Redacción Canal Abierto | “El lector no encontrará en la nueva crisis una reverencia especial a la crisis del pasado”, advierte el colectivo editorial de la revista crisis en septiembre de 2010, fecha de presentación del primer número de esta cuarta época del mítico proyecto editorial que entre 1974 y 1976 publicó 40 números y dejó una estela imborrable en la cultura vernácula. “Nos proponemos utilizar la fuerza que aquella historia conserva en la memoria de nuestros contemporáneos, como punto de partida para una creación sin garantías. La aventura puede fracasar o puede conducirnos en un sentido innovador. Pero cualquiera sea su resultado, la decisión es manifiesta: el ayer como recurso y archivo, no como meta ni medida”.
Nuevas crisis. Crisis del pasado. Presente, pasado y futuro de crisis. Revolución permanente o crisis continua, una calistenia vital que sacuda la modorra intelectual.
Trece años más tarde, el colectivo que emprendió este proyecto goza de buena salud –han sumado a la revista en papel un portal web, un programa de radio con un panorama semanal en la FM 93.7 Nacional Rock, cursos y charlas-eventos y se le animan también a los informes audiovisuales– pero los costos cada vez más altos del papel, fundamentalmente, y de los insumos y costos en general hacen, edición a edición, más complicada la continuidad de la revista en su formato físico.
1973
Aunque usted no lo crea, hace algunas décadas existían unos dispositivos culturales de uso masivo llamados revistas. Había para todos los gustos: de moda, deportivas, de automovilismo, políticas, infantiles, de espectáculos, culturales, pornográficas… hasta de poesía. Algunos eran proyectos editoriales comerciales, otros de partidos y agrupaciones políticas, de colectivos intelectuales, de instituciones privadas y estatales. Algunas tenían tiradas de decenas y de cientos de miles de ejemplares que eran esperados semanal o mensualmente en los kioscos y se agotaban.
Una de ellas fue crisis, que marcó un parteaguas en la cultura del Río de la Plata. La revista salió a la calle por primera vez en mayo de 1973 cuando Héctor Cámpora asumía la presidencia tras siete años de dictadura. Definida como política y cultural, se editó en Buenos Aires hasta agosto de 1976 cuando, 40 meses y números más tarde, el terror de la represión dictatorial hizo imposible continuar un proyecto del que muchos miembros terminaron desaparecidos, presos o exiliados.
Al frente de la dirección estuvo el escritor uruguayo Eduardo Galeano, pero su fundador y mecenas fue el empresario Federico Vogelius, quien, cuenta la leyenda, vendió un cuadro de Marc Chagall para financiar el emprendimiento. Junto a Fico y amiga de ambos, Julia Constenla, quien desempeñó la secretaría de redacción y luego dirigió la editorial crisis, fue la armadora de la reunión entre las dos cabezas del proyecto en la ciudad de Montevideo.
Ese primer número, con el lema “ideas, letras, artes en la crisis”, tuvo una tirada de 10 mil ejemplares y se agotó en una semana.
2023
50 años más tarde crisis tiene una tirada de 3 mil ejemplares y sale impresa en un hermoso papel ahuesado en lugar del papel de aquella primera edición, el más barato del mercado, hoy de un amarillo casi marrón en los ejemplares que pervivieron. La tirada es otro signo de los tiempos: de una sociedad con consumos culturales masivos al que accedía cualquier trabajador a un país con un reparto de la riqueza cada vez más desigual y en la que los proyectos culturales deben hacer malabares para sobrevivir con un público que debe priorizar pagar el alquiler a sostener la suscripción a una revista.
“Sostener un proyecto y la revista en papel es el corazón de esto que hacemos. Tenemos además el programa de radio, tenemos la web, pero la revista es el corazón, imprimir es el corazón de esto que nos une. Creo que es parte de esa identidad, lo que implica el papel por la apuesta de este objeto que viene a decirnos algo y por el tiempo que propone de producción y de lectura también. Ahí hay también un desafío”, explica a Canal Abierto Natalia Gelós, una de las editoras de la revista junto a Mario Santucho, Ximena Tordini, Juan Pablo Hudson y Nicolás Perrupato.
“Salir un poco de la inmediatez y del bombardeo de la virtualidad, de la hiper información a sentarte a leer. La revista además tiene una temporalidad rara, sale cada dos meses, con lo cual eso nos obliga, desde el contenido, a pensar con otra lógica, no tan inmediata, tan coyuntural y nos permite poder hacer un producto un poco más dedicado. Nos podemos dedicar a trabajar porque producir la revista nos lleva un tiempo que no es el de la inmediatez, sino el contenido nos quedaría atrasado, eso nos obliga a pensar y plantear otro tipo de notas y contenido”, agrega Martín “Rata” Vega, responsable del diseño editorial.
“En el último número hicimos un diálogo con esa primera etapa y hay muchas notas –de aquella época– que de alguna manera sirven hoy y discuten este presente con un montón de información. A partir de eso, intentamos recuperar ciertas discusiones para traerlas ahora y para ver qué es lo que se actualiza y lo que no”, explica Gelós, periodista formada en la Universidad de La Plata.
La crisis de la primera época contó entre sus colaboradores locales con Miguel Ángel Bustos (desaparecido en 1976), Haroldo Conti (desaparecido en 1976), Julio Cortázar, Antonio Di Benedetto, Aníbal Ford, Juan Gelman, Rogelio García Lupo, Raymundo Gleyzer (desaparecido en 1976), Paco Urondo (desaparecido en 1976), Rodolfo Walsh y Roberto Santoro (desaparecidos en 1977), los Osvaldos Bayer y Soriano, entre otros. De toda Latinoamérica podemos mencionar a los cubanos Alejo Carpentier y José Lezama Lima, al paraguayo Augusto Roa Bastos y los orientales María Esther Gilio y Mario Benedetti, o a las estrellas del boom latinoamericano Jorge Amado y Gabriel García Márquez, entre muchos más. Entre los dibujantes que acompañaron su cuidado diseño contó nada menos que con Hermenegildo Sabat y Roberto Fontanarrosa.
“En el último manifiesto hablamos de la idea de lo colectivo que para nosotros es importante. Por ahí, en eso nos diferenciamos de las primeras crisis, donde había una impronta más fuerte de esos grandes nombres, una cosa más de protagonismo. Vas repasando los números y entre los nombres que van pasando estaba gente que fue muy clave para el contexto político y cultural de la época. Hoy la idea es no tanto de individualidades, sino de un colectivo”, propone Gelós, a la vez que cuenta que el colectivo se reúne todas las semanas a pensar la revista, a pensar la realidad y cómo abordarla.
Suscribite
Frente al complejo escenario editorial, al cambio de paradigmas de producción, distribución y venta y a la compleja situación económica, el colectivo de revista crisis lanzó una campaña de suscripción a la revista en sus versiones papel y digital y de donaciones para solventar el proyecto.
El precio del papel está dolarizado históricamente y en el escenario actual profundiza la “crisis” de todo el rubro editorial. “No es sólo una cuestión de costos, fueron cambiando los hábitos de consumo. El kiosco de diarios ya dejó de ser un lugar para sostener la venta, como lo era en la época de la primera crisis, que quizás se agotaba. Además, para llegar al kiosco tenés que imprimir mucho más de lo que vas a vender. Todo eso fue cambiando mucho y nosotros estamos agarrando esa transición, en la que va desapareciendo el kiosco como lugar, y eso nos llevó a pensar otras estrategias: la preventa, la suscripción”, explica “Rata”. “Tenemos que lograr hacernos de stock de papel para un año, esa es la manera de poder sostenerlo porque si vas cada dos meses a comprar, con la inflación, es imposible sostenerlo”.
Podés sucribirte a la revista en este enlace o leer su contenido gratuito online.
Continuidades
Luego de la etapa 1973-76, crisis tuvo una breve segunda etapa dirigida por Vicente Zito Lema (1986-1987), con Vogelius, quien murió luego del primer número, y Galeano siendo parte del proyecto. La tercera época dirigida periodísticamente por Eduardo Jozami y con el empresario José Díaz Colodrero en las cuentas, arrancó en octubre de 1987 y se despidió en junio de 1990 al llegar al número 80.
En 2010 la revista comenzó su cuarta etapa, la actual. “Al retomar crisis, nunca estuvo la idea de que fuera una continuidad. De hecho, en el momento que se empezó con esta etapa se planteó que sea una cuestión generacional; hace 13 años éramos menos viejos (se ríe) y todo el grupo que empezó este proceso era de 40 años para abajo. Hay gente que acercó la propuesta, con los que se habló para darle continuidad, que venían de aquella época y se intentó que haya un salto generacional. De hecho, no continuamos la numeración, empezamos la nueva etapa manteniendo algo del espíritu de lo que implicaba hacer esa revista y cómo abordar el contenido, pero desde una mirada nueva”, concluye Gelós.
“Todo recomienzo es también una pregunta por la vigencia de los supuestos inaugurales. En nuestro caso el propio nombre habilita la interrogación: ¿qué significa hoy la crisis?”, se preguntaba el colectivo en el primer manifiesto en el número 1 de esta cuarta época.