Canal Abierto Radio | Pablo Seman, sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares y religión, autor del libro Vivir la fe. Entre el catolicismo y el pentecostalismo, la religiosidad de los sectores populares en la Argentina, habló sobre El Reino, una ficción escrita por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro, que aborda un tipo de relación entre política y religión.
En primer lugar, criticó la misoginia en el comunicado contra la serie de la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), que salió rápidamente a desmentir que así funcionan las iglesias evangélicas y a señalar particularmente a Claudia Piñeiro por feminista y militante pro-aborto. Pero esta Alianza representa cerca de un 30 por ciento de las iglesias “grandes”, mientras la mayoría son pequeñas congregaciones que no responden ni a una figura ni estructura organizada..
Más allá de eso, el investigador indicó que hay mucha gente “que creen en las explicaciones sociológicas y creen que están más allá de las determinaciones del mercado y son un mercadito más de Netflix” que ven la serie como algo más real de lo que es. “No me importa si Piñeiro y Piñeyro piensan que es ficción solamente. O si quisieron, como después dijeron, denunciar algo, pero hay gente que lo interpretó como un documental. Y en tanto documental yo le veo muchísimos problemas”, expresó Semán.
“A mi no me gustó mucho seguirla, el final me conmovió porque me puso ante la misma situación que la película mexicana “El infierno”, sobre la impotencia frente al mal. Pero yo no pienso que los evangélicos sean el mal. Y me parece que apenas muy difícil de sostener eso empíricamente. En el centro también está la forma en que gente que no tiene la más mínima idea de cómo funcionan las religiones, ni siquiera cree en ninguna religión, cree que funciona el mundo evangélico”, advirtió.
Hay una mirada no sólo atea sobre el mundo evangélico, sino con un “católico céntrico y que creen que en el mundo del evangélico hay un Papa. Pero como no hay un Papa, ponen ACIERA y les sirve para construirse un fantasma”. Pero el mundo evangélico, explica Semán, es “mucho más plural, mucho más fragmentado” que lo que se representa en la serie, y que lo que representa esta alianza.
El antropólogo subraya que El Reino hace una analogía con la fuerza de las iglesias evangélicas en Brasil, “ignorando que durante cuatro mandatos los evangélicos votaron a Lula (Da Silva)”, y que si bien hay grupos que se acercaron a Jair Bolsonaro, hoy están volviendo a dialogar con el progresismo. Pero en Argentina, “los evangélicos intentaron hacer cuatro partidos políticos y nunca destacaron más del tres por ciento, uno de ellos por izquierda”.
Y remarcó que “hay como un juego con los prejuicios del espectador y está perfecto. A mí eso no me parece ni un hallazgo estético, ni una forma de documentar nada. Eso es lo que yo puedo opinar de cómo funciona la serie. Todo ese grupo social que en general son seguidores más o menos conscientes de escuela de Frankfurt, finalmente caen en lo que denuncian, que están consumiendo arquetípicamente un espectáculo”.
Semán subrayó que no tiene sentido interpretar qué quisieron hacer o decir los autores de productos culturales, tanto en literatura como música o cine, y por lo tanto no se debería juzgar las intenciones. En este caso, lo interesante es cómo lo decodifican los espectadores, y el tema que surgió es “el peligro evangélico” y ahí es donde advierte un punto de investigación desde las ciencias sociales.
Por otra parte, en la serie no hay ninguna acusación de machismo en la iglesia. Como ejemplo citó el personaje de la pastora que interpreta Mercedes Morán, es una mujer empoderada, aunque malvada. Las acusaciones “son mucho peores”, porque son “agentes del imperialismo, mafiosos, pedófilos y ladrones” remarca Semán.
“Si hay algo que hago en mi vida desde hace 30 años, es hacer entrevistas y yo le puedo contar la diversidad y la forma en que se toman los creyentes. Inclusive la diversidad del concepto de la experiencia evángelica que hay entre pastores de esas grandes iglesias que uno las ve desde fuera y cree que son ejércitos. Y además accedí a esa diversidad de experiencias autorizado por los pastores”, agregó.