Por Celeste Lepratti* | La reaparición de Carlos Alberto Reutemann en la escena política de nuestro país disparó una gran cantidad de opiniones muy diversas, críticas y juicios. Pero que este personaje irrumpa desde su habitual aislamiento para oponerse al proyecto de gravamen de carácter extraordinario para recaudar fondos, que podría alcanzar por única vez a quienes ostentan las mayores riquezas y patrimonios de la Argentina, cuando son en definitiva sus propios intereses los que podrían estar afectados es, sin dudas, coherente.
La coherencia de Reutemann es proporcionalmente directa a la impunidad de la cual goza. ¿Cómo salió ileso de ese intento, vía decreto, de destruir documentación ligada a crímenes de lesa humanidad? En la historia reciente de Santa Fe, sucesos sangrientos y dolorosos como las jornadas de diciembre de 2001 y las evitables inundaciones de 2003, también las del 2007, desnudan y hablan de la criminalidad de los actos de gobierno.
Esa criminalidad que no fue investigada a fondo y mucho menos condenada, se ampara en una fuerte trama de impunidad imposible de ser sostenida a lo largo del tiempo sin que la misma fuera tejida entre muchos sectores políticos y poderes del Estado cómplices, sin fiscales que no acusaran y jueces y juezas que miraran para otro lado. Tal vez la mejor y más cabal imagen que refleja esta red de connivencia y complicidades recae en la figura de quien preside, una vez más, la Corte Suprema de Justicia en la provincia, Rafael Gutiérrez, primo político del ex gobernador y actual senador.
La misma coherencia de Reutemann que, desde 1991 a esta parte, nunca hizo otra cosa que defender como sea intereses propios y los del círculo social al que pertenece y responde, que desde una banca donde debiera representar a la gente obscenamente reclama por el sector más pudiente de la sociedad. A días de un nuevo aniversario del crimen hídrico del cual él sostiene que “nadie le avisó”, aparecen quienes en nombre de la “solidaridad” dejan al descubierto su desprecio por las y los laburantes, esas y esos que hoy ponen el cuerpo y todo contra la pandemia. Por esto, no sorprende que también aparezcan propuestas como posibles paliativos a la crisis, que incluyen el recorte, reducción y cese del pago de sueldos estatales, por ejemplo.
El diputado santafesino de Juntos por el Cambio y vicepresidente del PRO nacional, Federico Angelini desde su lugar de conducción de Cambiemos y su banca hizo lo propio. Walter Agosto, el hombre de la fama de ‘duro con la lapicera’ y como otros, tristemente vinculado a la privatización del banco provincial en la gestión de Obeid, actual ministro perottista de economía, aportó lo suyo, no vaciló en expresar dudas sobre el pago de los salarios estatales en mayo. Mientras que su par en el ministerio de trabajo, Roberto Sukerman, dijera públicamente sobre las paritarias que “son una cuenta pendiente, debido a esta situación que nos atraviesa”, aunque esta deuda con los trabajadores es, como sabemos, muy pre-coronavirus.
Hoy, como siempre, necesitamos que la memoria se contagie y se viralice. Que no nos olvidemos de quiénes vienen haciendo tanto daño a nuestro pueblo y garantizaron y garantizan que esto impunemente siga sucediendo.
Frente a esta realidad difícil que estamos atravesando y tan cerca de un nuevo 1° de Mayo, el aislamiento social obligatorio no nos encontrará en la calle, pero sí nos encontrará con el mayor convencimiento de que la única salida posible es la salida colectiva, esa que desde la unidad y la solidaridad de la clase trabajadora, junto a los sectores postergados de siempre, los que no pueden quedarse en casa, apuesta a construir un mundo más justo y humano.
*Celeste Lepratti es integrante de la Comisión de Derechos Humanos e CTA Autónoma de Rosario, docente, hermana de Claudio ‘Pocho’ Lepratti, asesinado por la policía el 19 de diciembre de 2001, y ex concejala de Rosario.
Publicado originalmente en CTA Autónoma Rosario