Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
En el comienzo mismo de este 2021 la Federación Inglesa sancionó al uruguayo Edilson Cavani por llamar “negrito” a otra persona, considerando que había traspasado la línea del ataque racista.
El tema pegó en el mundo todo, pero en especial en este costado del mapa donde bien sabemos distinguir el uso diverso, y opuesto, de esa palabra según le agregues el tono y hasta el gesto con el que la pronunciás.
Tanto ruido provocó el tema que hasta la Academia Nacional de Letras del Uruguay se sintió obligada a generar un hecho, a través de un comunicado que puso claridad conceptual al asunto de una sanción a un jugador de fútbol en el otro costado del globo.
Dijo la institución oriental: “El uso que hizo Cavani de la voz negrito para dirigirse a ‘pablofer2222’, un amigo del futbolista, tiene tenor cariñoso. Dado el contexto en que se escribió, la persona a la que fue dirigido y el uso del diminutivo, el único valor que puede tener es el afectivo. Lamentablemente, la Federación parece ignorar lo señalado y se equivoca al aplicar la regla, que busca prohibir a sus jugadores hacer comentarios referidos a la raza, etnia, color o nacionalidad de una persona, cuestión encomiable con carácter general pero que a todas luces no es aplicable en absoluto al caso en consideración”.
“Igualmente inadecuado sería que esta Academia pretendiera sancionar a algunos grupos de hablantes rioplatenses que emplean en las redes sociales los vocativos rey y reina invocando una pretensión monárquica que el Río de la Plata abandonó hace siglos”, devolvió con fina ironía la entidad dedicada a las letras y palabras en el otro borde del río.
¿A que viene todo esto? A Messi y su salida de Barcelona. ¿Y qué corno tiene que ver Messi, Barcelona, el amigo de Cavani y las letras uruguayas?
Nada en realidad. O sí. Al menos en eso de que un hecho se produce de inicio y luego, bien luego, se producen otros sucesos que le responden, que lo avalan o lo rechazan, y hasta que lo modifican en algunos casos.
Esa secuencia es así y no debería ser al revés…
Quiero decir, en la actualidad estamos mal acostumbrados a que un hecho mediático no ocurre porque sí y luego existen repercusiones a él, sino que las cosas se planifican para que luego se produzcan esos otros tipo de situaciones. Tal vez también previstos de antemano. Es así de raro. Pero es.
Por ejemplo, allá por los 60 el mundo no podía creer lo bien que jugaba Pelé. Asombraban pequeñas imágenes, relatos de testigos, crónicas periodísticas, fotografías a veces borrosas.
¿Cómo sembraba el Santos la fama y la idolatría de, tal vez para muchos, el mejor de todos los tiempos? Simple, jugaba partidos, se mostraba, recorría el mundo para hacerlo. Ocurrían hechos y el mundo tenía luego la posibilidad de comprobar la realidad. Era un fenómeno, no había vueltas. Y no había medio de comunicación que no lo registrara. Luego.
Era tanta la fama y el funcionamiento del esquema de jugar partidos y más partidos, que la entidad paulista tenía la autorización de su Federación para jugar todas sus fechas locales en la mitad del mes para, en la otra mitad, viajar a algún país latinoamericano o de más allá para disputar cuatro o cinco encuentros contra equipos de ese país.
Por ejemplo, los blancos de Villa Belmiro llegaban a la Argentina y te jugaban un partido en Avellaneda con Independiente, otro en el Chaco con For Ever, uno más en Santa Fé ante Colón –en uno del ‘64 un 2 a 1 de los rojinegros le dio nacimiento al apelativo de Cementerio de los Elefantes para su estadio rompiendo un invicto de 43 partidos del once de Pelé-, otro en La Plata frente a Gimnasia, y uno más con Boca en la Bombonera. Ponele. Varias visitas del Santos a estos lares, conmovieron al país futbolero y los medios jamás se quedaban sin decir algo de lo ocurrido.
Hoy la cosa es al revés, inversa. La tele necesita televisar cosas de alto impacto y es ella la que genera situaciones, organiza torneos, dispone el orden de las fechas para que tal partido se juegue sábado o domingo, a la tarde o a la noche.
El hecho no se produce y luego se cuenta. Es como que ‘se cuenta’ primero, y luego ocurre, para que se cuente de nuevo. La televisión arma partidos para televisarlos. Es como que los hechos ocurren primero en la tele, y luego ocurren.
Antes de ayer, el Pollo Vignolo echó a Pizzi del banco de Racing mucho antes de que Racing perdiera el clásico con Independiente, de que sus hinchas se calentaran por la derrota –es más, él anticipó esa calentura y hasta la sembró- y, sobre todo, de que Racing lo terminara rajando de verdad.
Algo así es de todos los días. Cualquier lector de estas líneas lo sabe perfectamente.
¿Y Messi? Tanto ya se dijo y se seguirá diciendo, que seguramente ya no queda mucho por escribir. Que Barza y él querían renovar, pero que la Liga no se los permitió porque los números del fair play financiero se iban por las nubes. Que desde París se tiraron de cabeza para contratarlo. Que los hinchas azulgranas quedaron paralizados por la sorpresiva tristeza. Que unos quieren echar a patadas al presidente barcelonista por no hacer mejor las cosas. Que otros se indignan con Messi por haber dado todo por finalizado al toque y sin días en el medio empezar a negociar con el Saint Germain. Que algunos lloraron con Leo durante la conferencia. Que algunos más se calentaron cuando lloró pero no se quedó.
Más allá de tanto palabrerío debo confesar en este mismo instante que está a punto de concretarse una nueva y seria falla en mi intuición o lectura previa de un hecho.
Ya mal acostumbrado a este formato, desde que todo comenzó pensé que estaba planeado y consensuado entre Laporta y Messi, para apretar a la Liga en eso de ser tan estricta con los números y entender que no era el Barza el que perdía a Messi, es el futbol español el que lo verá irse de su negocio.
En ese rumbo, aparecieron varios elementos que muestran esa puja entre Barcelona y la Liga, como el siempre latente lanzamiento de la Superliga de equipos poderosos de Europa -como el Barza- por fuera de la Liga, la FIFA y cuanto sello federativo piensen.
Algo parecido a nuestra Superliga macrista que hoy sigue viento en popa aunque esté el Alberto, creada con el aliento de Mauricio rumbo a que la guita grande de la tele la manejen los grandes en detrimento de los chicos, para que los grandes sean mas grandes y los chicos sean más chicos y así venderles después la idea del fobal Sociedad Anónima (esto es así, posta posta, y no le busquen demasiadas vueltas).
Bueno, volviendo a Messi, además de aquella frustrada Superliga que bancó el anterior presidente azulgrana y parece respaldar este, también apareció el tironeo por un contrato multimillonario firmado por la Liga para que rija por varios años, pero no avalado por el Barza, y, al final, esto del fair play que traba al club.
Todo eso lo llevo a uno a creer que todo esto se trataba de una gran puesta en escena para apretar a la Liga y hacerle entender que era hora de ‘arreglar’. La sucesión de hechos posteriores, pareciera desterrar esa hipótesis y darle entrada al club parisino.
Anoche, un querido amigo me hizo ver que razoné a lo argento, y de allí el error. O sea, ese solo dato de la puesta en escena, el apriete y el ‘ver como arreglamos’ solo puede ser razonado por un argentino. Nada que ver con otros lados donde las reglas son reglas asumidas por todos y priva el cumplimiento de ellas. Confieso, soy culpable.
Por ahí, es así como dice el amigo. Puede ser. Mientras, Barcelona insiste contra reloj.
Y luego la conferencia de prensa. Y las lagrimas. Ayyy la conferencia de prensa y la lagrimas del 10. ‘¿Eran necesarias?’, preguntará un descreído. ‘Bueno che lloró de tristeza porque se va obligado del club que ama’, le contestarán.
“¿Y si lo ama tanto por que no se queda a jugar gratis aunque sea?”, insistirá el argento que no cree en nadie. “Ufa, siempre igual, no ves que ya rebajó su plata, pero que es un profesional, es su trabajo, el bienestar de sus hijos”, rematará el crédulo.
Frente a los periodistas, el argentino aclaró algunas cosas. Y otras las dejó en duda para todos los gustos.
Lloró, pero también contó detalles: «Todo estaba hecho, como dijo Laporta; no se ha dado por la Liga», lanzó el dardo.
Y confesó: «El año pasado estaba preparado para irme, pero este no. He hecho todo lo posible»
Y ahí el descreído le saltó a la yugular a su amigo de sentimientos más buenos:
“¡Ves! Si vas a llorar, no te vayas por plata. Y si no, no llorés”
Telón argento de fondo, mientras la música va bajando de a poquito y las cámaras se apagan.