Redacción Canal Abierto | Escuchamos por primera vez sobre ellas el 1 de octubre de 2018, cuando Guido Sandleris, el titular del Banco Central, las presentó en sociedad como la novedosa herramienta que desarmaría la “bomba de las Lebac” (Letras del Banco Central). Pero terminaron por convertirse ellas mismas en un peligro de explosión neutrónica. Se trata de las Leliq (Letras de Liquidez) cuyo stock, por estas horas, ya superó un nuevo récord.
Las Lebac nacieron como instrumento financiero que presentara una opción atractiva para que los capitales no apostaran al dólar. Pero en abril del año pasado superaron los $1.400 millones y a los pocos días comenzó una corrida cambiaria que arrancó con el dólar a $21,44 y cuatro meses más tarde –préstamo del FMI mediante- lo ponía a más de $40. Las Leliq superaron ayer los $1.200 milllones, una cifra peligrosamente cercana a la que desató la explosión anterior.
A diferencia de las Lebac, sus primas Leliq son exclusivas para operaciones con entidades financieras, de un plazo todavía más corto (siete días), y a una tasa todavía más alta. “Todo lo que la gente deposita en plazos fijos, que hoy dan entre el 40 y el 50%, los bancos lo ponen en Leliq y ganan el diferencial (59%, a la fecha). En vez de prestar esa plata o incentivar alguna línea de crédito para el sector productivo, le ponen la plata al Banco Central”, explicaba en 2018 Ernesto Mattos, economista del Centro Cultural de la Cooperación, en diálogo con Canal Abierto.
Con las Leliq, Sandleris pretendía llegar, entre octubre y junio de 2019, a un crecimiento cero en términos nominales de la base monetaria, que no es otra cosa que la suma del dinero legal en manos del público más las reservas bancarias. En otras palabras: pretendía absorber los pesos de la economía a través de los bancos (porque el dinero ya no está en la calle sino en la bicicleta) y entrar así en un proceso recesivo por falta de dinero circulante que pinchase el consumo e hiciera que los precios bajasen. El consumo se pinchó, pero los precios no bajaron.
En tanto, desde su creación y gracias a las Leliq los bancos ganaron más de $400.000 millones, casi un tercio de la base monetaria.
Por otra parte, la fuga de dólares, que nacieron para detener, no paró. Hasta junio, según BAE Negocios, el Central tuvo un drenaje neto de US$13.581 millones, entre fuga de residentes y no residentes.
El enorme stock que alcanzaron estas letras, tan cercano al que motivó el pedido millonario al Fondo Monetario Internacional, podría incrementarse la semana que viene sólo con la incorporación de los intereses que generarán en ésta. Y, de acuerdo con el propio FMI, éste subirá un 80% para fines de 2020, al acercarse a los $2.000 millones. Mucho más que los $1.200 de abril de 2018 que detonaron las Lebac y sin más acreedores en el horizonte a quiénes pedir dinero.