Redacción Canal Abierto | La compañía de arte Las Ilusiones lleva doce años de trabajo ininterrumpidos, cuenta con más de cien producciones en su haber, y vio en el teatro inclusivo una posibilidad para derribar mitos sobre la discapacidad intelectual.
En la tercera cartelera online que programa este año, el ciclo gratuito visibiliza el arte producido por artistas con síndrome de Down, con el fin de llevar entretenimiento a personas con discapacidad intelectual y sus familias garantizando el acceso a la cultura de dicho colectivo social.
Para esta oportunidad buscaron exhibir títulos reconocidos por el público. Son adaptaciones de piezas memorables, de gran poética reflejada en las distintas puestas escénicas. El link de acceso es publicado los sábados a las 20 en el Facebook de la Compañía y queda visible por 24 horas.
Canal Abierto dialogó con Juan Ignacio Acosta, director general de la compañía, quien dio detalles del trabajo que realizan, la adaptación a la nueva normalidad, y la importancia de consumir arte inclusivo.
¿Qué es y qué se hace en Las Ilusiones? ¿Tuvieron que readaptar las producciones por la cuarentena?
–La compañía nuclea a casi 500 artistas con y sin discapacidad. Es una compañía inclusiva de arte. Venimos trabajando hace 12 años y siempre nuestros ciclos fueron presenciales. Debido a la cuarentena los transformamos a manera virtual y totalmente gratuitos. Cuando eran presenciales, si bien la entrada era muy accesible, era paga.
Nos pareció que en este contexto debíamos darles la posibilidad a todas las familias y que no sea un impedimento. Sabemos todo lo que se está viviendo en el país también a nivel económico y social, y nos pareció que una manera de difundir el trabajo artístico, de arte inclusivo y nuestro trabajo debía ir más allá de lo económico. Por eso todos los ciclos de este año fueron totalmente gratuitos y de acceso libre.
¿Qué es lo que se verá en este tercer ciclo?
-Lo que buscamos en este tercer ciclo –que seguramente sea el último del año porque después ya vienen los estrenos- era mostrar obras emblemáticas de Las Ilusiones, que tuvieran mayor recorrido artístico. Por ejemplo, Sueño de una noche de verano estuvo en el Teatro Picadilly, un teatro comercial.
Por otro lado la búsqueda también fueron las obras más nuevas que tenemos en nuestro haber, que al ser las últimas tienen un mejor trabajo artístico, más desarrollo poético, las puestas son más grandes porque obviamente vamos nosotros también creciendo como compañía.
¿Cuál es el sentido y la forma que le dan a la inclusión en la compañía?
-Las Ilusiones es un movimiento, es una forma de comprender el mundo. Parece muy poético –lo es- pero también es una realidad y es concreto. Las Ilusiones tiene una posición en la vida. Como cabeza de compañía tengo una frase que me gusta mucho que es: Mientras acepto la diversidad del otro, estoy aceptando mi propia diversidad. Yo también soy distinto a otros, no es que las personas con discapacidad son distintas, somos distintos todos.
En ese sentido, la búsqueda de Las Ilusiones realmente es incluirnos, aceptarnos tal cual somos, con todas nuestras virtudes y nuestras debilidades, y entender que la discapacidad es una característica más del individuo pero que no lo define. Suma dentro de otras cosas que esa persona tiene. Partiendo de ese lugar nosotros entendemos y construimos acompañándonos.
¿Cómo está hoy la cultura? A tu entender, ¿Se vio afectada por la cuarentena?
-A nivel general, sin dudas la cultura es uno de los sectores que se ha visto más afectado. Hay un montón de teatros que cerraron sus puertas y quién sabe si van a volver a abrirlas después de la cuarentena. Es un momento muy difícil, de resistencia, pero no desde un lugar rebelde sino de acompañamiento, de fortalecimiento, de estar unos con otros estimulándonos creativamente.
Las Ilusiones, al ser tantos, tuvo la posibilidad de reinventarse rápidamente. Intentamos también que el espacio de formación no se pierda. Habilitamos clases por Zoom, damos clases gratuitas por YouTube donde todas las personas tienen acceso. Las Ilusiones pudo y está pudiendo reinventarse y acomodarse a este nuevo contexto, que obviamente nos afecta a todos en más o menor medida, pero lo hace, y estamos intentando salir airosos.
Tenemos que seguir acompañando a nuestros artistas, que muchos también han perdido acceso a la conectividad o a la tecnología por tener una sola computadora en la casa o un solo celular. Es un momento en el que hay que apuntar todos los cañones a lo social, a ser más humanos. Me parece que la cuarentena no está invitando a eso, a convertirnos en seres más humanos, menos distantes y más compenetrados con lo que nos pasa.
¿Hay algún mensaje que quieras dar sobre esta forma de vivir y hacer arte?
-Invitaría a la sociedad a que se involucre. Involucrarse no es trabajar para las personas con discapacidad, es ver las obras, compartirlas, decir “esta me gustó o esta no, o esta está buenísima, mirala”, “actúan chicos con discapacidad, mira qué bueno que está”. Que quienes tienen hijos sin discapacidad puedan ver obras en familia. Eso es lo que siempre intento comunicar, hacer una invitación y que aprovechen esta oportunidad –que además es gratuita- para compartir un buen rato en familia, algo totalmente distinto a lo que está habituado por el arte, y a aprender que hay otros mundos posibles, valiosísimos y hermosos a nivel creativo. No es un acto de caridad ir a ver una obra de teatro con chicos con síndrome de Down, es un acto creativo.
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