Redacción Canal Abierto | Se cumplen hoy 100 años de la última revuelta iniciada por obreros en la denominada Masacre de La Forestal, en referencia a la empresa de capitales ingleses procesadora de tanino obtenido del quebracho en el norte santafesino. El 29 de enero de 1921 tomaron la planta que la empresa tenía en Villa Guillermina y fueron ferozmente reprimidos. También hubo matanzas en otras plantas de la firma.
Un monumento a Teófilo Lafuente, primer secretario General del sindicato taninero será inaugurado en un sector de la planta de La Forestal en Villa Guillermina, espacio en el que se emplazará un paseo de la memoria. Así el Encuentro por la Memoria, la Identidad y la Reivindicación de los Pueblos Forestales conformado a partir de distintas experiencias de recuperación de esa histórica dará comienzo a una serie de jornadas reivindicatorias que se sucederán hasta el 25 de mayo.
Al no poder hacer una convocatoria masiva sin romper protocolos, los organizadores plantearon un esquema mixto. Una pequeña concurrencia en el lugar y una transmisión a través del canal de YouTube del Encuentro y por sus perfiles en redes sociales.
“En el último año fue adquirida por una familia de la zona de Reconquista que se hizo con las instalaciones y eso abrió la posibilidad de abrir un espacio del predio que es muy grande para armar este parque de la memoria que va a contar con el apoyo financiero de la gobernación a través del Ministerio de Cultura”, explica con entusiasmo a Canal Abierto Alejandro Jasisnki, historiador, periodista, autor de Revuelta obrera y masacre en La Forestal e integrante de la organización del evento.
Los organizadores no plantean estos eventos solamente para recordar los sucesos ocurridos hace un siglo, sino también para conectar esas problemáticas con el presente. “La idea es lograr la participación de los distintos pueblos forestales. Vamos a hablar de latifundio, de la tierra, los sexos, las migraciones de los feminismos, el género de las violencias… También vamos a abordar los procesos productivos y de la memoria y la salud pública. De todos esos temas vamos a hacer esos trabajos. El encuentro surge así, tiene la iniciativa y la intención de continuar con todo ese proceso, pero esto va a ser parte de la conmemoración que tenemos que desarrollar hoy”, explica el periodista.
Un poco de historia
La Forestal fue una importante empresa que se dedicaba a la producción de tanino, una sustancia utilizada en la industria textil para procesar cueros de animales. Sus plantas estaban ubicadas en Villa Guillermina, La Gallareta, Villa Ana y Tartagal, localidades del norte santafesino elegido por la cercanía a los bosques de quebracho, árbol del que se extrae la sustancia
Estos poblados surgieron a partir de la instalación de los predios de la firma inglesa, por lo que recibieron la denominación de pueblos forestales y su vida giraba en torno a la presencia de las fábricas de la compañía
“Entre 1913 y 1917 hay una crisis enorme en el país que erosionan los ingresos reales de los trabajadores. Eso está conectado con el primer proceso de democratización política en el país con el acceso del Yirigoyenismo al gobierno y el surgimiento de la república democrática. También está conectado al final de la primera guerra mundial y al proceso revolucionario ruso que se expande en todo el mundo. En ese contexto Argentina tiene una ebullición de conflictos sindicales en los principales centros urbanos del país”, sitúa históricamente Jasinski.
En cuanto al conflicto puntal, señala que “La Forestal tenía un intento de organización de los trabajadores durante los años previos que habían sido totalmente infructuosos. Obviamente con el respaldo de las federaciones nacionales que entonces eran la FORA 9ª y la FORA 5ª los trabajadores de la Forestal logran organizarse. Forman su sindicato, recorren todos los pueblos y obrajes. En diciembre del 19 declaran una huelga reivindicando varias cuestiones: mejoras en las condiciones de trabajo, mejoras salariales, el turno de 8 horas, mejoras en las condiciones de vida, porque la empresa era la que respondía por la provisión de los servicios básicos y reclaman mayor respeto de las jerarquías hacia los obreros”.
Y agrega que “este proceso sindical termina en un paso positivo porque gana la huelga. A partir de ahí, la Forestal toma la contraofensiva con dos arietes: una es la Gendarmería Volante, que es una policía montada. Esta fuerza es creada por el gobierno provincial, pero La Forestal le financia desde las monturas hasta la última bala. Por otro lado cierra cinco fábricas. La mayoría de ellas termina cerradas por el lapso de dos años. Se pierden los empleos por dos años en toda esa zona. Es un momento de caos terrible”.
Tras ese lock out, la empresa vuelve a funcionar hasta que en la década del 70 cesó sus actividades. Lo que provocó un proceso de éxodo para las familias obreras cuya razón para permanecer allí se había evaporado y debían buscar nuevos horizontes en los que hubiera trabajo para ganar su sustento.
Una historia silenciada
A diferencia de otros conflictos ocurridos en la misma época como la masacre de la Patagonia Rebelde o la Semana Trágica, los sucesos de La Forestal no tuvieron el mismo eco. Si bien el caso fue abordado en el trabajo exhaustivo de Gastón Gori con su libro La Forestal. La tragedia del quebracho colorado y en la película Quebracho, dirigida por Ricardo Wullicher y estrenada en 1974, su presencia en el imaginario social no tiene el peso que las primeras.
Jasinski aventura que “es así porque después de la masacre La Forestal inicia una purga muy grande en los territorios. Más allá de la masacre aparece una reconversión de la imagen de la empresa. Que se distribuye a partir de las prensas nacional y provincial, pero hacia el interior un orden opresivo muy grande vinculado a un proceso de reforma en la que empieza a ser reconocida como una compañía benefactora. Mejora las condiciones de vida y algunas cuestiones, entonces inicia un proceso de involucramiento de los trabajadores en el interior de la empresa”.
Y agrega que “esto no hace desaparecer el conflicto, sino que se tapa y se reprime de otra manera. Se investigó muy poco, pero siempre hubo denuncias sobre el accionar de La Forestal. La primera gran investigación sobre la masacre es en 1965, más de 50 años después de los hechos. Es el libro Gori, un historiador y ensayista muy amigo de Bayer, que hizo algo parecido a lo de La Patagonia Rebelde pero con la masacre de La Forestal. Es un libro que hasta hoy sigue siendo reeditado. Después hay algunos trabajos de difusión y divulgación que reproducen algo de lo que dice Gori, que hizo el libro en 5 meses a toda velocidad. Es un enorme mérito, pero es una denuncia que tendría que haber continuado la profundización del conocimiento de eso”.
La memoria siempre vuelve
Los éxodos producidos tras el cierre de las plantas convirtieron a los pueblos forestales en un anticipo de los pueblos fantasmas que se propagarían por toda la geografía argentina con el cierre de industrias y dependencias estatales durante el proceso neoliberal iniciado en 1989. La desconexión de las nuevas poblaciones con los protagonistas de aquellas luchas impidió que la memoria se perpetuara a partir del boca a boca.
Sin embargo, en los últimos años en cada localidad se empezaron a conformar espacios con el objetivo de rescatar lo ocurrido en las moles de cemento que fueron parte de La Forestal. No pasó demasiado tiempo para que estas experiencias, separadas por algunas decenas de kilómetros empezaran a conectarse. “Hace algunos años se generaron algunos espacios de intercambio entre los pueblos, se llegó a un Congreso de Interpueblos. Eran excelentes iniciativas y esto las viene a continuar y darles un empujón de nuevo”, cuenta Jasinski.
Para el escritor esto que sucede “tiene que ver con un recambio generacional o con intentos de los mismos pueblos de crecer y generar recursos. Creo que por eso este tema caló y se fue instalando. En ese trabajo de instalación y difusión de esta problemática que va vinculado a un proceso de investigación no sólo de la masacre sino en un período de tiempo más extendido y de a poco se va armando y se van recuperando estos acontecimientos”.
“Pero la idea es conectar estos cien años que se cumplen de unos acontecimientos terribles con lo que fue el modelo de desarrollo de la Forestal con lo que son las realidades actuales del norte de Santa Fe. Porque lo que nosotros queremos decir con este monumento es que nos habla de la necesidad o el derecho que siempre tenemos de desobedecer frente a las injusticias. Me parece que ese es el principal mensaje que este monumento va a dejar no sólo para el norte de Santa Fe sino para memoria de un país”, concluye.
Foto: Guillermo Llamos
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