Redacción Canal Abierto | El temblor pasó. Hace tres semanas la población de Pocitos en San Juan era literalmente sacudida por un terremoto de 6,4 grados de intensidad que dejó inhabitables a unas 3000 viviendas. Una réplica del movimiento sísmico producida la semana pasada continuó derrumbando edificaciones.
Desde distintos puntos del país llegaron muestras de apoyo y solidaridad: desde ex combatientes de Malvinas hasta recicladores de Rawson, un pueblo lindero pasando por distintas organizaciones sociales, gremiales y profesionales como ser el MTE, los colegios de farmacéuticos y bioquímicos locales o ex presas políticas durante la última dictadura cívico militar.
Organizaciones que trabajan en el territorio lanzaron el lema Con la solidaridad no alcanza. No en rechazo de las muestras descriptas en el párrafo precedente, sino como una exigencia al gobierno provincial a quien le señalan no estar actuando con la premura ni la intensidad necesarias ante una catástrofe de tamaña magnitud.
“Pasaron tres semanas, ayer a la noche llovió, recordemos que este es un lugar en el que habitualmente no llueve, estamos en el desierto y la gente sigue a la intemperie. La gran mayoría de las personas que perdieron todo o casi todo el pasado 18 de enero siguen a la intemperie o están en una carpa, con un nylon y en algunos casos un pequeñísimo módulo al que no se lo puede llamar ni siquiera módulo transitorio, es más parecido a la cucha de un perro”. Quien relata es Miguel Ambas, integrante de la Asociación Civil El Retamo, organización que realiza trabajo territorial en el pueblo y gestiona la Radio Comunitaria La Lechuza y que en diálogo con Canal Abierto dio un pantallazo de la situación al día de hoy.
“Eso incluye niños, niñas, gente anciana y personas enfermas. Hablamos de entre 2000 y 2000 casas totalmente colapsadas. Casas que se cayeron o que están demolidas o que posteriormente se empezaron a demoler o están por hacerlo porque los arquitectos las marcan como casas inhabitables. Según algunas informaciones oficiales las casas afectadas son unas 30.000, de las cuales el 10% colapsaron totalmente. Otras tuvieron daños, inclusive casas antisísmicas que tuvieron daños de mampostería”, agrega.
La diferencia entre edificaciones antisísmicas y las que no lo son no es menor. En un lugar en el que los temblores de tierra son moneda corriente y que sufrió cuatro terremotos en menos de un siglo contar con uno y otro tipo de vivienda define si la pérdida de todo lo que se tiene es una posibilidad o no.
Al día siguiente del terremoto el presidente Alberto Fernández viajó a la zona afectada y anunció el adelanto de 7.000 millones de pesos del programa nacional que lleva adelante el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat con los que se construirán unas 1.800 viviendas 120 millones más para urbanizar barrios obreros.
Ambas aclara que “básicamente tiene que ver con aportar dinero para dinero para proyectos de barrios que ya existían. Se dinamizó el aporte del tesoro nacional para la construcción de casas. Lo que ese tipo de anuncios generó es un dispositivo que se va a ver cristalizado con toda la suerte en dos años, cuando esos barrios estén terminados. En el medio hay que solucionar que la gente no esté en la intemperie y que esos chicos puedan tener una vida razonable y que la gente no se pudra en la calle y menos en una situación de pandemia”.
Otro reclamo tiene que ver con la ausencia de un plan de contingencia claro por parte de las autoridades provinciales. “Somos la capital nacional del terremoto. Tuvimos situaciones en 1944, 1952, 1977 y ahora. Y en el medio acá tiembla todos los días. Estamos en una provincia sísmica sobre una falla geológica que permanentemente nos está avisando que se viene la podrida. Entonces, o no había plan de contingencia y si lo tenían funcionó muy pero muy mal. Esto tiene que ver con que faltó previsión: no había carpas, no hubo un plan de evacuación, no se desplegó al ejército ni a la gendarmería. La realidad es que afectó a un sector de la población que podríamos decir que es el mayoritario y que además pertenece al sector más humilde. Todavía estamos esperando que el estado intervenga como corresponde. Tampoco es que el estado no haya hecho nada ni que si los funcionarios son insensibles. No me meto con su moral”, enfatizó Ambas.
La paradoja de la situación es que el evento geológico destrozó afectó a millares de viviendas, pero no se cobró ninguna vida humana. Quizá a esto se deba que el tema haya salido del radar noticiable y de la atención nacional. Hoy quedan sólo las organizaciones que trabajan junto a los sectores más postergados todos los días, cuando lo que sacude y destroza sus vidas es la exclusión. Lo que hoy buscan es una articulación con el estado. Allí, dicen, está la clave para la reconstrucción.
“San Juan ya dio muestra de eso. El ‘44 fue una muestra de cómo el estado tiene que intervenir frente una catástrofe. Ese fue un terremoto que causó más de 10.000 víctimas y hubo un gobierno peronista que hizo lo que tenía que hacer. Hoy, frente a una emergencia no tan terrible porque de hecho y milagrosamente no hubo víctimas fatales, tenemos un estado que recién ahora está viendo que va a hacer. Me parece que la mejor manera es articulando con las organizaciones que están en el territorio. Hay un error conceptual por parte del estado que no salió a buscar inmediatamente a las organizaciones sociales para articular con nosotros. Creo que ese es el punto central. Las organizaciones libres del pueblo, las asociaciones civiles, las organizaciones gremiales y sociales junto al estado. No se puede ir y decirle a la gente toma una caja de leche o una pala y un nylon. Hay que estar en el territorio y saber qué es lo que necesita la gente. Incorporar a la gente a las tareas de reconstrucción”, concluye Ambas.
Fotos: Radio Comunitaria la Lechuza