Redacción Canal Abierto | “Vino un nuevo comandante. A las seis de la mañana, salimos con él en la primera patrulla. Se detiene. No hay un alma en las calles, sólo un niño de cuatro años jugando en la arena de su patio. De repente, el comandante echa a correr, agarra al niño y le rompe el brazo a la altura del codo y la pierna aquí. Le pisotea el estómago tres veces y se va. Todos nos quedamos ahí con la boca abierta. Mirándolo en estado de shock… Le pregunté al comandante: ‘¿Cuál es tu historia?’ Me dijo: ‘Hay que matar a estos niños desde el día en que nacen’. Cuando un comandante hace eso, se vuelve legítimo”. Este es el relato de una reservista de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), pomposo título del ejército colonial sionista.
Esta breve crónica fue publicada en el periódico israelí Haaretz, en una columna de opinión firmada por Yoel Elizur. El psicólogo señala que “‘Cuando sales de Israel y entras en Gaza, eres Dios’, en la mente de los soldados israelíes que cometen crímenes de guerra”, y se preocupa por el impacto de la brutalidad en la salud mental de los soldados. Señala el daño moral que conlleva a Israel cometer un genocidio -equiparable al Holocausto que sus abuelos y bisabuelas sufrieron a manos del estado alemán en la Segunda Guerra-. “Estas políticas socavan el código de conducta de las FDI, apoyan las atrocidades y aumentan el riesgo de daño moral”, sostiene.
Ya en marzo de 2024, la relatora Especial de las Naciones Unidas (ONU) para los territorios palestinos Francesca Albanese afirmó, al presentar un informe de la invasión israelí a Gaza ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que “hay motivos razonables para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del crimen de genocidio contra los palestinos como grupo en Gaza”.
Este 24 de diciembre, en vísperas de la navidad, publicó en la red social X el siguiente mensaje, acompañando el relato con el que abrimos la nota: “Historias como la del comandante israelí que rompió los huesos de un niño palestino de cuatro años con sus propias manos son una confirmación de que no sólo el ejército israelí está podrido hasta la médula, sino también de que lo están todos los gobiernos que permiten que estos crímenes horribles se normalicen”.
Al recibir una distinción de la publicación PassBlue que monitorea la actividad de las Naciones Unidas, creada por el Instituto Ralph Bunche de Estudios Internacionales de la City University de Nueva York, Albanese sostuvo: “Este reconocimiento, al igual que otros elogios que he recibido últimamente, no se debe tanto a mis acciones durante los últimos 14 meses (la oposición normal de un ser humano sensible a un genocidio), sino más bien al silencio de muchos, particularmente en Occidente, que deberían haber hablado y actuado contra los crímenes israelíes y han optado por no hacerlo. Me pregunto cómo logran dormir por la noche”.
Moral colonial, silencio y barbarie
La escritora y filósofa judeo-alemana Hannah Arendt (1908-1975) señaló que “la muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie”. Podríamos asegurar que el estado de Israel se levanta sobre la tumba de la empatía.
La polítóloga y docente, quien enfrentó al nazismo tempranamente y debió exiliarse en 1933 de Alemania, se opuso a los totalitarismos de cualquier clase y criticó el nacimiento del estado de Israel por la fuerza, sin tener en cuenta al pueblo palestino. Sostuvo en sus escritos que la paz sólo podría alcanzarse con el entendimiento y un acuerdo justo entre árabes y judíos, apoyando la tesis de un estado binacional o de una federación de naciones de Medio Oriente.
Ya en 1950, en el artículo “¿Paz o armisticio en Cercano Oriente ?”, advertía que “el proyecto sionista habría de conducir a una crisis moral y política” marcada por “el terrorismo y el aumento de los métodos totalitarios que se toleran en silencio y se aplauden en secreto”. Su advertencia es realidad plena desde hace décadas y la nakba (catástrofe en árabe) se profundiza día a día después del 7 de octubre de 2023.
Apartheid
La escritora y activista palestina Susan Abulhawa leyó un discurso multiplicado al infinito en las redes sociales, en ocasión de que la sociedad de debate Oxford Union de la Oxford Univerity aprobara una moción que declaraba a Israel Estado de apartheid responsable de genocidio.
“Cuando estuve en Gaza, vi a un niño de no más de nueve años al que le habían volado las manos y parte de la cara con una lata de comida trampa que los soldados habían dejado para los niños hambrientos de Gaza. Más tarde supe que también habían dejado comida envenenada para los habitantes de Shujaiyya y que, en los años ochenta y noventa, los soldados israelíes habían dejado juguetes con trampas explosivas en el sur del Líbano que explotaban cuando los niños los tomaban”, narra la poeta Abulhawa.
Antes de esto repasa los discursos que históricamente construyeron la posibilidad para que un Estado se convierta en genocida y gran parte de su población ejecute este crimen contra la humanidad. “Los palestinos son como las rocas de Judea, obstáculos que hay que salvar en un camino difícil” (Chaim Weizman, en el Congreso Sionista Mundial de 1921). “Debemos expulsar a los árabes y ocupar sus lugares” (David Ben Gurion, alias de David Grün, primer primer ministro de Israel)… “Tenemos que matar y matar y matar. Todo el día, todos los días” (frase de 2018 del ¿intelectual? Aaron Sofer, asesor político israelí).
Luego propone invertir los roles: “si los papeles se invirtieran, si los palestinos hubieran pasado las últimas ocho décadas robando hogares judíos, expulsando, oprimiendo, encarcelando, envenenando, torturando, violando y matando judíos; si los palestinos hubieran matado a unos 300.000 judíos en un año, atacado a sus periodistas, sus pensadores, sus trabajadores sanitarios, sus atletas, sus artistas, bombardeado todos los hospitales, universidades, bibliotecas, museos, centros culturales y sinagogas israelíes y, al mismo tiempo, instalado una plataforma de observación donde la gente acudiera a contemplar su matanza como si fuera una atracción turística;
“Si los palestinos hubieran acorralado a cientos de miles de judíos en tiendas de campaña endebles, los hubieran bombardeado en las llamadas zonas seguras, los hubieran quemado vivos, les hubieran cortado la comida, el agua y las medicinas;
“si los palestinos hicieran que los niños judíos vagaran descalzos con ollas vacías; les hicieran recoger la carne de sus padres en bolsas de plástico; les hicieran enterrar a sus hermanos, primos y amigos; les hicieran salir a hurtadillas de sus tiendas en mitad de la noche para dormir sobre las tumbas de sus padres; les hicieran rezar por la muerte sólo para reunirse con sus familias y no estar solos nunca más en este terrible mundo, y les aterrorizaran de tal manera que sus hijos perdieran el pelo, la memoria, la mente, e hicieran que los de tan sólo cuatro y cinco años murieran de ataques al corazón;
“si un francotirador palestino se jactara de haber reventado 42 rótulas judías en un día, como hizo un soldado israelí en 2019; si un palestino admitiera a la CNN que atropelló a cientos de judíos con su tanque, quedando su carne aplastada en las huellas del tanque;
“si los palestinos violaban sistemáticamente a médicos, pacientes y otros cautivos judíos con barras de metal caliente, palos dentados y electrificados y extintores, a veces violando hasta la muerte, como ocurrió con el Dr. Adnan Al-Bursh y otros;
“si el mundo estuviera viendo la aniquilación sistemática de judíos en tiempo real, no habría debate sobre si eso constituye terrorismo o genocidio.
“Y, sin embargo, dos palestinos -yo misma y Mohammad El-Kurd- nos presentamos aquí para hacer precisamente eso, soportando la indignidad de debatir con quienes piensan que nuestras únicas opciones vitales deben ser abandonar nuestra patria, someternos a su supremacía o morir educada y silenciosamente”; describe categóricamente Susan Abulhawa.
“Nunca entenderéis el carácter sagrado de los olivos, que lleváis décadas talando y quemando sólo para fastidiarnos y rompernos un poco más el corazón. Nadie nativo de esa tierra se atrevería a hacer algo así con los olivos”… “Algún día acabarán su impunidad y su arrogancia. Palestina será libre; recuperará su gloria pluralista multirreligiosa y multiétnica; restableceremos y ampliaremos los trenes que van de El Cairo a Gaza, a Jerusalén, Haifa, Trípoli, Beirut, Damasco, Ammán, Kuwait, Sanaa, etc.; pondremos fin a la maquinaria bélica sionista estadounidense de dominación, expansión, extracción, contaminación y saqueo.
… y te irás, o aprenderás por fin a convivir con los demás como iguales.”
¿Cómo seguir siendo humanos mientras esto ocurre?