Por Inés Hayes | Taurino nació en Caucete, provincia de San Juan. Su madre murió cuando él era joven y su padre trabajaba en el campo y era de filiación peronista. Durante su juventud trabajó como lustrador de botas hasta 1959, cuando se fue a Buenos Aires y luego se radicó en Córdoba donde debió realizar el servicio militar. Trabajó en Perkins y en Transax como soldador y fue por ese empleo que se afilió al SMATA. En 1970 entró en EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba) y se vinculó al sindicato de Luz y Fuerza, en donde comenzó a militar orgánicamente y llegó a formar parte de la comisión directiva junto a Agustín Tosco.
Fue encarcelado durante el gobierno de Estela Martínez de Perón y deportado a España en 1979.
En esta entrevista con Canal Abierto, repasa su historia con una mirada puesta sobre el presente, recuerda a Tosco y asegura: “Éramos como perros de presa, teníamos odios de tiempos pasados”.
¿Qué continuidades ve entre las luchas que llevaron a cabo en el 69 con el Cordobazo y las de hoy?
-En aquel tiempo existió una vertiente muy importante, fundamentalmente en la década de 60 de lo que se llamó el sindicalismo de liberación. Esa vertiente desgraciadamente con la represión fue eliminada casi de raíz. Fuimos muchos a la prisión y muchos desaparecieron. Ahora, en la actualidad, lo que tenemos que hacer es construir fuerza organizada y el tema de la liberación, debe ser el objetivo clave. La única opción que puede haber para la unidad, es que todos tengamos claro que es por la liberación del capital.
¿Qué recuerda de Tosco, de esos años de lucha?
-Era un hombre que tenía una alta preparación intelectual y una conciencia de clase asumida totalmente, por eso es que fue perseguido tenazmente y murió tan joven a los 45 años. Tengo muchos recuerdos con él, por ejemplo charlas. En una oportunidad, después del golpe de Estado a Salvador Allende estuvimos acá en Buenos Aires al frente del Parlamento que se hizo y que llevó adelante el llamado funeral cívico a Salvador. Pudimos constatar el predicamento que tenía este hombre y fundamentalmente en la juventud, era admirable eso, uno de los cánticos era “Tosco, corazón, el pueblo te requiere para la revolución”. Luego cuando nos fuimos de acá en un Ford Falcón de regreso para Córdoba, no había mucha velocidad en el auto, así que veníamos turnándonos para manejar y por ahí nos paramos a comer algo. En los momentos en que me tocaba estar en los asientos traseros con el Gringo, yo le hacía muchas preguntas. Créemelo que por aquel entonces todavía yo tenía la creencia de la existencia de un ser superior, te digo esto porque es parte de la maduración que uno ha tenido con el curso del tiempo. Entonces le pregunto sobre Dios y me dice ‘mira, ¿cuántos sentidos tenemos nosotros? ¿podés ver o sentir la presencia de un ser superior con alguno de los sentidos? Me dejaba sin respuesta de ninguna naturaleza, pero después de un pequeño intervalo de quedarnos callados, nos reíamos los dos. Él era diez años mayor que yo.
¿Cómo era la organización sindical?
-Nosotros formamos parte de la organización sindical del Consejo Directivo pero éramos como perros de presa, teníamos odios de tiempos pasados. En mi caso, éramos 10 hermanos y conocíamos la pobreza en los hechos porque vivíamos para el noroeste, cerca de los límites de San Juan y La Rioja. Después del 70 yo estuve cinco años en la prisión en Córdoba y también en Resistencia, Chaco, y después fui deportado a España otros cinco años.
¿Qué recuerda de los días de mayo del 69?
-El Cordobazo es una resultante de todo lo que desencadenó el 55, veníamos de golpe de Estado tras golpe de Estado. Si salíamos a la calle teníamos que enfrentarnos a la Policía. Por ejemplo para hacer fuego en la calle no era como ahora prender una cubierta, había que llevar aserrín como para aprender fuego y miguelitos. Nuestra sorpresa esos días era notable porque nunca supusimos que pudiera llegar a ese nivel. La convocatoria era reunirnos frente al local de la CGT, pero cuando nos enteramos de que había muerto el compañero Máximo Mena, estalló todo. La incorporación de los estudiantes fue un hecho muy notable porque los milicos intervenían las universidades, disolvían los Centros de Estudiantes, cerraban los comedores y los estudiantes buscaban para el lado del centro para ir a los sindicatos que estaban dispuestos a la movilización. Y ellos nos traían la parte teórica. Después aparecieron los curas por el Tercer Mundo que también fue un hecho considerable, esos muchachos jóvenes que decían que al pueblo antes de hablarle del espíritu, hay que ver si tiene algo en el estómago.
Foto principal: Telam