Por Mariano Vázquez | Con el 99,9% de los votos escrutados, una participación del 55% (8 puntos más que en la primera vuelta), Gabriel Boric, uno de los líderes de las protestas universitarias de 2011, se convierte no solo en el presidente más joven de la historia del país (35 años), sino en el más votado desde la recuperación de la democracia. Le sacó un millón de votos (casi 12 puntos de ventaja) a José Antonio Kast, candidato ultraderechista y nostálgico de la dictadura de Augusto Pinochet, quien apeló no sólo a una campaña sucia para ganar las elecciones sino que también fue parte de un complot en plena jornada electoral para torcer el rumbo, que rememoró al lockout patronal contra Salvador Allende.
Esta victoria es hija de las revueltas populares de octubre de 2019. De ese pueblo que dejó literalmente la vida para conquistar una Asamblea Constituyente que entierre la constitución dictatorial y ponga en marcha las consignas del Chile Despertó. El triunfo de Apruebo Dignidad (una alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista), emergente de esa sublevación, lleva en su ADN el sueño de un verdadero cambio estructural para el país: Estado social, ampliación de derechos, redistribución de la riqueza, reconocimiento de las diversidades y plurinacionalidades, el fin del sistema privado de pensiones.
Transcurrían algunas horas de la jornada electoral cuando comenzaron a multiplicarse las denuncias de la ciudadanía por la ausencia de transporte público para poder asistir a votar. Se trató de un boicot orquestado entre el gobierno y los empresarios del transporte para impedir que los barrios populares, con alta participación electoral y favorable a Boric, ejercieran su derecho a votar. Así lo denunció la Federación de Sindicatos del Metro (Fesimetrosa): “Las y los trabajadores del Metro de Santiago estamos al pie del cañón, transportando gratuitamente a quienes ejercen su deber y derecho ciudadano. Exigimos al Gobierno y al Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones que resuelvan urgentemente la falta de buses en las calles. No dejaremos que roben la elección”. Y su presidente, Eric Campos, repudió el “gravísimo rol boicoteador de Gloria Hutt (ministra de Transportes y Telecomunicaciones). Según reportan muchos usuarios y usuarias no hay transporte público suficiente: solo un 51% de flota de un día laboral”.
Complementariamente, la respuesta popular fue contundente: miles pusieron a disposición sus autos particulares para llevar a votantes. “Ante el vergonzoso boicot del gobierno en estas elecciones #recoletaresponde con buses de acercamiento gratuito para quienes deseen concurrir a votar #sueltenlasmicros”, escribió Daniel Jadue, alcalde de la comuna de Recoleta, en su cuenta de twitter. Patético fue el rol del subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, quien primero dijo que no había problemas de transporte y luego amenazó: “El acarreo está prohibido”. La indignación se reflejaba en las calles, pero también mostraba una señal: la desesperación de la derecha evidenciaba su derrota inminente.
En diálogo con Canal Abierto, el analista político y militante comunista Ricardo Balladares, sostuvo: “El boicot produjo un efecto contrario, se activó la solidaridad de las trabajadoras y los trabajadores, de los vecinos y vecinas, algunos fueron caminando, otros en bicicleta, otros facilitaban el traslado de gente en la calle. El gobierno intentó poner en jaque la elección con el engaño y el pueblo respondió con solidaridad, voluntad, entereza y convicción para decir: queremos seguir avanzando en un proyecto de dignidad y transformación”.
Consultada sobre la histórica jornada electoral —que marcó el fin del predominio político en dos bloques de poder desde la recuperación de la democracia en 1990—, la politóloga Lucía Miranda, docente y académica de la Universidad de Católica Silva Henriquez y Flacso Chile, expresó: “Fue una elección reñida no en torno al clivaje izquierda o derecha, sino autoritarismo o democracia. Kast representaba la reivindicación del pinochetismo y la dictadura; mientras que Boric simbolizaba la reivindicación de la democracia”.
“Esta fue una de las elecciones que más gente movilizó a votar desde el retorno de la democracia. Una campaña en la que la derecha instaló fake news, dudas, miedos, una estrategia negativa contra Boric, que fue parte de las movilizaciones estudiantiles, por lo tanto de un fin de ciclo que todas las sociedades viven pero que en Chile comenzó con la Revolución de los Pingüinos en 2006 y la rebelión estudiantil universitaria de 2011 que luchó por la educación gratuita”, subrayó.
Sobre el perfil del nuevo gobierno señaló: “Boric demostró que respeta la institucionalidad democrática clásica, representa un espacio político que congrega mujeres y jóvenes con un discurso que marca el comienzo de un nuevo ciclo, cuyo primer desafío será aprobar la nueva Constitución, generar los mecanismo para que avance porque la estrategia de la derecha fue deslegitimarla a pesar de que Chile es uno de los últimos países del mundo con una Carta Magna aprobada en dictadura. Esto cerraría completamente el ciclo autoritario y haría entrar a Chile en la democracia plena”.
Boric asumirá el 11 de marzo la presidencia y gobernará con un Congreso en el que no tendrá mayoría. Con un paisaje completamente diferente al del sistema binominal, habrá nueve grupos parlamentarios, una mayoría progresista en la Cámara baja y una conservadora en el Senado. Apruebo Dignidad tendrá 37 diputados (sobre 155) y 4 senadores (sobre 50). Lucía Miranda alerta sobre “los 15 diputados de extrema derecha y la necesidad de que la centroderecha recupere el centro, ya que no supo posicionarse frente al clivaje autoritarismo o democracia porque solo reivindicó la libertad de mercado, pero no la libertad de derechos y esa fue una estrategia fatal. Se viene un período de reacomodamiento con la creación de nuevos partidos o su reconfiguración”.
Desde las calles de Iquique, en el norte de Chile, el convencional constitucional y dirigente histórico del Partido Comunista, Hugo Gutiérrez, manifestaba: “Ganó la nueva Constitución Política, lo que estaba en juego no era solo la presidencia de Chile, la ultraderecha sabía que lo que se le iba de las manos era el poder económico, se ponía fin a la forma de saquear al país a través del modelo neoliberal garantizado por la constitución pinochetista. El plan de la derecha falló. Estoy contento porque hoy ganaron los pueblos de Chile que van a construir un país más igualitario, más justo, inclusivo y, sin duda, más democrático”.
La victoria de Boric añade un casillero más a los gobiernos progresistas en la región, y genera esperanzas para el 2022 con elecciones que pueden determinar el fin de presidentes ultras como Jair Bolsonaro (Brasil) e Iván Duque (Colombia). Con esta victoria el Triángulo del Litio (la zona geográfica que comparten Argentina, Bolivia y Chile y que concentra más del 85 % de este mineral) puede encontrar un proyecto de desarrollo trinacional.
La noche del domingo, ante una multitud, el flamante presidente dio un discurso esperanzador. “No se puede gobernar sin la gente, con nosotros el pueblo entra a la Moneda. Seremos un gobierno con los pies en la calle”, dijo Gabriel Boric.
Un nuevo ciclo ha comenzado.
Foto: Marcelo Hernández / El País