Redacción Canal Abierto | Además de la Ley Bases, hoy el plenario de comisiones de Legislación General, Presupuesto y Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados comenzará a tratar el llamado paquete fiscal, con el objetivo de que ambas leyes lleguen al recinto la semana que viene. Además de los cambios en el Impuesto a las Ganancias y en el Monotributo, el proyecto busca impulsar un nuevo Blanqueo de Capitales y reducir Bienes Personales.
En el caso del Blanqueo, el proyecto exime de cualquier pago a quienes declaren activos de hasta U$D100.000. Para cifras superiores, en tanto, se aplica una alícuota en tres etapas de 5%, 10% o 15%, según el momento de ingreso. Como consignaron desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) en un artículo publicado el domingo por El Cohete a la Luna, si el dinero se deposita en una ALyC (Agente de Liquidación y Compensación) tampoco debe pagarse el impuesto especial y, en ese caso, ni siquiera tiene límite. “La única exigencia es mantener el dinero bajo titularidad del contribuyente hasta el 31 de diciembre de 2025”, aclararon.
Distintos especialistas coinciden que este blanqueo es aún más laxo que el implementado por Mauricio Macri en 2016, o por Cristina Fernández en 2008 y 2013. Así, porque incluye tanto a residentes como no residentes que quieran volver a serlo, y solo excluye a quienes hayan sido funcionarios en los últimos cinco años, así como a sus cónyuges y convivientes (o ex en el mismo plazo), y a los ascendientes y descendientes en primer grado, por consanguinidad o afinidad.
En el caso de Bienes Personales, en tanto, la propuesta incluye dos regímenes pero, en términos generales, lo que se busca es elevar el mínimo no imponible, brindar “estabilidad fiscal” y reducir la tasa máxima que ahora es de 2,25% al 0.45%.
La casta festeja
En diálogo con Canal Abierto, Leandro Bona, Doctor en Desarrollo Económico por la Universidad Nacional de Quilmes, señaló que ambas medidas implican, “lisa y llanamente, una transferencia de ingresos hacia los sectores más pudientes”.
En relación al blanqueo, explicó que básicamente está dirigida a quienes acudieron a distintos mecanismos para evadir al fisco, en lo que comúnmente se conoce como “fuga de capitales”. “Se trata de un fenómeno muy relevante en Argentina, dado que hay aproximadamente un PBI en el exterior”, señaló.
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De esta forma, “las tenencias de argentinos y argentinas fuera del país, o no declaradas, alcanzan prácticamente el mismo valor que todo lo que la economía argentina produce en un año”. En total, detalló el también investigador de FLACSO, se calcula que hay alrededor 350.000 millones de dólares en el exterior.
A diferencia del blanqueo, este fenómeno no es gratuito para el país, sino que por el contrario trae aparejados distintos problemas. “Por un lado, el Estado recauda menos impuestos, y en segundo lugar, la fuga genera mayor regresividad tributaria porque si no le cobras a los que más tienen simplemente estas replicando una distribución de ingresos que es muy desigual”, precisó Bona.
“En tercer lugar –continuó-, son recursos que al final no se invierten, no se transforman en algo que podría generar empleo o actividad en el país. Y en último lugar, pero no menos importante, son recursos que no robustecen las reservas del Banco Central, que pierde potencia a la hora de defender el valor del peso”. “Y si el Banco Central no puede defender el valor de peso, eso presiona para que haya devaluaciones que casi siempre conllevan aumentos de precios, lo que de vuelta tiene un segundo impacto en la distribución del ingreso”, remarcó.
La modificación en Bienes Personales, un impuesto que “por definición es progresivo, porque no hay forma de que capture a alguien de ingresos bajos o con pocas propiedades”, también apunta a “reducir, otra vez, lo que se le va a cobrar a las mayores fortunas o a los propietarios de mayores ingresos”, indicó.
Esperando el milagro
“La pregunta que viene ahí es si toda esta plata que acumulan los ricos va a derramar de alguna forma”, planteó Bona. En ese sentido, señaló que el razonamiento del Gobierno es que los empresarios estaban, y siguen estando, sometidos por regulaciones e impuestos, pero que gracias a estas medidas esa riqueza va a volver al sistema y se va a traducir en mayores inversiones o en más créditos provenientes de ese ahorro.
Sin embargo, “lo que vemos es que muchas veces no derrama, al contrario, se termina transformando en fuga de capitales, que genera todos los problemas que dijimos antes”. Así, porque “en Argentina, los sectores más concentrados no tienen un perfil inversor muy tradicional, sino que por el contrario, diversifican su cartera de negocios, entre otras cosas, exteriorizando sus excedentes. Es decir, comprando propiedades o teniendo cuentas en el extranjero para no pagar impuestos”.
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En paralelo, “los niveles de inversión se concentran en sectores que ya por sí mismos son atractivos”. “Es decir, no es que por desgravar impuestos Marcos Galperin va a empezar a invertir en la industria manufacturera metalmecánica en Argentina. Los sectores que van a tener un proceso de inversión son aquellos que históricamente tienen una ventaja comparativa en Argentina, es decir, los sectores ligados a la minería, al petróleo, a la extracción de energías, el sector agrícola y todo el sector primario en general”.
“Pero además- remató Bona citando al francés Thomas Piketty- si uno mira lo que ha hecho el mundo en los últimos 40 años, lo que se hizo fue cobrarle menos a los ricos, y eso lo que ha generado fue un aumento de la desigualdad, una disminución de la tasa de inversión y una hiperconcentración de la riqueza. Pero nunca generó más empleo, mejores salarios o mejores condiciones de vida en general”, aseguró.
Ilustración principal: Marcelo Spotti