Redacción Canal Abierto | “Me di cuenta, siendo dirigente estudiantil de mi secundaria en tiempos de dictadura, que cantando yo podía convocar y convencer a más gente que la que podía lograr a través de los discursos”, cuenta Francisco “Pancho” Villa, cantautor chileno de vasta trayectoria y compromiso social que este 19 de septiembre conducirá el coro del homenaje “1000 guitarras y mil voces para Víctor Jara” en la comuna de Recoleta de Santiago de Chile.
Villa ha hecho una carrera artística en la que hace eje en la realidad social del país y el mundo, vinculando arte y militancia social, siguiendo la tradición de los cantautores latinoamericanos de los años ‘70. Es autor de varios discos de lo que se considera la trova chilena. Canal Abierto dialogó con él en las vísperas de la realización del homenaje a Jara.
¿Qué implica para vos Víctor Jara, qué significa en tu vida y en la de los chilenos?
-Víctor es una referencia permanente. Yo supe de Víctor siendo muy niño, me formé como niño en tiempos de dictadura. El día del golpe yo tenía cinco años, estaba por cumplir 6. Víctor siempre fue una referencia clandestina en mi casa. Mi padre era un militante comprometido con el gobierno de la Unidad Popular; era comunista, profesor y muy buen guitarrero. Él se encerraba en su habitación y yo lo escuchaba cantar canciones. Entre ellas había dos o tres que me llamaban especialmente la atención; con el tiempo me enteré que eran de un tal Víctor Jara, que estaba absolutamente prohibido en Chile y solamente cantar una palabra de sus canciones podía implicar un riesgo de vida. Por eso mi padre las cantaba muy bajito en su pieza, en aquella casa familiar que, para peor, lindaba con una comisaría.
Con el tiempo, en la adolescencia ingresé a la Juventud Comunista. Me convertí en un militante clandestino contra Pinochet. En medio de todo eso, la guitarra también se me hizo algo permanente y necesario. Me di cuenta, siendo dirigente de los estudiantes de mi secundaria en tiempos de dictadura, que cantando yo podía convocar y convencer a más gente que la que podía lograr a través de los discursos convencionales de los dirigentes, que yo también los realizaba.
Evidentemente, ahí había canciones que cantar y esas primeras canciones eran indiscutiblemente de Violeta Parra, de Víctor y muchas canciones que cantaba Mercedes Sosa. Ese fue mi primer patrimonio musical y en medio de eso estaba Víctor. Él tenía un agregado muy importante y es que no era solamente un gran músico, un gran actor, director de teatro, un gran artista, sino que era además un gran militante, un militante político, un activista permanente. Él no solo se quedaba predicando desde el escenario, sino que además participaba en la organización política, estaba en la calle, estaba en la reflexión, estaba en el debate público, con o sin guitarra, y eso le otorgaba a él un valor adherido a su condición de artista, que creo que además fue lo que lo hizo trascender como artista, esa mezcla del activista con el artista.
Por lo tanto, a mí me llamó especialmente la atención porque yo estaba cultivando ambas cosas, la canción como una manera de expresión y el activismo como una manera de definición vital respecto de lo que pasaba en mi país y en el mundo. Por lo tanto Víctor es una referencia absoluta para mí, para mi generación y para el mundo.
También está la situación de su asesinato. Hay pocos casos en el mundo que una persona tan notable como él, con sus características, haya sido asesinado de ese modo. Entre los miles de muertos que provocó la dictadura, las referencias mayores son Salvador Allende y Víctor Jara, este hombre que con una guitarra logró instalarse en términos de referencia a la par de Salvador Allende. Un hombre realmente notable por su apuesta en la vida y por lo que significó su muerte y cómo la gente que lo amaba, que lo amamos, hemos logrado hacer que su legado no sólo perdure, sino que además se multiplique.
¿Qué mensaje quiso dar la dictadura al pueblo chileno con su muerte.
-Era una advertencia. Era decir, ‘mira, no tenemos contemplación ni porque el tipo sea conocido, nos da lo mismo. Si esto le pasa a un tipo conocido, imagínate lo que te puede pasar a ti si te atreves a levantarte en contra mía’. Ese era el mensaje claro de la dictadura.
Debiéramos decir que, a pesar del costo irreparable que significa su muerte, dada la trascendencia que tuvo les salió el tiro por la culata porque le dieron a la obra de Víctor, y a lo que representaba Víctor, una vitalidad mayor que la que tenía incluso en vida. Entonces, finalmente hay una lección: que aún cuando las dictaduras y la prepotencia de los poderosos parezca absolutamente evidente e incontrarrestable, hay un lenguaje, una forma, una manera de combatir la prepotencia con la que ellos no pueden. Ellos combaten con una violencia evidente, una violencia práctica, la violencia física, pero no pueden combatir una abstracción que tiene una contextura casi física, como es el arte, como es la literatura, la música. Son elementos que para ellos son incontrarrestables.
Si no hubiese sido por la cultura y por el arte, no solamente la música, la literatura, el teatro popular, la danza, la pintura, la lucha contra la dictadura no habría tenido éxito. Porque donde la gente encuentra la emoción, encuentra el primer paso para la acción. Ahí donde el razonamiento, el trabajo intelectual te deja sólo el reconocimiento de una situación y no necesariamente te impulsa a tomar acción, el arte sí, porque el arte opera en el mundo de las sensaciones, de las emociones. A veces tú puedes no tener muy claro cómo es que quieres lograr lo que quieres, pero sabes lo que quieres y el arte te invita a asumir la búsqueda de eso, aún cuando no lo tengas claro. Esa es la gracia que podemos rescatar de lo que significó y sigue significando Víctor en las luchas de nuestro pueblo, en la memoria colectiva de un montón de seres humanos, que ni siquiera lo conocieron.
Hay generaciones entre Víctor y los jóvenes. Hoy hay adolescentes que tienen a Víctor de referencia. Entonces es realmente inconmensurable la emoción que produce saber que a 50 años de la muerte de alguien, ese alguien esté tan presente en la vida cotidiana de millones de seres humanos. Tan vivo.
¿Cuál es la intención del festival “Mil guitarras y mil voces por Víctor Jara”? ¿Cómo funciona?
–1000 guitarras es un ritual masivo. La idea es tributar a Víctor pero ya no sólo por los músicos profesionales sino por el pueblo. El pueblo que asume las guitarras, sepas tocar maravillosamente bien o sepas dos o tres acordes. Se junta el pueblo a homenajearlo en un espacio público; en donde el que quiera llega y se instala, no hay casting, no hay selección, no hay prueba de nada. El que se sienta convocado se suma, la gente se organiza en torno a un repertorio específico, lo practican un par de veces antes y luego lo hacen en un ritual público y masivo en una plaza de Recoleta.
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El homenaje se realiza con el apoyo de la municipalidad de Recoleta, una comuna del gran Santiago conducida hace varios años por Daniel Jadue, un alcalde comunista que ha sido una gran referencia en estos años. Este homenaje se hace 11 años y con el tiempo ha crecido y se ha transformado en un gran festival al que van miles de personas a presenciar esto que originalmente era Mil guitarras y el año pasado,. en la décima versión, se incorporaron las voces. Nos dimos cuenta la gente quiere homenajearlo no sólo tocando guitarra; hay mucha gente que quiere homenajearlo y no sabe tocar instrumentos pero canta. Entonces convocamos con los mismos criterios que se convocó a las guitarras a la gente que quería cantar las canciones de Víctor y luego mezclarlas con las guitarras. El año pasado se formó un coro de unas 300 a 400 personas que interpretaron un gran repertorio de Víctor Jara.
Yo he tenido la fortuna de participar en varias versiones como artista interpretando las canciones acompañando a los guitarristas. Muchas veces se invitaron artistas y cantantes profesionales, este año también, pero no tantos como en años anteriores porque le hemos ido dejando mucho más espacio al coro y a las guitarras para que sean ellos los protagonistas.
Este es un coro popular que no es un coro polifónico, es un coro masivo que canta al unísono y cuando mucho a dos voces porque la idea es que nadie se vea impedido de cantar por alguna complicación técnica. Este es un homenaje del pueblo con lo que tiene el pueblo, con sus virtudes y sus defectos. Este año me ha correspondido ser quien prepare a esas voces, yo voy a dirigir al coro y Leoncio Faúndez va a dirigir a los guitarristas. También hay un director general que va a dirigir una banda que va a apoyar a las guitarras.
En Chile es una actividad que se espera anualmente, por lo tanto estoy muy honrado de ser parte de este ritual y tener también alguna injerencia en la toma de decisiones de lo que se va a llevar adelante.
El día 19 de septiembre, acá en Chile se conmemoran las glorias del Ejército, un ejército criminal. Entonces, la idea original que corresponde al propio alcalde era hacer un ritual que contrarreste este episodio del 19, que se conmemora con marchas militares, con discursos militares, y contraponer este gran evento con las canciones de Víctor Jara.
El punto de partida del evento será con un homenaje a los militares constitucionalistas que defendieron al gobierno de Allende, que no fueron pocos pero que han sido invisibilizados durante todos estos años.
Es también el mismo día que se encontró el cuerpo acribillado de Víctor, hace 50 años.
-Sí, es un día con muchas connotaciones. Es un rito, muy sentido por la gente y debo decir que gran parte de los artistas, de los cantantes, de los músicos y cantautores chilenos reconocidos, en algún momento de su trayectoria han pasado y han cantado en este festival.
Decías que cuando eras pequeño tu padre tocaba sus canciones. ¿Cuál recordás como tu canción favorita o que te haya provocado mayor impacto?
-Bueno, la primera que escuché y me dejó asombrado, es una canción que se llama “Plegaria a un labrador” que es una pieza musical hermosa y ni te digo lo que es términos literarios, es una gran obra que tiene un gran sentido épico y donde reúne dos mundos que hasta ese momento, en la escena política no solo chilena sino mundial, estaban bastante separados, el mundo racionalista, socialista, marxista con el mundo idealista católico y que estaban en posiciones contrarias. Él en esa canción da cuenta de una mirada mística pero a la vez revolucionaria de la situación del ser humano en alusión al concepto de Dios también, es un poco lo que representó más tarde la Teología de la Liberación.
La gracia de Víctor Jara era que era un hombre que tenía una cosmovisión y a través de la música y la literatura él la entregaba. Ejercía un gran liderazgo político y social, no era sólo un cantante que predicaba desde el escenario. Era un activista permanente. Era un un gran referente. No era un artista solamente, que ya es mucho decir, sino que además era muchas otras cosas y eso es lo que le da la estatura que tiene.