Redacción Canal Abierto | Mientras Argentina atraviesa el período de pos pandemia, las discusiones sobre la transición hacia una nueva normalidad asoman por todos los frentes. Es este sentido, los feminismos vienen marcando una agenda que la que la cuarentena y la crisis sanitaria le otorgaron el carácter de urgente.
La socióloga especializada en estudios laborales y económicos Flora Partenio realizó un análisis sobre el estado de las cosas y esbozó una lectura feminista sobre la salida de la pandemia con perspectiva de género.
El cuidado
“La pandemia nos permitió visibilizar esto que veníamos amasando en los paros, en las movilizaciones y en los distintos espacios asamblearios y comunitarios en los que nos veníamos cruzando. Principalmente espacios que compartimos de diferentes experiencias del feminismo popular en Argentina, pero también en diálogo con otras experiencias de economía social, solidaria y autogestivas que se venían gestando desde una mirada feminista.
De alguna manera nos mostró cómo se entrelazaron diferentes aristas de la crisis. No es una sola, como lo veníamos diciendo es una crisis de los cuidados y vimos que se expresó contundentemente con el teletrabajo. Ahora, la salida exige una reorganización social de los cuidados. En esto es clave pensar no sólo en la forma y en los recursos que se van a destinar a esto, sino también ver cómo se está haciendo esta salida a lo que se llama nueva normalidad.
Nosotras no acordamos con el concepto de normalidad ni nueva normalidad. Justamente lo que creemos es que es una narrativa en disputa que lo que pone en escena son grandes intereses económicos para volver a poner en el centro a los mercados para de alguna manera no detener la actividad económica.
Pensemos en estos turnos que están teniendo los niños que están volviendo a la escuela. ¿Qué organización del cuidado en el hogar resiste esta etapa del niño que va al jardín entra a un horario, el de la primaria en la siguiente etapa o los de la secundaria en un horario diferente? Pensemos en toda esta ingeniería que antes de la pandemia ya implicaba horarios, cortes, tiempos de los que nos teníamos que ocupar principalmente nosotras al ir a buscar, llevar, traer, y que ahora muchas trabajadoras están volviendo con esquemas presenciales, semi presenciales o de teletrabajo aún, cómo es posible pensar la organización interior de los hogares en esta transición en la salida de la post pandemia.
Entonces, la reorganización de los cuidados debe implicar reacomodar espacios educativos y laborales, pero no en función de parámetros de eficiencia y cuestiones a cumplir, sino en función de quiénes pueden cubrir esa logística cotidiana que implica cuidar de los otros, recibirlos, articular trabajos, tiempos, compras y al mismo tiempo seguir los cuidados propios de la pandemia. Las tareas de cuidado tienen que tener en cuenta todo esto, porque ¿quiénes van a asumir toda esa sobrecarga de tareas que se pretenden llevar adelante?”
El ambiente
“Otra de las aristas claves es la crisis climática. Durante la pandemia se vio claramente que las únicas empresas que no entraron en cuarentena ni en aislamiento fueron las grandes empresas extractivas, al punto tal que hubo ciertos movimientos, como el caso de Chubut que es el exponente más claro de una economía al servicio del mercado y no hacia la sostenibilidad de la vida, que es lo que dice la economía feminista.
Chubut, durante todos los meses de pandemia avanzó con exigencia y afrenta a las luchas históricas que se habían dado por decirle no a la mina.
Esto todo el tiempo se pone en escena con narrativas que tensionan con argumentos como que no hay plata para pagar a los estatales y no hay inversión en la salud pública ¿Por qué? Porque no hay recursos, entonces la salida es el extractivismo. Y esta encerrona se volvió muy clara durante los meses de pandemia donde a las empresas extractivas se les liberó totalmente todo tipo de control, siguieron produciendo y contaminando, y en el caso de esta salida en estas provincias que habían logrado resistirlo esto va avanzando contra todos estos derechos”.
Economía transformadora
“Decimos que la economía feminista es transformadora porque estas se están entrelazando y entretejiendo con otras experiencias de economías transformadoras, una de ellas es la economía solidaria y popular que durante la pandemia resistió en medio de mucha precariedad y adversidad. En otros casos se tejieron y reactivaron circuitos de comercios justos, de producción agroecológica, de distribución de alimentos sin agrotóxicos y explotación. Se dinamizaron muchísimos circuitos cooperativos y de la economía solidaria que en muchos de estos estaban las mujeres sosteniéndolos, presentes en todos los engranajes que permitían pensar otros circuitos, alternativos a la economía hegemónica o al monopolio de la distribución de alimentos que se ven en las grandes cadenas de supermercados.
Esta perspectiva de transformación tiene que ver con ir entrelazando las prácticas propias del feminismo con experiencias que están apostando por otra economía. Una economía solidaria y cooperativa no es por sí misma feminista. Es en esa construcción donde se van entrelazando prácticas de cuidado, prácticas políticas que interpelan las jerarquías, la división sexual del trabajo, esta trama de diálogos que se está dando van creando esta perspectiva de transformación. Me parece que ahí está la llave, cuando toda la economía se vuelva a activar, estas experiencias que se sostuvieron e incluso crecieron durante la pandemia no vuelvan a ser el patio trasero o la segunda economía, sino que justamente puedan ser la salida para una perspectiva que apueste a la sostenibilidad y a la vida”.
La vivienda
“Como desafíos, en nuestro país es necesario pensar en el hábitat y el acceso a la vivienda y a la tierra en clave feminista. Durante la pandemia asistimos a desalojos violentos de familias, mujeres y niñes, a desalojos de la población trans y travestis a pesar de que existía una normativa que los impedía, y ahora estamos en una etapa donde se están descongelando los alquileres. Si bien sabemos que el acceso a una vivienda es una situación clave que nos lleva gran parte del salario, el eje para pensar estas cuestiones deben ser puntos centrales de la agenda porque cuando vuelva a acomodarse la normalidad volverán también las prácticas extractivas en las ciudades, en los territorios donde existe tierra para vivir terminan siendo destinadas para la extracción y la explotación, para el aumento de alquileres del negocio inmobiliario, para el aumento de la gentrificación. Por eso es un desafío”.
Violencias
“La violencia es un tema urgente y candente. Pero no sólo la violencia en su expresión más grave como son los aumentos de los femicidios y transfemicidios, si no también cómo la violencia se va expresando en diferentes ámbitos, en los hogares durante esta etapa de transición de salida de la pandemia, y también en los espacios laborales.
Hay que pensar cómo las diferentes dinámicas de violencia se reforzaron durante la pandemia se profundizaron y al mismo tiempo cómo esto se expresó”.
Las brechas digitales
“La cuarentena puso en evidencia que Argentina no tiene soberanía digital sobre sus datos, sobre el acceso a las TICs, sobre la conectividad, y en esto se mostraron fuertes brechas de género. Vimos que han sido los jóvenes y niños que viven en territorios alejados de la conectividad los que no pudieron continuar con sus clases. Pero al mismo tiempo esto mostró el poder de los monopolios sobre las tecnologías de información y comunicación, las tarifas, el acceso, la posibilidad de conectividad. Y en esto, pensar en clave de soberanía digital como una lucha feminista sería un desafío interesante, sobre todo porque lo vivimos durante la pandemia en las clases virtuales y en la posibilidad de sostener nuestras militancias”.
La matriz productiva y el ambiente
“Es ahora cuando se van a repensar o reconectar los acuerdos con las grandes mineras, o la posibilidad de que la salida de Argentina sea Vaca Muerta. Por eso hay que construir una alianza muy fuerte con los movimientos ambientalistas, con los que lucharon en plena pandemia por los incendios de los humedales, contra la deforestación, y las luchas patagónicas contra el extractivismo.
Creo que hay un tejido que puede entrelazarse mucho más fuerte en esas luchas entre los feminismos y los movimientos ambientalistas, básicamente porque atrás de esta discusión está el debate por la salida de la crisis en Argentina, de dónde van a venir las famosas divisas y recursos, qué va a pasar con la deuda.
Tampoco podemos perder de vista que esta pandemia tiene un trasfondo en las condiciones climáticas en las que está el mundo. Entonces la salida no puede ser con más extractivismo y más precariedad de la vida”.
8M
Cuando hablamos de un 8M, nuestra frase tiene que ser puesta de manera completa: Nosotras movemos el mundo y también podemos pararlo. Lo podemos parar en el sentido de apostar por una construcción feminista que no solamente ponga la vida en el centro, sino que también ponga el cuidado en el centro.
Cuando hablamos de cuidado lo hacemos en todos los sentidos, como prácticas de autocuidado, de sostener redes y pensar cómo han sido esas prácticas las que nos salvaron durante la pandemia e incluso acompañaron a otras y otros en enfermedades y padecimientos.
Como decía Mariarosa Dalla Costa, el trabajo doméstico es una palanca con la cual se puede parar el mundo. ¿Qué significa en un mundo pandémico poner en jaque el teletrabajo, apagar la máquina y dejar de responder a las exigencias habituales que nos organizan la vida?”
Los impuestos y la redistribución
“Hay que dar una discusión feminista sobre la tributación y la distribución de los recursos. No podemos seguir hablando de aportes solidarios por única vez de las grandes riquezas. Hay que dar una discusión profunda sobre impuestos en Argentina porque es totalmente regresiva. Y debe ser feminista porque hay que ver cuáles son los trabajos por los que no se paga, quiénes pagan impuestos y quiénes no, cuáles son los impuestos directos e indirectos”.