Por Melissa Zenobi | Mabel Cumbia nació por la ocurrencia de Patricia Lardani cuando se jubiló allá por febrero del 2018, después de haber trabajado 31 años en el Correo Argentino. “Venía de formar parte de otros proyectos artísticos. Entonces les propuse a mis hijas que son músicas, y a otra amiga, armar una banda de cumbia de mujeres”, cuenta Patricia a Canal Abierto sobre los inicios de la banda.
En estos cuatro años –dos de los cuales transcurrieron en pandemia- ya pasaron por los escenarios de fiestas como La Mágica, la Quince Cultural, la Delirante, el Carnaval Porteño, festivales feministas como los del 8M o de los encuentros de mujeres, espacios culturales como el Archibrazo o el JJ, y hasta tocaron en la cancha de Boca Juniors.
El show combina covers de cumbias de todos los tiempos, con temas propios que dejan ver el compromiso con las luchas del movimiento de mujeres y diversidades. “El feminismo nos hizo encontrarnos, ya no desde el lugar de la militancia, sino desde el crecimiento personal de cada una, como mujeres y como artistas integrantes de una banda de cumbia de mujeres”, explican las mabeles: “Mabel es la mina común, la que va a laburar, la que está barriendo la vereda, la que te encontrás en el almacén del barrio. Consideramos que todas tenemos una Mabel adentro”.
Patricia y sus dos hijas María Paz y Camila -la timbalera y la bajista- durante más de 10 años integraron el grupo de teatro comunitario del Circuito Cultural Barracas, donde se formaron como artistas. “Ahí se aprende un poco de todo: la forma de trabajo, a pararse en un escenario, a cantar, a actuar”, recuerda Patricia. Durante ese tiempo varias de las que integran la banda formaron parte de la murga “Los descontrolados de Barracas” y de los elencos de muchas de las obras que ofrece el circuito como por ejemplo El casamiento de Anita y Mirko, y Los chicos del cordel.
“Disfruto y me divierto mucho estando en el escenario con mis hijas. Más allá de lo que comunicamos y de lo que plantamos en cada show, la diversión es fundamental. Siempre antes de subir al escenario decimos lo mismo: no hay errores, sino oportunidades, y que salgamos a disfrutar”, cuenta Patricia.
Mabel cumbia recoge además la filosofía del teatro comunitario, donde no importan los talentos individuales, sino el esfuerzo y el trabajo colectivo: “Yo soy más atrevida y mandada que música. Creo firmemente que todas podemos cantar y tocar si nos mandamos, aprendemos y laburamos. Se necesitaba un instrumento armónico, me compré un bandoneón, aprendí y me mandé. Con ganas le damos para adelante”.
El feminismo nos trajo a muchas un lugar de pertenencia y un horizonte de transformación ¿Qué tiene el arte para aportar en ese sentido?
-La transformación también sucede a partir de la apropiación de espacios, y con Mabel nos pasó de subirnos a escenarios que siempre estuvieron y están referenciados por grandes y reconocidos artistas de la movida tropical, que en su gran mayoría, son todos varones. Y bueno, una de las cosas que también nos dio el feminismo fue esa disputa y conquista de espacios, arriba y abajo de los escenarios: como mujeres, como músicas y como artistas. A la cumbia como a cualquier otro género musical, todavía le falta para despojarse de letras machirulas que ya quedaron hasta viejas.
¿Qué tiene la cumbia para aportarle al feminismo?
-Lo que si aporta es algo fundamental tanto para el feminismo como a cualquier otro colectivo que construya, y es esa sinergia que sucede cuando empieza a sonar una cumbia, el cuerpo se mueve solo. La fiesta y la alegría del baile, de cantar las canciones con las manos en alto.
Fotos: Camila Laham