Por Inés Hayes | La noticia sobre la explosión de la planta que Sigma AGRO S.A. tiene en Mercedes, provincia de Buenos Aires, a 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma, no generó demasiado impacto, aun cuando Rubén Ponce, un trabajador de 42 años, que cayó a una zanja con líquido derramado durante el incendio, murió luego de estar internado casi una semana.
La explosión en la planta ubicada sobre la ruta 42, sucedió cerca de las 4.30 del viernes 27 -por causas que se investigan- y generó un fuego que alcanzó grandes proporciones que combatieron Bomberos Voluntarios de Mercedes, Navarro, Luján, Suipacha, General Rodríguez y San Andrés de Giles, todas ciudades cercanas. Para apagar el incendio también intervino el Comando de Prevención Rural Mercedes y la Policía Ecológica y Sustancias Peligrosas de la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Lo que pasaba en esa fábrica era un misterio hasta para los propios vecinos, a los que les habían dicho que hacían pastillas de cloros para piletas. Luego se enteraron que allí acopiaban agrotóxicos, después que fraccionaban y recién tras la explosión pudieron saber la verdad: que también se elaboraban allí los agrotóxicos.
Pero la gravedad del asunto no termina ahí: las autoridades de la zona que fueron al lugar descartaron un impacto en la salud de la población. “Lo que ha pasado en Mercedes es gravísimo porque además en Argentina se están usando 500 millones de litros de agrotóxicos que se encuentran distribuidos por todo el país, sobre todo en las zonas agrícolas, en miles de depósitos en condiciones sumamente precarias contaminando el ambiente y poniendo a las personas de los pueblos del interior en contacto y en exposición directa con estas sustancias que sabemos que son cancerígenas, que producen trastornos reproductivos como el nacimiento de niños con malformaciones, trastornos inmunológicos y endócrinos”, explicó Medardo Ávila Vázquez, neonatólogo y pediatra, de la Red de Médicos Fumigados.
El médico señaló además que los agrotóxicos producen también trastornos en el desarrollo intelectual de los niños y las niñas como los diferentes grados de autismo y que en el caso de la explosión de Mercedes, se han esparcido miles de kilos de estos agrotóxicos por toda la zona, en el aire, en la tierra, en las capas subterráneas, contaminando desde el aire hasta el agua. “Esto demuestra que el modelo de agricultura con veneno está descontrolado totalmente y que necesitamos un plan de reducción de agrotóxicos, necesitamos que el Gobierno tome como una responsabilidad que se disminuya la cantidad de agrotóxicos y se busque desarrollar tácticas y estrategias de agricultura agroecológica, que sea amigable con el ambiente, que no contaminen el agua, la tierra y que no ponga en peligro la salud y la vida de la población”, concluyó Ávila.
El modelo de agricultura con veneno está descontrolado totalmente y necesitamos que se busque desarrollar tácticas y estrategias de agricultura agroecológica
Argentina, el mayor consumidor de agrotóxicos por habitante del planeta
Según un comunicado de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, el Colectivo Andrés Carrasco y Cicop-Fesprosa seccional Mercedes, Argentina es el mayor consumidor de agrotóxicos por habitante del planeta: se usan más de 500 millones de litros por año, lo que equivale a más de 10 litros por habitante. Acorde al texto, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, de los suelos y los alimentos con productos que impactan en la salud humana están llevando a una situación sin retorno. Ni los controles en el almacenamiento y la distribución, ni las llamadas “buenas prácticas agrícolas” son paliativo alguno cuando por su volumen e intensidad el uso de agroquímicos desborda toda racionalidad ecológica. La fumigación de escuelas defendida por el gobernador de Entre Ríos y el presidente Macri es apenas la punta del iceberg de un fenómeno más profundo, la expansión sin control del envenenamiento del agua, el aire y el suelo argentinos”.
La explosión de la planta de Mercedes, dicen estos colectivos, no es sólo entonces el resultado de la debilidad en los controles estatales. Ante la resistencia al principal herbicida, el glifosato, cancerígeno prohibido ya en decenas de países, los dueños del complejo de cultivos transgénicos con agroquímicos van introduciendo nuevas drogas, más potentes y letales. El 2,4 d, el glifosinato y ahora el Paraquat de la familia de los chlorpirifos. La planta de Mercedes fabricaba el 40% del Paraquat que se comercializa en el mercado argentino.
“No hay inspección municipal, provincial o nacional que alcance ante semejante desborde. Desde 1996, año en que el presidente Menem y el secretario de Agricultura Felipe Sola autorizaron los cultivos transgénicos, el problema no dejó de crecer y TODOS LOS GOBIERNOS, argumentando la necesidad perentoria de divisas provenientes de la exportación agroindustrial, hicieron la vista gorda .El agotamiento del modelo es tal que muchos productores emprendieron por su cuenta la transición hacia la agroecología, convirtiendo, sin apoyo estatal, a Argentina en el segundo productor agroecológico del mundo luego de Australia”, se lee en la comunicación.
Los especialistas compararon los incendios y terremotos de Vaca Muerta, los derrames de cianuro de Veladero y la nube de agro tóxicos del complejo agroindustrial, además de lo que pasó en Mercedes, con una Chernobyl silenciosa, que inunda aguas, contaminando el aire y el suelo.