Redacción Canal Abierto | Tras sortear la segunda moción de vacancia presidencial en el Congreso de la República con una votación de 55 votos a favor, 54 en contra y 19 abstenciones –para ser aprobada requiere dos tercios del total de miembros del parlamento–, el gobierno de Pedro Castillo se ve jaqueado en estas horas por un paro de transportistas y movilizaciones populares, sobre todo del campesinado, en vastas regiones del país. El alza de los precios de los combustibles y de los insumos para el agro se cuentan entre las principales razones de las protestas de un pueblo muy castigado por la pandemia.
Una de las zonas más calientes de la protesta es la ciudad de Huancayo, la cuna de Perú Libre –el partido de gobierno–, donde se produjeron al menos tres muertes a raíz de la represión aunque aún no se ha esclarecido la responsabilidad material de las mismas.
En este escenario y ante los rumores de saqueos y de un supuesto avance de las poblaciones de los cerros hacia el centro de Lima, cerca de la medianoche del 4 de abril, Pedro Castillo declaró el estado de emergencia y el toque de queda en Lima Metropolitana y Callao entre las 2 y las 23:59 del martes 5 de abril.
#Perú Tras las protestas y bloqueos de rutas en varias regiones del país, en el marco del #ParoDeTransportistas, el gobierno de Pedro Castillo decretó el toque de queda durante todo el día y noche de hoy en Lima y Callao. pic.twitter.com/rna0qzaHVL
— Canal Abierto (@canalabiertoar) April 5, 2022
“Hace varios días estamos en medio de un paro de transportistas. Primero paró el transporte pesado, luego se sumaron los agricultores y el transporte en general en varias ciudades. Se han observado grandes movilizaciones en algunas regiones; las mayores fueron en Piura, en Huancayo y en Ica”, comenta Álvaro Campana, dirigente del Movimiento Nuevo Perú, en diálogo con Canal Abierto.
¿A qué responden estas protestas, aunque no generalizadas, masivas a lo largo del país?
-Hay un malestar general en la ciudadanía, es algo que no podemos negar. La suba de precios por las condiciones externas, pero también por las pocas medidas y la respuesta limitada que ha dado el propio Gobierno, han hecho que la gente ya no lo soporte. Hay un encarecimiento de la subsistencia que ha ido alimentando un descontento popular que, no me cabe duda, los grupos de poder, los poderes fácticos, también aprovechan para seguir desestabilizando al gobierno, un gobierno que no ha tenido capacidad de respuesta alguna, no tiene un mensaje claro sobre nada.
Estos últimos días, hubo muchos rumores de saqueos. Ha habido algunos saqueos en zonas del país, pero en Lima no. Con los rumores de saqueos, luego desmentidos, se ha tratado de generar una situación de temor. Finalmente, esta noche, el Presidente de la República después de un Consejo de Ministros promulgó un decreto supremo para declarar la inamovilidad en Lima Metropolitana y el Callao.
Este hecho ha generado una sensación de arbitrariedad, de autoritarismo, pero también de ineptitud, de no tener claridad sobre lo que está ocurriendo y de qué respuestas se deben dar ante la situación. En los días pasados, frente al paro y a las distintas movilizaciones, a las acciones de fuerza que se han dado en el país, el presidente de la República dijo que el movimiento estaba manipulado.
Hay muy poca disponibilidad para el diálogo cuando la gente ha exigido la presencia del propio Presidente; no es que la gente está pidiendo la salida de Castillo, pero conforme han ido pasando los días y ha ido escalando la cosa, la gente está mostrando mayor descontento que, no me cabe duda, es capitalizado por la ultraderecha.
El pasado 28 de marzo culminó la votación de la moción de vacancia y la oposición no consiguió los 87 votos que requería para vacar a Castillo y apartarlo del poder. ¿Estos sectores ya descartaron esta estrategia?
-Hace unos días, Patricia Chirinos (Avanza País), una de las principales impulsoras de la vacancia en el Parlamento, dijo que el intento de la vacancia por vía parlamentaria estaba cerrado. No me cabe duda que la derecha puede estar apuntando a una táctica más insurreccional. Los medios de comunicación que usualmente catalogan de terroristas o de vandálicos los actos y las acciones de protesta, ahora las respaldan, las azuzan, las levantan como actos de protesta, de rechazo legítimo al gobierno.
El gobierno, no sabemos a base de qué, ha logrado llegar a algunos acuerdos con sectores políticos diversos que le han garantizado que la vacancia sea casi imposible. Los sectores de la ultraderecha son absolutamente conscientes de ello y creo que están optando por otras salidas: generar boicots, bloqueos, movilizaciones. De todos modos no debemos perder de vista que en estas movilizaciones hay demandas legítimas de la ciudadanía, que no se están sabiendo canalizar y que ha permitido que escale el conflicto.
¿Cuál es la situación de Nuevo Perú? ¿Ustedes están cercanos al gobierno en este momento?
–Nosotros estamos fuera del gobierno. El fin del gabinete de Héctor Valer (que duró 72 horas), y la salida de Pedro Francke y Anahí Durand –ministro de Hacienda y Comercio y ministra de la Mujer, respectivamente, ambos cuadros de Nuevo Perú– del gabinete, nos indicaba un viraje del gobierno orientado a la supervivencia. La salida de Pedro es una evidencia de una apuesta por congraciarse con la derecha. Los dichos del propio premier Aníbal Torres que declaró que el gobierno promueve y defiende la economía social de mercado, nos va indicando que hay una capitulación a cambios de fondo.
En este momento en Nuevo Perú hay una postura crítica frente al gobierno pero tenemos algunas indefiniciones, algunos sectores que todavía consideran que el gobierno puede estar en disputa. Nosotros en nuestro segundo congreso dijimos que este era un gobierno en disputa y que por tanto había que pelear la dirección, la conducción, la orientación del gobierno con una perspectiva de transformación. Con este gabinete se produce un viraje que a muchos de los militantes de Nuevo Perú nos hace ver improbable que haya una apuesta genuina por el cambio en el país por parte del gobierno. Pero algunos sectores creen que todavía se puede hacer algo.
Muchos compañeros y compañeras ya consideramos cerrado el capítulo de ser parte del gobierno y no es un tema de cargos, es un tema de las orientaciones. Tenemos un ministro de Economía vinculado a los sectores de siempre, al piloto automático neoliberal y un gabinete conformado en función a un reparto de cuotas de poder, que ha demostrado una gran ineficacia, que no tiene iniciativa política y que no le plantea una agenda clara al país.
Uno de los temas más relevantes es el de los agricultores: se anunció una segunda reforma agraria y hasta ahora no se ve nada y con la crisis, se han encarecido los fertilizantes y eso está generando un descontento muy grande. El sector agrario, la pequeña agricultura fundamentalmente, se siente abandonado y es en este sectores donde de manera organizada se le dio apoyo a Castillo y ahora se tiene un gran descontento. Castillo no ha cumplido sus promesas.
Pero también se han escuchado muchas voces a lo largo de todas estas protestas que no solo cuestionan las medidas de Castillo sino que cuestionan al propio Congreso y plantean o nuevas elecciones o un adelanto de elecciones, pero también muchas voces que hablan de la necesidad de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Esto ha sido silenciado por los grandes medios que ven que se les escapa de las manos la protesta social y se dan cuenta que hay un malestar muy grande, muy de fondo, que está planteando salidas mucho más estructurales a los problemas que tiene.
Para cerrar, Alvaro, ¿qué creés que le deparan los próximos días, las próximas semanas al gobierno de Castillo?
-Creo que con todas las dificultades que hay no podemos tampoco avalar ninguna salida golpista. Yo creo que Castillo a pesar de todo sigue siendo el mal menor, pero el presidente tiene que entender que se tienen que tomar medidas muy concretas para salir de la situación en la que nos encontramos. El Perú tiene recursos para ello: seguimos exportando cobre que ha estado con altos precios a nivel global, se frenó la reforma tributaria, se la dejó de lado. Necesitamos medidas en el tema agrario. El país necesita también mejor comunicación de parte del gobierno. Lo de Huancayo ha escalado absurdamente, el gobierno en vez de fustigar a quienes están en esa movilización debió tratar de de dialogar y de resolver las exigencias y las demandas que está teniendo la población. En vez de ello ha dejado que siga creciendo entonces el pueblo al que tanto invoca parece estar cada vez más convencido de su incapacidad para gobernar.
Correspondería dar un paso hacia adelante, necesitamos un cambio de fondo, pero bueno, todavía eso tiene que madurar. Hay una crisis de liderazgos muy tremenda en el país, tanto en la izquierda como en la derecha, los liderazgos no están a la altura de ofrecer realmente una salida al país, entonces estamos en una especie de atrapamiento.
Esto no lo van a resolver unas nuevas elecciones con las mismas reglas. Yo creo que tendríamos escenarios similares y probablemente con la ultraderecha gobernando.
¿Ustedes están promoviendo como siempre la reforma constitucional?
-Nosotros creemos que no existe otra salida, pero el tema es cómo avanzamos a eso de manera concreta sin liderazgos claros y cuando realmente el Perú vive una situación de fragmentación política y social muy grande. El 80% de peruanos y peruanas viven en la informalidad y con una creciente presencia de economías delictivas, con todo lo que eso significa y con una gran fragmentación y un debilitamiento de las propias organizaciones sociales y populares. Esto en las regiones es mayor todavía y hay regiones donde la informalidad puede llegar al 90% entonces la pregunta es de qué viven los peruanos y peruanas y cómo se están relacionando con estas economías cómo construimos un sujeto político en medio de esta situación tan compleja.
Tenemos que hacer un gran esfuerzo en las izquierdas, reagruparnos y relanzar al movimiento popular y levantar la bandera de una salida Constituyente para no caer en el golpismo, pero tampoco en la complacencia con un gobierno que ha demostrado no tener capacidad de respuesta y haber abandonado las banderas del cambio de fondo que el país necesita.