Redacción Canal Abierto | Con Patricia Bullrich encabezando las encuestas en la interna de Juntos por el Cambio, la disputa por el discurso “de derecha” –entendido como liberal en lo económico y conservador en lo social– viene marcando la agenda. Es así que, en un intento por derechizarse aún más, Horacio Rodríguez Larreta tuiteó, como promesa de campaña, que de ser electo presidente terminaría “con la industria del juicio laboral”.
“Desde el 10 de diciembre voy a trabajar para modificar esta Ley de Multas absurda que solo frena a los que producen y dan trabajo. Tenemos que construir un sistema laboral más justo, previsible y equilibrado para todos. Basta de mafias y de aprietes sindicales. Esa Argentina ya no va más”, aseguró. Acompañando su tuit de la noticia donde la empresaria dueña de Lácteos Vidal, Alejandra Bada Vázquez, asegura sentirse “acosada por la Justicia” que la conmina a pagar multas (astreintes) por negarse a reincorporar a los 29 operarios que despidió como castigo por hacer huelga.
Enfundada en la defensa de los intereses del emprendedor, empresario pyme, cuentapropista y hasta del trabajador informal, esta idea de que el derecho laboral atenta contra el empleo y la producción ha cobrado fuerza, y se agigantó en pandemia. Pero, ¿cuánto hay de cierto en las afirmaciones que esgrime?
María Paula Lozano, abogada laboralista y ex vicepresidenta de la Asociación de Abogados Laboralistas, abordó uno por uno, en diálogo con Canal Abierto, los mitos que giran en torno a esta idea.
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Mito 1: “Todos los juicios laborales los ganan los trabajadores”.
Acceder a la justicia del trabajo no es sencillo, hay muchos obstáculos.
“Cuando se invoca algo hay que probarlo, y muchas veces la prueba tiene que ver con testimonios. Pensemos en el ejemplo de quien cobra sin estar registrado o, como se dice, en negro, que es la situación más perjudicial para una persona trabajadora. La única manera de comprobarlo es con compañeras o compañeros que puedan acreditar que la persona trabajaba en relación de dependencia, y eso hay que conseguirlo. Así es que el primer gran obstáculo tiene que ver con la prueba. La falta de ellas hace que muchas veces los juicios se pierdan”, detalla Lozano.
𝐕𝐨𝐲 𝐚 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐝𝐮𝐬𝐭𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐣𝐮𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐥𝐚𝐛𝐨𝐫𝐚𝐥.
Desde el 10 de diciembre voy a trabajar para modificar esta Ley de Multas absurda que solo frena a los que producen y dan trabajo. Tenemos que construir un sistema laboral mas justo,… pic.twitter.com/F5Yp5WH9UL
— Horacio Rodríguez Larreta (@horaciorlarreta) June 2, 2023
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Mito 2: “Hacer un juicio laboral es sencillo y gratuito”.
Por el contrario, hacer un juicio laboral tiene costos de varios tipos.
“El primer costo que paga el trabajador es la discriminación del mercado de trabajo. No debería suceder, pero hay listas negras de personas que reclaman. Entonces, hay un miedo a no poder conseguir un nuevo empleo por haber hecho un juicio”, explica Lozano.
El otro miedo, si la persona está trabajando, es al despido. “Nosotros tenemos un sistema de despido que contempla el despido sin causa, es decir que el empleador puede poner fin a la relación laboral sin causa pagando una tarifa, algo que en otros sistemas no se puede. Eso es disciplinante”, agrega.
Finalmente, están los costos monetarios. “Hay garantías constitucionales y legales para poder llevar a cabo un juicio laboral pero, si bien está el beneficio de gratuidad, es lo concreto eso se traduce en no pagar tasa de justicia y que no te pueda afectar la vivienda propia, nada más. Si lo perdés, tenés que pagar las costas”, aclara la letrada.
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Mito 3: “Hay una industria del juicio laboral”.
Según la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, la población económicamente activa (PEA) es de 14 millones de personas. De ellas, hay unos 900 mil desocupados, y unos 13,1 millones de personas ocupadas que el INDEC divide entre asalariados y no asalariados. Del primer grupo, un 35,5% tiene un trabajo informal (sin descuento jubilatorio), lo que equivale a 3,4 millones de personas. Del segundo, un 13,6% trabaja bajo patrón sin recibir salario (476.000 personas). En otras palabras, casi 4 millones de personas en la Argentina trabaja en la informalidad.
“Si analizamos la cantidad de incumplimientos laborales que hay, de trabajo clandestino, sin derechos (acceso a una obra social, a una aseguradora de riesgos de trabajo, aportes previsionales para poder acceder a una jubilación), tendría que haber millones de juicios laborales y no los hay. Es ínfimo el porcentaje de personas que reclama en relación a la cantidad de incumplimientos que existen. No hay una industria del juicio, por el contrario, lo que existe es una industria del incumplimiento”, analiza Lozano.
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Mito 4: “Aunque cumplas con la ley, te pueden hacer juicio laboral igual”.
Cuando un empleador no cumple con las normas, realizarle un juicio laboral es un derecho. Sin embargo, el fantasma de que cualquier empleador, aun cumpliendo con los derechos laborales de sus empleados, puede ser enjuiciado sobrevuela las noticias y gran parte de las declaraciones políticas del momento.
“Si hay cumplimiento por parte del empleador, el juicio lo puede perder el trabajador, y tiene que pagar todas las costas que eso significa. Así que nadie se anima a hacerlo”, detalla Lozano.
Luego sentencia: “Si hubiese cumplimiento, no habría juicios laborales. Estos discursos están tomando como ejemplo a personas incumplidoras, como el tuit de Larreta”.
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Mito 5: “Las huelgas son aprietes sindicales”.
A diferencia de lo que ocurría en el Siglo XIX, hoy las huelgas en todo el mundo occidental son un derecho constitucional.
“La huelga es la posibilidad que tienen las personas que están en situación de subordinación para reclamar, porque dependen de su fuerza de trabajo para sobrevivir. Y la única herramienta que tienen es, justamente, no poner a disposición su fuerza de trabajo. Gracias a la huelga, se lograron otros derechos, el avance en normas, mejoras laborales. La huelga ocasiona un daño concreto, pero después irradia beneficios, no sólo para ese conjunto de trabajadores, sino para la sociedad porque permite el progreso, el avance de derechos y el avance de mejoras en las condiciones de existencia”, recuerda Lozano.
Luego puntualiza: “En el caso de esta señora (Alejandra Bada Vázquez), lo que aparece es un incumplimiento laboral que lleva a una medida de fuerza. Y esta pyme, además, tiene una sentencia judicial que también está incumpliendo, por lo que se le impusieron sanciones económicas, astreintes (no multas laborales, como dice Larreta). En aras de la seguridad jurídica, ¿qué cosa más gravosa hay que no cumplir una sentencia judicial? Es llamativo que el jefe de Gobierno actual desconozca que su propia Constitución lo obliga a respetar y realizar los derechos laborales. ¿Cuál es el discurso? ¿Que vale todo? ¿Que ante una empresa que no cumple una sentencia judicial o que no pague los salarios, que no categorice correctamente, la persona tiene que aceptar? Entonces, se está propiciando un trabajo en condiciones de esclavitud, que se den por tierra las garantías básicas que fueron reconocidas a principios del Siglo XX”.
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Mito 6: “Con menos derechos laborales va a haber más trabajo formal”.
Durante la pandemia, un discurso noventista comenzó a cobrar fuerza entre la clase trabajadora: que la flexibilización de las condiciones laborales generaría menos costos para los empleadores y así podrían contratar más personal. Y es que el COVID-19 evidenció que la brecha entre los trabajadores formales y los informales era, en la práctica, un abismo. Así, mientras los primeros gozaron de sueldos y protección, los segundos gozaron de nada.
“Esto tiene una respuesta de constatación empírica. En distintas épocas, tanto en Argentina como en el resto del mundo, cuando se recortaron derechos y se afectaron las condiciones de quienes dentro de los trabajadores estaban mejor, esa afectación de derechos afectó al conjunto de las personas trabajadoras. Nunca la informalidad o la precariedad dieron condiciones para distribuir mejor el empleo y los salarios. Es decir: recortar derechos nunca benefició a los trabajadores, sino que generó más miseria y menos consumo. Eso desencadenó el 2001, con la desocupación en dos dígitos –resalta la abogada–. Este mito lo único que busca es acrecentar ganancias inmediatas, pero termina siendo contraproducente para el propio empresario, que con trabajadores en la miseria, que consumen poco, también vende poco. En general, es al revés: cuando se suben los pisos de protección, eso beneficia a todas las personas trabajadoras, inclusive a quienes están en situación de informalidad”.
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Mito 7: “Las pymes cierran por los juicios laborales”.
“No hay pyme que cierre por un juicio –asegura Lozano–. Si hay, son casos absolutamente extraños. Cerrar o no una actividad tiene que ver con condiciones de mercado, con facilidades, con el producto, con posibilidades de llevar adelante una actividad o no, con la competencia, con si hay mucha importación, si hay proteccionismo del sector, con el sistema impositivo”.