Por Melissa Zenobi | En plena década del 90, la dupla integrada por los saladillenses Julio Midu y Fabio Junco comenzó a contar historias con una cámara familiar. Las películas y novelas se hacían con vecinos y vecinas actores y actrices y se proyectaban tanto en el cine como a través del canal local. En el año 2004 abrieron esta experiencia comunitaria al Festival del Cine con Vecinos que esta semana se está realizando por décimo novena vez consecutiva.
A través la plataforma tradicional www.cineconvecinos.com, hasta el domingo 20 inclusive se podrá ver la programación competitiva y no competitiva del festival del programador oficial Hayrabet Alacahan. Será la primera vez que –ya pudiendo volver a la presencialidad- el festival no se realice en Saladillo, lugar que viene cobijando esta iniciativa desde hace casi dos décadas. Esto es debido a que no se lograron percibir los apoyos gubernamentales, y ante la imposibilidad de la Fundación Cine con Vecinos de afrontar sola el financiamiento. El cierre será en Neuquén.
En esta oportunidad el Jurado Honorífico está integrado por las y los cineastas: Mónica Lairana, Matías Musa y Araquen Rodríguez, que decidirán entre las categorías: Mejor Producción, Mejor Guión, Mejor Película, la Distinción ARGENTORES y el Premio Revelación de la Cineteca Vida. Además, seis películas fueron seleccionadas para la Sección MUESTRA, de carácter no competitivo.
“La cultura hecha con vecinos tiene un valor muy grande que tiene que ver con el registro que queda del lugar y de la gente de ese lugar”, destacó Julio Midú, responsable junto a Fabio Junco, tanto de la organización del Festival como de la Fundación Cine con Vecinos, en diálogo con Canal Abierto.
¿Cuál es el balance de estos 19 años de festivales?
-Para nosotros es un orgullo haber podido organizar con tanta continuidad, con tantos directores, con tantas películas el festival que sobrevivió a distintas gestiones, gobiernos, problemas. Pero siempre insistimos en que la pantalla tiene que seguir prendida porque es el único festival que permite la presencia de directores que no tendrían lugar en otros festivales, y acá pueden difundir sus historias, su cultura, su cine. En un principio pensamos que íbamos a tener dos festivales, porque no sabíamos cuántas películas íbamos a encontrar todos los años, y de pronto por el hecho de tener una pantalla, los directores encontraban la motivación de tener dónde proyectar sus películas, y nos encontramos año tras año con 50 o 60 películas originales inscriptas al festival.
Teniendo en cuanta el cambio tecnológico que tuvo lugar este tiempo ¿Cómo evaluás estas dos décadas de cine? ¿Cómo llega ese cambio a la pantalla?
-Esto es algo que se nota mucho en lo que fue la primera muestra, desde el primer festival en 2004 hasta ahora, porque la cuestión tecnológica cambió mucho. Esto hizo que todos puedan salir a contar historias desde otro lugar, y eso también ayudó mucho a que la gente se anime a seguir en la búsqueda de producciones nuevas. Sabemos que hacer cine significa mucho más que contar simplemente una historia, pero la realidad es que en este festival valoramos la gente que se anima a hacer y de pronto encuentra que este es un lugar donde hay una pantalla disponible.
¿Qué recordás de los inicios del cine con vecinos en Saladillo, de las primeras películas en los 90?
-Recuerdo la pasión que poníamos para todo. Yo en ese momento no tenía tanta experiencia, y era todo más a pulmón, había una pasión súper contagiosa. Entonces decía “tengo esto”, y hablabas con uno y con el otro y se contagiaban y se ponían al servicio de hacer funcionar ese motor-película, novela, o lo que sea. Y eso era algo muy lindo que siento que ahora falta un poco. Hay una cosa más contenida de arriesgarse a hacer cosas porque tenemos ganas de hacerlas. Siento que ahora están más difíciles esos proyectos comunitarios.
¿Por qué hacer cine con los vecinos?
-Justamente buscando material para el festival, nos ponemos a revisar el baúl de los recuerdos, a buscar películas que hicimos, y de pronto me encuentro con muchas cosas que ya no están. Me encuentro con cuatro o cinco actores que fallecieron, y están acá en una película. En el momento que estás jugando y haciendo, no te das cuenta de ese valor, pero hoy que ves ese material, ese es un archivo histórico maravilloso, de personajes que son parte de la cultura del pueblo. Mi hija, por ejemplo, conoció a su abuelo a través de una película.
¿Qué tiene el Cine con Vecinos para aportar a la comunidad?
-Hemos recorrido todo el país con el INCAA haciendo talleres de cine con vecinos, y esas historias que surgen son muy valiosas. Estamos acostumbrados a ser espectadores de historias que escriben y cuentan otros, y esta es la única oportunidad que uno tiene de ser guionista y protagonista de su propia historia, de contar la historia que uno quiere, desde el punto de vista que elige. Y es muy genuino y lindo que quede un archivo de eso. Hoy en el canal de youtube de Cine con Vecinos hay 150 historias de 150 pueblos, con gente de su lugar. Y eso no se hubiese contado de este modo y a muy poca gente le hubiese interesado contarlas, y ahí están, vivas, para que alguien las vea. Y esto es algo que con el tiempo toma cada vez más valor. La cultura hecha con vecinos tiene un valor muy grande que tiene que ver con el registro que queda del lugar y de la gente de ese lugar.
En relación a las resistencias a encarar proyectos artísticos propios, pienso en cierta falta de valorización que hay de lo propio en la era de las plataformas.
-Sí, y además, con tal de pertenecer a eso, porque es lo que se supone que hay que hacer, uno se formatea así, y en realidad lo que hay que hacer es alejarse de eso para ser lo más auténtico posible. Justamente en la última clase de la ENERC, el programador del oficial Hayrabet Alacahan, que es un cinéfilo, les decía a los alumnos que hay mucho cine que ya no le dice nada porque cada vez más se parece a lo que ya está hecho. No hay versiones propias de situaciones comunes. En este afán de pertenecer, nos estamos pareciendo cada vez más a lo que ya se hizo. Y esto genera un vacío cultural muy grande, porque no hay nada más lindo que tener una propuesta, equivocada o no. Pero esa historia que nadie más hubiese contado puede ser muy movilizadora y transformadora para tanta gente, y ese es un valor que este festival trata de mantener.
Películas disponibles para ver hasta el domingo en www.cineconvecinos.com
SECCIÓN COMPETENCIA
Después de los besos, de Javier de Silvio y Claudio Grillo / (75 min)
EL COiMISIONADO, de Mateo Crenovich / (100 min)
Kill Willy, de Gastón Hache Almada / (86 min)
Los alegres, de Marco Rossi / (70 min)
Proyecto higuera, de Martín Bastida / (82 min)
Villa lila, de Jordán Medeot / (132 min)
SECCIÓN MUESTRA (NO COMPETITIVA)
Brochero, un amigo de dios, de Pedro Peñalba / (92 min)
COSME.COM, de Patricia Pallero / (46 min)
El mundo secreto de Ágata, de Mario Savanco / (49 min)
Más allá del camino, de Ángel Damián Nardone / (74 min)
$0 peso cero, de Pablo Carlassare / (94 min)
Pueblo chico, de Alejo Di Paola / (94 min)