Hoy, en la sección Funes el memorioso, Hernán López Echagüe propone releer la transcripción de las palabras de Eduardo Galeano en el acto contra las plantas de celulosa de Fray Bentos realizado en Plaza Libertad de Montevideo el 27 de mayo de 2005.
Esta concentración está alimentada por una esperanza colectiva, una esperanza que compartimos todos de que el gobierno escuche otras voces y no sólo las voces que lo urgen a tomar decisiones apuradas en relación con temas fundamentales que son importantes para el país. Porque hay decisiones que toman 15 minutos o veinte pero después tienen consecuencias durante siglos.
Y ahora se da como un hecho consumado que el gobierno aprobó o puso su visto bueno a la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos. Lo que nosotros habíamos solicitado en un manifiesto que firmamos y lo que después hemos subrayado una vez y dos, y veinte veces, es la necesidad de que antes de tomar una decisión que nos parece grave y que puede implicar el envenenamiento del río y la reducción del poco humus que nos queda en la tierra, esto que va a pudrir las aguas y secar las tierras, que no es de ninguna manera obra de la imaginación sino que es la enseñanza triste que han dejado las fábricas de celulosa por la experiencia ya realizada en tierras vecinas sobre todo, en Chile, en Argentina; bueno pues, que se escuchen esos testimonios y que antes de tomar una decisión se piense mucho en lo que se va a hacer. Que se escuchen voces diversas porque esto de las voces diversas al fin y al cabo es también una tradición del Frente. El Frente Amplio [coalición de izquierda en el gobierno] se llama amplio por eso, porque nació queriendo ser amplio; una conjunción de conciencias unidas bajo banderas comunes pero que vienen de lugares diversos y que pueden tener opiniones diversas.
Alguien dijo, no sé si Artigas -probablemente Artigas-, que la contradicción es la única prueba de la libertad. Pero yo además creo que la contradicción es la prueba de la vida, porque la vida es contradictoria y no hay que tenerle miedo.
Nosotros tenemos la certeza también abonada por la experiencia histórica de que cuando se confunde la unidad con la unanimidad no se llega a buen puerto porque no existe una verdad única, sino una suma de verdades que resultan de la contradicción de las muchas verdades que la verdad contiene.
Entonces, no le tenemos miedo a la contradicción y no nos importa, realmente no nos importa que nos llamen traidores por discrepar.
¿O acaso hemos vuelto a los tiempos de la Santa Inquisición y ahora nos van a quemar con leña verde, por creer que alguna de las medidas que el gobierno está tomando son equivocadas o apresuradas? No compañeros, yo creo que hay que reivindicar el derecho a la divergencia dentro de la confluencia y que esa es nuestra mejor manera de ayudar al gobierno a gobernar.
¿Por qué? Porque este gobierno no nació de la oreja de una cabra y no fue votado por un señor que se llama mercado, que parece que es el que nos está tomando los deberes.
Porque ahora se dice: No, lo que pasa (me lo dicen amigos, gente querida, compañeros que quiero), me dicen: Eduardo, vos no entendés que el mercado está satisfecho. Les digo: ¿El mercado? Me dicen: esto no, porque el mercado no quiere. ¿El mercado? Y pregunto: ¿y ese Sr. Mercado es uruguayo? ¿Tiene Credencial Cívica? ¿Votó? ¿Fue votado? ¿Quien votó por el Sr. Mercado?
El Frente Amplio no tiene que rendir cuentas al Sr. Mercado pero si está obligado a rendir cuentas al pueblo que lo votó. En estos días, en estos tiempos, estamos viviendo -yo creo no sólo el Frente, el gobierno, sino el país todo- tiempos muy difíciles. Sin duda que el gobierno ha heredado un país hipotecado, endeudado hasta la manija, cuyos márgenes de soberanía se han estrechado, se han hecho cada vez más angostitos. Y entonces se vive un clima en el cual es muy difícil decir algunas cosas, y yo lo comprendo.
Comprendo que pueda haber sectores de la población, como ahora ocurre con algunos sectores en Fray Bentos, que estén contentos con la idea de que van a trabajar. Porque este es un país desmantelado, donde el trabajo se ha convertido lamentablemente en un privilegio de pocos. Entonces la defensa ecologista del medio, de la tierra, del agua y también de la salud humana parece una cosa de marcianos. Porque se vive un clima semejante al de aquella película (probablemente algunos de los que están acá la vieron) “Bienvenido Mr Marshall”, en la que había un pueblo español enloquecido porque venía Mr. Marshall que iba a traer la plata, o sea, las inversiones, que es otra cosa de la que hablan ahora los expertos todo el tiempo, día y noche.
Hablando de las inversiones, me hace acordar al episodio aquel que vivimos no hace mucho, no recuerdo exactamente, cuando buena parte de este país quedó enferma de tortícolis por mirar al cielo esperando el avión que iba a traer los 3 mil millones de dólares que habían sido prometidos por un embajador de los Estados Unidos que es muy meterete, que por cierto ahora está urgiendo al Parlamento que apruebe una ley de inversiones que contiene cláusulas coloniales humillantes para el país.
Este señor meterete no se ha enterado de que el país cambió, porque la gente votó para que el país cambiara, y cosas que antes resultaban normales, humillaciones aceptadas ahora ya pasan a ser ofensas graves a la dignidad nacional recuperada. Y yo creo que es no sólo nuestro legítimo derecho sino también nuestra obligación, nuestro deber, recordarle a este gobierno que muchos sentimos que es nuestro gobierno, recordarle que la dignidad es su obligación principal y que no se equivocó aquel jefe que dijo:
“No venderemos el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad” (Aartigas)