Redacción Canal Abierto | La mayoría de las lecturas históricas, independientemente de su posicionamiento ideológico, recordarán al martes 27 de junio de 2017 como un día emblemático en la escalada de violencia que sufre la democracia venezolana.
Las crónicas de derecha recordarán que ese día comenzó con un discurso virulento del presidente Nicolás Maduro, del que sólo destacarán una frase: “Lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas”. Dirán que hubo aviones militares sobrevolando Caracas, que el Gobierno atribuyó a vuelos de práctica en conmemoración del día de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Detallarán, también, que un asedio de cinco horas de manifestantes chavistas no permitió la salida del Parlamento a los legisladores de la Asamblea Nacional hasta cerca de la medianoche. Resaltarán que los manifestantes eran violentos, que detonaron fuegos artificiales contra el Palacio y que una periodista resultó herida.
Las de izquierda, en cambio, recordarán el día como aquel en que un inspector de transporte aéreo secuestró un helicóptero de la base de La Carlota, Caracas, lo piloteó hasta sobrevolar el Ministerio del Interior, y efectuó 15 disparos sobre la edificación en cuya terraza un grupo de unas 80 personas celebraba el Día del Periodista. Luego lo condujo hacia el Tribunal Superior de Justicia, que se encontraba sesionando, y arrojó allí cuatro granadas “de origen colombiano y fabricación israelí”, según el comunicado oficial. El mismo comunicado que afirmara que Oscar Pérez, el autor material de los hechos, “está siendo investigado por sus vínculos con la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América y la Embajada de ese país en Caracas”.
#URGENTE: #URGENTE: Piloto del CICPC Oscar Perez difunde comunicado y se suma en coalición con militares y civiles al art. 350 #Venezuela pic.twitter.com/WpcBXA6yrp
— Yusnaby Pérez (@Yusnaby) 28 de junio de 2017
Citarán, además, la frase de Maduro en su contexto: «Aspiro a que el mundo escuche después de 90 días de violencia, de destrucción y de muerte: si Venezuela fuera sumida en el caos y la violencia y fuera destruida la revolución bolivariana, nosotros iríamos al combate. ¡Nosotros jamás nos rendiríamos! ¡Lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas!».
A estas alturas, la violencia en las calles de Caracas es innegable, como lo son también las excursiones intervencionistas que propician el golpe.
“El hecho generó impacto simbólico tanto para las filas de la derecha como para el chavismo: en el primer caso, acompañado de oleadas de rumores en redes sociales, para generar la sensación de cercanía con el objetivo final, de poder propio, de que finalmente la FANB se sumó al llamado al Golpe de Estado. En el caso del chavismo impactó tanto por la frontalidad del acto, como por la certeza definitiva -si alguno dudaba todavía- de que se está ante un intento de Golpe que se encuentra en horas decisivas”, sostuvo el corresponsal argentino en Venezuela Marco Teruggi, en su crónica para el portal Notas.
Teruggi advierte que “la intervención ya existe por debajo de la mesa”, y que la apuesta central sobre la que los golpistas trabajan con más fuerza es la de lograr una fractura “tanto en la FANB como en otros sectores del gobierno. Lo necesitan para romper el empate violento que se vive desde hace meses. Por eso suben el nivel de violencia, la focalización de los ataques a los cuerpos de seguridad, el terror como método de control social”.