Por Marina Caivano | Como cada año desde hace tres décadas, una multitud de mujeres emprenden el viaje hacia el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) que este año celebra su 32ª edición en Resistencia, Chaco. Durante el fin de semana se espera que asistan más de 70.000 hetero, lesbianas, travestis y trans a participar en 71 talleres instalados en escuelas y actividades culturales en plazas y otros espacios.
Aunque el fundamento del Encuentro es justamente erradicar todas las formas de violencia, la mayoría de los medios de comunicación anhela que haya disturbios para focalizar en ellos su atención e invisibilizar las dimensiones de un fenómeno creativo y transformador.
Según María Angélica Kees, integrante de la Comisión Organizadora conformada en Chaco, ya están coordinados los lugares para los 71 talleres que abordarán dos nuevos ejes temáticos: uno que referirá a la cultura de la violación y la revictimización de mujeres que sufrieron violencia, y otro que abordará el “activismo gordx”, es decir los estereotipos de belleza de las mujeres respecto a la cuestión de peso.
Los contenidos que se discuten en las comisiones del ENM marcan pautas en la agenda de los Estados y las organizaciones. Como ejemplo, los talleres de violencia contra la mujer, la trata de personas y lesbianismo han ejercido gran influencia para la aprobación de la Ley 26.485, de la condena a la Trata de Personas y de la Ley de Matrimonio igualitario. A su vez resulta trascendental la influencia subjetiva de la experiencia de ir al Encuentro: “Al volver a su casa ya no son las mismas personas. Tres o cuatro días de viaje, dedicados a ellas y a compartir su situación personal y su inserción en la sociedad con otras pares, produce una revolución por dentro”, expresa la abogada Nina Brugo.
Los talleres se realizan en aulas de escuelas públicas, cada uno con una coordinadora que tiene el deber de ordenar el debate y garantizar que todas las voces puedan escucharse. Se eligen también secretarias que toman nota para después sintetizar conclusiones.
Al cierre, las “encuentreras” pueden acceder a las actividades culturales en plazas, teatros y otros espacios. Y el domingo a la tarde, realizan la ritual marcha multitudinaria. El ENM termina el lunes con el acto de cierre, momento en el que se elige la sede del próximo evento.
Los Encuentros Nacionales de Mujeres son únicos en el mundo y se realizan anualmente en nuestro país desde 1986, año en el que un grupo de mujeres de diversa filiación partidaria, que había asistido a la III Conferencia Mundial de Mujeres de Nairobi (África), tuvieron la iniciativa de convocar a grupos, organizaciones, comisiones de mujeres, e invitar individualmente a todas aquellas que quisieran participar del primer episodio. El eje entonces era la situación de la mujer en la Argentina y las estrategias para el cambio y conquista de los derechos incumplidos. Aquel exitoso primer Encuentro se realizó en el Teatro San Martín de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien las pioneras eran en su mayoría de clase media, a partir del encuentro de 1989 en Rosario se logró la participación de trabajadores y desde entonces las mujeres de sectores populares han sido mayoría.
Año tras año se fue moldeando el ENM como es hoy: se estableció que cada sede conformara autónomamente su Comisión Organizadora, se estableció la Peña del Encuentro como lugar de diversión y encuentro post-debate, y se fortaleció la autonomía del ámbito rechazando a quienes vinieran a imponer posturas religiosas o partidarias provenientes de supra estructuras.
Hoy el ENM produce un innegable impacto en los lugares donde se realiza y alrededores. Sin embargo, su crecimiento no se traduce en el tratamiento que recibe por parte de los medios masivos de comunicación que sólo hacen foco de sus coberturas en los disturbios. “Una intencionalidad bien armada que busca desanimar el fortalecimiento político de este acto, su masividad y su rebeldía”, sostiene Marta Dillon en Página 12.
El desafío de la autonomía
Una gran trayectoria “encuentrera” ha sabido defender la pluralidad y evitar la captación y capitalización de los debates que se dan en su seno para propaganda partidaria, pero las injerencias continúan siendo un desafío. Más esta vez en que el Encuentro tiene lugar a días de los comicios legislativos definitivos.
“Muchas veces vienen con el mandato patriarcal de sus propios partidos, cuya estructura no hemos logrado permear. A las mujeres nos sigue costando mucho la cuestión política. Esta es una construcción de todos los procesos de pensamiento y también de poder. Las mujeres necesitamos también esta cuestión de salir a discutir”, manifestó María AngélicaKess, de la Comisión Organizadora.
Aunque el método por “aclamación” fue cuestionado en el último ENM por corrientes internas del FIT al considerar que la sede ganadora había sido Buenos Aires, otras organizaciones argumentaron su postura a favor de hacer el Encuentro 2018 en Chaco por ser una de las provincias más pobres, con índices que afectan principalmente a las mujeres.
En esa realidad se visibilizan las desigualdades salariales y de acceso a puestos de salario dignos. En la provincia chaqueña se registran terribles casos de violencia de género y femicidios que tienen escasa repercusión en los medios nacionales, como la desaparición de Maira Benítez y el reclamo de justicia por el femicidio de Araceli González, entre otros.