Por Juan Alaimes | Asistimos, desde el encierro preventivo, al colapso. Los desarrollos científicos no estaban preparados para responder a una pandemia, los sistemas de salud se desbordan mientras el virus se expande como mancha por todo el planeta con rapidez de espanto. Esa expansión también produce cantidades enormes de información que se viraliza. Las fake news son replicadas por los mismos humanos que pueden hospedar al virus.
En un mundo cada vez más conectado, la unidad mínima de información social no es una noticia, es un meme. Y ese bit de información –muchas veces menos que binaria– circula casi siempre con el mismo estado: falso. La proliferación de noticias que no lo son, desinformaciones y mentiras se ha vuelto también una pandemia que conquista las psiquis. A la velocidad de los cuerpos, reflexionar sobre si esa sobrecarga de información es beneficiosa o cierta ya no es posible: un reenvío es el gesto que define una época.
Una noticia falsa es un virus con una velocidad de propagación más alta que una información chequeada. En los últimos años, proliferaron muchos medios y organizaciones dedicadas a la verificación del discurso público y de los debates que se desarrollan en las redes sociales. Tomaron notoriedad en los momentos de elecciones, ante la urgencia de verificar la veracidad de las enunciaciones y propuestas. Hoy, forman una alianza que se propone una estrategia común para la lucha contra la propagación viral de noticias, comunicaciones, datos y memes falsos.
La alianza de verificadores de hechos (#CoronaVirusFacts #CoronavirusHechos) reúne a más de cien organizaciones periodísticas dedicadas a la verificación de sucesos noticiosos. En Argentina, Chequeado.com, que forma parte de la alianza, se promociona como verificadora del discurso público. Pero en la dinámica de la información que circula por los nervios de las redes telemáticas hay mucha información que no forma parte del debate público. Es decir, que llega a las personas antes que a los medios y se convierte en una emergencia cuando ya se ha transmitido por una diversidad de dispositivos electrónicos. Es muy difícil volver de una fake news una vez lanzada.
Algunos ejemplos
En España, Maldita.es es una organización sin fines de lucro que verifica hechos y datos que se proponen como verdades científicas. Muchas, luego de un proceso de chequeo por parte de especialistas e interconsultas, no se sostienen o directamente son falsedades. Pero, para cuando esto ocurre, el rumor ya se ha puesto en marcha. Tal es el caso de un médico argentino que aconsejaba en un video de Youtube hacer vahos de vapor para atenuar los efectos del virus COVID-19: superó los dos millones de visitas, aunque un rápido contraste no permitía asegurar ni tener evidencias científicas sobre esas afirmaciones. El video ya no está disponible pero aún quedan rastros.
En el mismo sentido, admitir al agua caliente del mate como ayudante para evitar el contagio se presentó como una solución en Uruguay. En este caso, no se verificaron evidencias ciertas ni comunicaciones de la Organización Mundial de la Salud que lo aseverasen.
Por su parte, la agencia de noticias Associated Press aborda estos hechos con su división de chequeo de datos llamado Factual.
En Brasil hay varias agencias de verificación de datos. “Los creadores de rumores digitales aprovechan mucho estos problemas actuales. Se crea una historia allí, se suelta y comienza a hacer click, dar me gusta, compartir. Y con eso crece en el ranking dentro de la red social», afirma Gilmar Lopes, del sitio web E-farsas, citado por Apublica.org, una agencia periodística de investigación.
La cantidad de datos, rumores, desinformaciones, aumenta cada día. Las noticias falsas sobre coronavirus provienen de las fuentes más variadas. Para Tai Nalon, de la Agencia Lupa, «no es posible identificar una acción coordinada detrás de esta ola de desinformación». Según ella, los mismos grupos y agentes que comparten información falsa a menudo también comparten información verdadera.
En Argentina
Desde que el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena obligatoria aumentaron los pedidos de verificación de datos, un tráfico mucho más intenso que en las épocas de elecciones. «Desde entonces, Chequeado.com ha recibido un 70 por ciento más de solicitudes de verificación vía WhatsApp que su promedio –explica Matías de Sanctis, coordinador de redacción–. Esto significa un promedio diario que es más alto que lo que registramos durante los meses electorales de 2019 (agosto y octubre de ese año)».
Hay casos más complejos. El diario Página/12 replicó un artículo que tuvo una importante cantidad de visitas. Es decir que en poco tiempo se “viralizó”. Publicado originalmente en Medium, el autor Tomás Pueyo exponía datos en tablas y gráficos que daban cuenta de la velocidad de expansión del coronavirus. Una científica del Conicet, Lucía Álvarez, decidió revisar los datos de Pueyo y sus conclusiones y advirtió en un artículo que las credenciales del autor y su artículo carecían de las respectivas verificaciones que la ciencia aplica a sus producciones. En los fundamentos de su refutación alertaba sobre el peligro que significa aportar conclusiones erróneas en una dinámica compleja y casi desconocida como lo es la de la propagación del coronavirus COVID-19.
En épocas de pandemia, la sobreabundancia de información y las noticias falsas se confunden y aumentan la imposibilidad de discernir y, sobre todo, de actuar. Seguir las recomendaciones de las autoridades gubernamentales que lideran las comunicaciones oficiales es la garantía de un correcto proceder. En tanto, los medios de comunicación tienen la responsabilidad de acercar a sus ávidas audiencias las herramientas para conocer y verificar las informaciones que proceden de un planeta en red y establecer cada vez más relaciones de confianza.