Redacción Canal Abierto | Haciendo zapping por los canales de noticias que cubrían lo que ocurría en los bunkers de las diferentes agrupaciones que participaron de los comicios de ayer, había algo peculiar. Si se hacía caso omiso a los zócalos con los resultados, se dificultaba entender por la sola imagen quién había ganado. Todos festejaban.
El festejo más obvio era el de Juntos, o Juntos por el Cambio, dependiendo el distrito. En su ya habitual sede electoral de Costa Salguero, los legisladores electos celebraban la ratificación del escenario establecido en las PASO que los ubica como la primer fuerza nacional, a casi 9 puntos del oficialismo.
Pero en esa hilera de gente sonriente una cara desentonaba. Se trata del ex presidente y creador del espacio, Mauricio Macri. Al igual que el personaje que interpretaba Robert Walker en Extraños en un tren de Hitchcock durante un partido de tenis, en el que mira a un punto fijo absorto mientras todos los espectadores giran la cabeza siguiendo el recorrido de la pelota, el fundador del PRO estaba muy serio. No es para menos, los candidatos a los que apoyó en las primarias perdieron, pero quienes participaron de la general retuvieron esos votos, que hoy pareciera capitalizar Rodríguez Larreta.
Los auto denominados libertarios también festejan. A ambos lados de la General Paz, las fuerzas encabezadas por Javier Milei y José Luís Espert mejoraron los números obtenidos. El candidato porteño subió los puntos necesarios para, además de garantizar su ingreso a la casta política que dice combatir permitírselo a quien lo sucede en la lista, la negacionista Victoria Villarruel.
En territorio bonaerense, la lista de Espert, que había quedado en cuarto lugar en septiembre con un porcentaje que sólo garantizaba la banca para el economista, logró avanzar un casillero y subir al podio relegando al Frente de Izquierda y los Trabajadores al cuarto lugar. Con este crecimiento, también ingresan Carolina Píparo y Hugo Bontempo.
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En el otro extremo del espectro ideológico, la izquierda nucleada en el FIT también está de parabienes. A pesar de quedar por detrás del híper liberalismo tanto en Ciudad como provincia de Buenos Aires, en el primer distrito entró Myriam Bregman, situación que no estaba clara según los guarismos de septiembre, y por las bancas bonaerenses, además de Del Caño entra Romina Del Plá.
Estas bancas del AMBA se suman a la que obtuvo en Salta el recolector de residuos Alejandro Vilca. Sumados los votos que no alcanzan a convertirse en diputados a partir de diciembre, el Frente conformado por el PO, el PTS, el MST e IS deviene en la tercera fuerza más votada a nivel nacional.
A pesar de no haber revertido el trazo grueso del mapa político diseñado en las PASO, en el búnker del Frente de Todos también se festeja. Tal como se insinuó en septiembre, el oficialismo dejará de tener quórum propio en la Cámara de Senadores, situación inédita para el peronismo desde la recuperación institucional; en Diputados mantendrá la primera minoría, pero se aleja del quórum con el crecimiento del bloque de Juntos y la irrupción del bloque de cinco diputados de espacios libertarios que anuncian que no negociarán nada con el Gobierno.
Pese a no revertir el resultado de las PASO, la lista bonaerense que encabezó la platense Victoria Tolosa Paz remonta bastante y queda a menos de un punto y medio frente a los cinco que los distanciaban en septiembre. La traducción es que cada una de las dos primeras fuerzas queda con 15 bancas. En CABA, la lista que llevó a Leandro Santoro como primer candidato sacó 25% de votos. Si bien es la mitad de los votos de Juntos por el Cambio, sindican a ese guarismo como el mejor obtenido en mucho tiempo en una elección de medio término por una lista identificada con el peronismo en territorio porteño, siempre adverso a esta identidad política. Además, dos distritos que entonces quedaron en amarillo se volvieron azules: son las provincias de Chaco y Tierra del Fuego.
#AHORA “Un agradecimiento a la militancia: levantamos 5 puntos de las PASO y pudimos retomar el barrio”, celebró Daniel Gollan, diputado electo por el Frente de Todos desde el búnker de Chacarita.#Elecciones2021 #EleccionesLegislativas #EleccionesArgentina pic.twitter.com/nAl7xE3C5h
— Canal Abierto (@canalabiertoar) November 15, 2021
El resultado final parece tener gusto a poco, pero en la Casa Rosada pueden leerlo como una maniobra de reducción de daño frente al Congreso que hubiera surgido de calcarse los resultados de hace dos meses. Ese escenario ponía en riesgo la línea de sucesión presidencial si la oposición cumplía con insinuaciones hechas por María Eugenia Vidal y reclamaba para sí las presidencias de ambas cámaras parlamentarias. Aún sin el quórum propio, con aliados provinciales podrá conseguirlo.
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El Congreso que debatirá y aprobará leyes a partir del 10 de diciembre le será adverso al oficialismo de cara a lo que en los mensajes dados ayer por el Presidente se presentará como una nueva etapa de su gobierno, pasado el peor momento de la pandemia que consumió la mayor parte de su mandato hasta ahora.
Período durante el cual, a pesar de esa situación y apuntando a ser respaldado por el espaldarazo electoral de 2019, el Gobierno amagó con medidas que apuntaron a reformas disruptivas con las que terminó dando marcha atrás. Los ejemplos son la propuesta de un sistema de salud que integrara a los sectores público y privado a comienzo de la pandemia, la estatización de Vicentin y las denuncias y propuesta de investigación en torno al endeudamiento asumido durante la estadía de Macri en la Casa Rosada.
Aprietes desde las principales usinas mediáticas y movilizaciones más ruidosas y violentas que masivas fueron los elementos que hicieron que el Gobierno entendiera que la correlación de fuerzas no habilitaba para avanzar en medidas más profundas tendientes a poder cumplir las propuestas hechas durante la campaña presidencial, hace algo más de dos años.
Cuesta imaginar cómo podrá avanzar en este sentido ahora, cuando esta correlación de fuerzas le será aún más desventajosa, al menos en el plano legislativo. Tampoco tiene los índices de aprobación propios de un Gobierno que recién inicia su camino.
Cada situación es diferente y los contextos políticos, sociales y económicos no son los mismos. Pero en 2009, la derrota del entonces Frente para la Victoria en territorio bonaerense con una lista encabezada por el ex presidente Néstor Kirchner y con intendentes y funcionarios engrosando listas como candidatos testimoniales inauguró uno de los períodos más audaces del kirchnerismo.
Aún con una oposición dispersa en diferentes espacios políticos, al entrar en el Congreso se conformaron en el denominado Grupo A, cuya función fue buscar la obturación de propuestas legislativas del oficialismo que entonces encabezaba Cristina Fernández de Kirchner al punto de dejarla sin presupuesto en el año 2010.
La respuesta del entonces gobierno de la actual vicepresidenta fue escapar hacia adelante. Producto de esa capacidad de iniciativa son medidas disruptivas como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, de Matrimonio Igualitario o la implementación de la Asignación Universal por Hijo. A excepción de la primera y a pesar de ser uno de los caballitos de batalla con los que la derecha ataca y estigmatiza a sus beneficiarios, los 4 años de macrismo no pudieron discontinuar ni diluir esas políticas.
Tras las elecciones de medio término del 2009, los vaticinios del fin del kirchnerismo estuvieron a la orden del día. En un diálogo televisivo, el doctor Mariano Grondona conversaba entre risotadas con el titular de la Sociedad Rural Argentina Hugo Biolcatti acerca de la posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner no pudiera culminar su mandato. En la mañana de ayer, algo similar insinuó el predecesor de Alberto Fernandez al asegurar que su espacio político “colaboraría con la transición”.
Los sueños húmedos de la entente golpista Grondona-Biolcatti se dieron contra la pared del 54% que el Frente para la Victoria obtuvo en 2011 merced al impacto que tuvieron las medidas tomadas a posteriori. De los pasos que empiece a dar el Gobierno presidido por Alberto Fernández de cara a la segunda mitad de su mandato dependerá que este tropezón no culmine en caída.
Foto principal: Bunker FDT, Chacarita. Juan Alaimes