Canal Abierto Radio | La historia la escriben los que ganan, y sobre todo, quienes saben escribirla. “La del 25 de Mayo de 1810 era una sociedad que dejó registro de muy pocas cosas, porque no estaba democratizada la alfabetización y la lectura en voz alta. Además de que fue un mundo sumamente excluyente y jerarquizado”, comentó la historiadora feminista Valeria Pita.
Las mujeres pueden estar invisibilizadas en la historia pero al hacer las preguntas y hacer estudios empíricos, con fuentes históricas, las encontramos en diferentes espacios, circunstancias y acontecimientos. Pita no sólo busca en los registros los nombres y la participación de las mujeres, sino que utiliza un lenguaje vinculado al feminismo, como el de la costura. “El 25 de mayo de 1810 fue el primer hilván de un proceso que se consolidó como el inicio de una revolución, y que terminó de anudarse en la construcción de una nación independiente y soberana”, señaló.
Y agregó: “Hay que revalorizar este hecho simple que parece haber sido el abrir un salón, abrir la casa para la discusión política cuando no estaba habilitada, no era cualquier cosa. Colaborar cosiendo la bandera cuando se está construyendo en esa bandera una comunidad, se está imaginando una comunidad nueva, no es tampoco poco. Dar unas joyas, que son un reaseguro, cuando no existían los ahorros de otro tipo, o los bancos, tampoco era un asunto menor. Menos aún fue para las mujeres, esclavas, sujetas a relaciones de dependencia”.
En cuanto a las fuentes, es en las judiciales donde se ven litigios laborales y penales y civiles, y ahí aparecen un montón de esclavas, libertas, mulatos y mulatas, que van a reclamar y van a tener un nombre propio, comenta Pita. También en los registros militares, donde aparecen los nombres de las mujeres como Juana Azurduy y tantas otras que no solo lucharon por la revolución sino también por su propia libertad.
“Las mujeres de la élite algo dejaron. Afirmó y destacó la participación de María Sánchez, más conocida como Mariquita Sánchez de Thomson. También los de de Isabel Casamayor de Luca, Justa Sánchez, o María Rosaria Azcuénaga, que nos resuenan porque sus descendientes incrementaron su fortuna, dejaron fortunas en el comercio o en las empresas agrícolas”, remarcó la historiadora.
“Yo estoy hablando porque hay otras generaciones de historiadoras que se hicieron la pregunta de dónde están las mujeres en la historia, que es un movimiento que tiene muchos años aunque ha tenido visibilidad en los últimos tiempos. Hay más de 5 generaciones, de 50 años de historiografía de las mujeres, feminista. Tenemos una tradición y preguntas que hacerle al pasado que hoy tienen un eco renovado y que eso renueva las preguntas pero también renueva y genera una responsabilidad de hacer cada vez mejor historia”, finalizó.