen enorme cantidad de patentes, grandes subsidios estatales dentro de la UE, tienen una práctica mucho más ejercida con respecto a lo que es el comercio global que lo que son las empresas y pymes argentinas. Ahí la competencia se va a volver completamente descarnada. No parten de igual punto unas pymes de un lado y otras empresas del otro”, expresa Ghiotto.
Sobre la ponderación del agro sobre la industria, la especialista destacó: “Lo que se está tendiendo es a ser el granero del mundo. Las declaraciones de Grobocopatel, del propio Macri desde el inicio de su gobierno y de Dante Sica, tienen la idea de aumentar la productividad y la competitividad de los productos argentinos. Para poder hacerlo tenés que bajar los costos y modernizar el sistema productivo interno. Para eso tenés que abrirlo al libre comercio y ese es el objetivo de este tipo de políticas. Lo que no pueden lograr vía ajuste interno, lo hacen a través de un acuerdo de libre comercio que viene a imponer esas reglas por arriba”.
Ante la falla en el intento de flexibilización laboral, la imposición vendría a través de reglas propias del lenguaje de la globalización que se impone. “Ese es el objetivo ulterior, la reconversión del sistema productivo argentino hacia lo que siempre ha sido más barato producir en la región que es la soja. Pero también sabemos que de eso se favorecen solamente los mismos grupos exportadores que se van a beneficiar con el acuerdo, o sea que es un círculo que se cierra solo”, agrega.
En cuanto al punto que trata las licitaciones públicas, lo que se hace es liberalizar completamente la competencia para compras gubernamentales. Es decir que se otorga trato nacional a las empresas europeas que quieran competir, por ejemplo, por la construcción de rutas.
“La liberalización con este acuerdo en el sector de compras públicas es total. Ahí, las que van a salir beneficiadas son las empresas europeas, porque a pesar de ser de doble vía (que las empresas argentinas pueden licitar en Europa), uno puede mirar cuántas empresas colombianas o chilenas ganaron licitaciones en la UE en los últimos diez años -que tienen vigencia sus tratados bilaterales con esos países- y no hay casos. Entonces en realidad lo que se está abriendo es a las empresas europeas para que vengan a ganar licitaciones, y lo que más les interesa es Brasil porque Argentina ya abrió ese sector en los 90”, asegura Ghiotto.
Algo muy preocupante y poco visto por los economista son los OMC Plus, que van más allá de los requerimientos de la Organización Mundial de Comercio. “Uno de los puntos que aparece bajo el título de ‘Aduanas y facilitación del comercio’, tiene algunas joyitas como, por ejemplo que se va a garantizar que los estados, antes de tomar cualquier nueva regulación o decisión en términos de modificación de políticas comerciales, deben consultar al sector privado antes de implementarlo. Eso es conocido internacionalmente como mecanismos de coherencia regulatoria, que está apareciendo últimamente en todos los tratados. Pero como está puesto en este caso, la coherencia regulatoria aparece como una obligatoriedad para los estados”, explica la economista.
Es decir que, el Estado Argentino, antes de determinar una nueva regulación sobre Aduanas, Comercio y Facilitación del comercio (que por Constitución Nacional está obligado a pasar por tratamiento Ejecutivo y el Legislativo), está obligado a consultar al sector privado, los stakeholders y las partes interesadas que puedan ser afectadas por dicha regulación.
“Si uno piensa en una comunidad afectada, por ejemplo, por la regulación de una minera, se va a consultar con la comunidad pero también lo van a hacer a la Coca Cola, Pepsi y Volkswagen. Está claro que estamos hablando de que los que tienen mayor capacidad de incidencia en las regulaciones que toma un estado son las corporaciones y sus lobbys de abogados, y es peligroso abrir esa puerta”, alerta Ghiotto.
Por lo pronto el avance de este acuerdo se vio frenado ya que Francia pedirá garantías al bloque latinoamericano antes de firmar cualquier documento. Lo que se espera ahora es un debate interno dentro del país de Macron. “Eso significa que está lejos de firmarse y ratificarse este acuerdo”, sentenció la economista.
*Luciana Ghiotto: experta en Economía Política Internacional. Investigadora en UNSAM/CONICET. Integra ATTAC Argentina y la Asamblea Argentina mejor sin TLC. Colaboradora de @TNInstitute.