Redacción Canal Abierto | Organizaciones socioambientales de Baradero, provincia de Buenos Aires, vienen llevando adelante una campaña para concientizar a la comunidad sobre la presencia de agroquímicos en el ambiente y el cuerpo de los vecinos, y a su vez presionar para que las autoridades tomen las medidas de control correspondientes.
Entre otras medidas, resolvieron enviar muestras de orina de niños de seis años y una docente de una escuela rural al Laboratorio Farestaie de la localidad de Mar del Plata. Los resultados fueron alarmantes: el 40% dio positivo en Glifosato y su metabolito AMPA.
Se trata de un Residuo Peligroso (Ley Nº 24.051) que tal como establece la legislación argentina no debiera estar presente en el cuerpo de ninguna persona, mucho menos de niños y niñas. “No tendría que haber ni 0,0001 de Glifosato en ningún caso, pero lo hay”, indicó a Canal Abierto Mauro González, integrante de la Red Local de Estudios Agroecológicos (RELEA), uno de los colectivos ambientales que impulsan la iniciativa. “Incluso hay un caso donde la concentración es tan alta que los profesionales aconsejaron ir más allá y estudiar el posible daño genético”.
Un aspecto a destacar es que no fue la Justicia ni el municipio de Baradero, sino las organizaciones socioambientales las que organizaron y gestionaron la iniciativa. Incluso debieron salir a recolectar el dinero necesario para el estudio mediante el aporte voluntario de la comunidad: “hicimos una campaña de donación con una cuenta y cajitas en comercios locales para que la gente pudiera hacer su aporte”.
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Anteriormente ya se habían enviado muestras de suelo y agua a la Universidad Nacional de La Plata, las cuales también evidenciaron la presencia de agrotóxicos: “en el caso de una de las escuelas el resultado también fue muy alto”.
“Estamos en un mesa de trabajo para impulsar una ordenanza que regule las fumigaciones, pero el municipio está encarando el tema con mucha cobardía e irresponsabilidad”, apuntó González. “Buscan imponer una restricción de 200 o 300 metros, irrisoria; nosotros vamos por una ordenanza que amplíe la zona de exclusión de forma progresiva, arrancando por los 500 metros y hasta alcanzar los mil, como establecieron otras jurisdicciones”.
El modelo agroindustrial que predomina en nuestro país es hijo de la “revolución verde”, un paradigma instalado en la década del sesenta a fuerza de semillas híbridas y transgénicas, fertilizantes sintéticos, productos químicos como herbicidas y hormonas de crecimiento.
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