Por Pablo Bassi | A través de las notas de Irina Hauser en Página /12, podemos desenredar las relaciones políticas en la Corte Suprema de Justicia. Escuchándola en La Inmensa Minoría, el programa conducido por Reynaldo Sietecase en Radio con Vos, logramos entender el trasfondo de los fallos en Comodoro Py. Y viéndola en Minuto 1 por C5N nos enteramos, por ejemplo, de las movidas de ajedrez de Ricardo Lorenzetti para recuperar poder en el Palacio de la calle Tucumán.
Hauser hace periodismo judicial desde hace 20 años recorriendo los pasillos de Tribunales. En 2016 publicó “Los Supremos” y semanas atrás, editado por Planeta, “Rebelión en la Corte. Los supremos en la era Macri”, un texto que al ras se lee como novela.
“Vas a encontrarte con un mapa de parentescos, lazos históricos, desplazamientos, relatos sobre cómo nacieron fallos que le cambiaron la vida a la gente. Historias que ningún medio contó, porque hay una especie de temor reverencial a la Corte”, anticipa en diálogo con Canal Abierto.
Introducís en el libro el concepto de “lógica de deflexión estratégica”, que podría resumirlo todo, ¿no?
-Es una frase remanida de una analista holandesa que investigó la Justicia argentina. Se refiere a esta capacidad de adaptación que tiene el Poder Judicial a los contextos políticos. Lo vemos reflejado en que no se investigue al poder de turno, o se generen determinados mecanismos de designación de integrantes del sistema de Justicia
Justamente leía días atrás en un diario, que descansan en Comodoro Py casi cien causas contra el presidente Macri. ¿Es así?
-No tengo la cuenta hecha, pero sé que son muchas. Tal vez no todas lo tengan a él como imputado, sino a su círculo familiar o personal. En esa nota, a la que hacés referencia, se mencionaba la causa del soterramiento del Tren Sarmiento, en la que aparece mencionado el primo del Presidente, Ángelo Calcaterra, aunque no directamente el Presidente. No obstante, son muchas y seguramente empezarán a archivarse por este mecanismo de la deflexión estratégica
Hay en tu libro un capítulo dedicado a la Justicia laboral…
-Sí, porque la Corte se alineó con el Gobierno en este tema. Claramente se acomodó a este perfil de Derecho pro empresario y anti laboral que fogoneaba el Gobierno. Algunos de los jueces que históricamente fallaban a favor de los trabajadores, cambiaron su postura. Principalmente Highton de Nolasco y Lorenzetti. La gran sorpresa fue Rosatti, porque no bancó casi ningún fallo contra derechos laborales
¿Hay algún caso emblemático que recuerdes?
-Son varios, pero por ejemplo la Corte avaló los despidos en el Estado. Esos son los más tremendos. Y ha tendido a avalar toda la reducción de indemnizaciones, sin respetar los fallos de primera o segunda instancia.
¿Y cómo abordaron las causas con dirigentes sindicales involucrados?
-Creo que hubo persecución a algunos sindicalistas, y no digo la palabra persecución como peyorativo. Porque hubo casos controvertidos, y hay que analizarlos de a uno. La burocracia sindical en este país tiene un sector abiertamente corrupto que merece una investigación. Pero escudándose en esa persecución, se justificó cualquier cosa. La sumatoria de causas contra los Moyano, por ejemplo, más allá de que alguna sea cierta, es llamativa. Que al juez que tiene el caso de Independiente vayan a verlo dos agentes de la Agencia Federal de Inteligencia, diciéndole “acá tiene la orden de detención para los Moyano”, y luego le arman un juicio político a ese juez porque no los quiso detener, porque no hay elementos, es preocupante
¿Y qué análisis hacés de los fallos en general de la Justicia en la era Macri, en relación a los trabajadores y sus organizaciones?
-El Gobierno se preparó para una andanada de juicios por los despidos, para debilitar la protección de los trabajadores. Amenazó y denunció a jueces del fuero laboral en un amedrentamiento permanente, y logró dividir bastante ese fuero, y quebrar la jurisprudencia. El caso emblemático fue el embate contra los magistrados de la Cámara Laboral que fallaron en respaldo a la paritaria de La Bancaria, la primera que preocupó al Gobierno. Les pidieron juicio político a los jueces que respaldaron esa paritaria con una persecución ridícula, como valorar lo que escribían en Facebook. Luego siguieron contra los jueces que fallaron a favor de los trabajadores despedidos en Télam.
Volviendo al concepto de “lógica de deflexión estratégica”: ¿cómo prevés la relación de Alberto Fernández con la Justicia?
-Me parece que será una relación cauta, y que van a ir viendo qué posibilidades de reforma hay. Es medio cantado que tendrán que aplicar el código acusatorio, que es ley desde fines de 2015 pero fue dilatado por la gestión de Cambiemos
¿Qué es el código acusatorio?
-Pone en la cabeza de los fiscales una mayor actividad o potencialidad de investigación, y establece una nueva organización para el sistema con reglas que harían más obligatorio que los plazos sean más cortos y el sistema más eficiente
¿Esta reforma incide en la distribución de poder en la Justicia?
-Si, porque implica restarles poder a los jueces, en favor del Ministerio Público Fiscal. Es una reforma política: evitándola, el macrismo hizo una fuerte apuesta por colonizar la Justicia. Por ejemplo, Cambiemos logró sacarle al Ministerio Público Fiscal el aparato de las escuchas para dárselo a la Corte Suprema.
¿Y cómo prevés la relación de Alberto Fernández con la Corte?
-Alberto tiene muchos canales de comunicación con la Corte, precisamente porque proviene del mundo judicial y tiene vínculos específicos con algunos de los jueces. No te olvides que a Highton de Nolasco la propuso Alberto Fernández cuando era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Se conocían mucho, compartían clases en la facultad, era el momento en que comenzaba a comprenderse la representación de género en la Corte. Por otro lado, tiene bastante cercanía con Ricardo Lorenzetti y es más distante con Carlos Rosenkrantz (Presidente del Tribunal), el supremo más parecido a Mauricio Macri. Por una cuestión de antecedentes en las relaciones políticas tiene vínculo distante con Horacio Rosatti, porque terminaron peleados cuando el juez era ministro de Justicia de Kirchner y tuvieron algunas diferencias, entre ellas por el tema AMIA. Pero Rosatti es un animal político que se encargará de recomponer esa relación
Hay rumores de que se querría desplazar a Rosenkrantz de la presidencia de la Corte
-Conociendo las internas de la Corte eso no va a ocurrir ahora, a pesar de que algunos lo deseen.
¿A quiénes te referís? El domingo dos columnistas dejaron entrever que un nuevo gobierno querría promover cambios. ¿Vos decís que no es así?
-Digo que no sería ya. No es descabellada la teoría, porque Rosenkrantz es muy afin al macrismo, prácticamente del riñón. Pero a él le quedan dos años de mandato y cualquier cambio que se produzca va a tener que ser consensuado para que no sea un escándalo. Me da la impresión que, por su estilo, Alberto Fernández no se va a prestar a escándalos. Sí veo que el que hace fuerza para que eso ocurra es Ricardo Lorenzetti. Se cumplió esta semana un año de haber sido desplazado de la presidencia de manera anticipada y lo veo con deseos de volver a ocupar ese lugar. Pero sería un costo muy alto para todos, que no le conviene a nadie. Les conviene que pasen las elecciones.
–Yo quiero ser el nuevo presidente de la Corte –lo apuró Rosenkrantz.
Lorenzetti comenzó a tartamudear, movía las manos de manera exagerada y pedía “hablar entre todos”.
-Nunca me comentaste tus intenciones –le recriminó a su colega.
– Vos me dijiste, Ricardo, que yo tenía que ser el nuevo presidente. Me lo dijiste en mi despacho –lo expuso el aspirante.
-¡Esto no puede ser! ¡Es una traición! Nunca se vio algo así en la Corte –tronó Lorenzetti, alguien que pocas veces pierde la calma.
(Fragmento de “Rebelión en la Corte”)
¿Cómo definirías en pocas palabras a Ricardo Lorenzetti?
–Juega para sí mismo. Es una persona ambiciosa, que tuvo un golpe dentro de la Corte que no esperaba, que ha hecho un trabajo para no desesperar e ir rearmándose. Me parece que le gusta mucho el poder que tiene y lo ha sabido cultivar. Porque ser once años presidente de la Corte, lograr que todo el mundo sospeche que quiere ser Presidente de la Nación, que lo vean como una alternativa en medio de una crisis institucional… ese es Ricardo Lorenzetti. Un hombre con aspiración y dominio del poder. Si hoy se habla de que quiere volver a ser presidente de la Corte, es porque ha sabido manejar el tema. Hizo un trabajo muy de hormiga para ir ganándose la confianza de distintas corporaciones: la judicial, la política y la empresaria. Un encuentro icónico fue el que mantuvo con cuarenta empresarios en el Jockey Club el día que se estaba disparando el dólar
Una especie de Underwood criollo
-Bueno, eso lo dijiste vos.