Canal Abierto Radio | La “invasión” de carpinchos en barrios privados, los ataques a mascotas domésticas e incluso los accidentes viales por el cruce de estos animales son algunas de las postales que en los últimos días se presentaron como el gran problema de los y las habitantes del Nordelta, una región urbanizada en las últimas décadas que originalmente es parte de los humedales del Delta del Río Paraná.
A contra mano de lo planteado por los vecinos, la docente de Derecho Procesal y Profesora Titular de la materia Derecho Animal de la Facultad de Derecho de la UBA, Victoria González Silvano explicó que los invasores son los seres humanos y que los carpinchos son autóctonos en toda la región de los humedales del litoral.
“Acá el problema somos nosotros que invadimos el terreno, creamos un barrio y nos da lo mismo que este sea sobre humedades. Construimos, avanzamos sobre su hábitat y después decimos “¡uy!”. Porque al principio el carpincho nos parece simpático, re divino, y el problema que tenemos es que el carpincho lógicamente quiere su hábitat, el que nosotros destruimos”, subrayó.
A diferencia del caso de los castores de Tierra del Fuego -especie foránea que invade el territorio por no tener depredadores naturales, y cuyo control poblacional mediante matanzas tiene otro sustento-, los carpinchos son animales autóctonos de esta región bonaerense.
En definitiva, la docente remarcó el hecho de que el humano sea el invasor, y que una vez dada la situación hay que generar una convivencia deseable y pacífica entre estos animales silvestres y el resto. Para esto recomienda la intervención de agentes de Fauna Silvestre, gente de la etología o la biología que puedan estudiar y gestionar cómo se desenvuelven estos animales en el terreno ya ocupado.
Para quienes proponen el control de natalidad, subraya que hay que estudiar si es necesaria, ver la población de carpinchos y si es una especie en peligro de extinción. En Argentina, explicó, cuando hay un problema de este tipo se decide masacrar a toda la fauna.
“La gente de Nordelta deberá ceder parte de su espacio ganado a los carpinchos para convivir con ellos”, planteó la docente. El problema no es solo el Nordelta sino que no se piensen desarrollos inmobiliarios y rentabilidad en espacios donde no se les dispute espacio a las faunas locales.
“No es la primera vez que pasa: pasa con los carpinchos, pasa con los zorros, y en los barrios privados. La solución siempre es “pongan jaulas, cácenlos, y se lo damos para que se los lleven otro lado”. Y no, la solución es, primero, no haber invadido y hubiese sido la mejor solución. Ya invadimos, ¿y ahora qué hacemos?”
Asimismo, González Silvano remarca que la mayoría de los animales tienen conciencia del dolor y a veces hasta conciencia de su existencia. “Son seres vivos que sienten dolor y placer, y no lo decimos nosotros, lo dicen los neurocientíficos”, afirmó. Tampoco hay registros de que los carpinchos sean agresivos, pero sí que respondan a estímulos, como todos los animales, humanos y no humanos: “Cuando sentimos que nos agreden, atacamos”.