Redacción Canal Abierto | Días atrás más de veinte detenidos realizaban un motín para exigir mejores condiciones de alojamiento en una comisaría de Merlo que –luego se conocería- tenía una sobrepoblación del 155 por ciento. La revuelta duró diez horas y el saldo de un interno hospitalizado.
“Estamos amontonados, hasta el baño se usa para dormir”, dijeron los detenidos albergados en la 3º de Merlo, donde eran 28 aunque sólo hay camastros y lugar para 18 personas. Esta realidad –nada menor, a la hora de intentar comprender las razones tras la violencia- de superpoblación y hacinamiento no sólo es común en cárceles y comisarías bonaerenses, sino mas bien una regla.
Como la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) viene denunciando desde hace años, el sistema está colapsado y genera múltiples y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de las personas detenidas. Incluso, esta situación ha motivado la presentación de cientos de habeas corpus, reiterados informes a la Justicia y los Poderes Ejecutivo y Legislativo, y motivó la solicitud de una medida cautelar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2015.
Sin embargo, nada de esto ha sido tomado en cuenta por las autoridades ni los funcionarios judiciales. La política criminal y penitenciaria ha profundizado aún más su sello regresivo conduciendo a un colapso que padecen diariamente las personas detenidas y sus familiares.
Este colapso se expresa, en primer lugar, en la cantidad de personas detenidas en todo el sistema de adultos. A noviembre de 2017 había 42.800 en toda la provincia, lo que implica un 90% de sobrepoblación contra un 65% del año anterior.
En las comisarías la situación se agrava día a día, porque en ninguna de ellas existen las mínimas condiciones para alojar personas. A principios de diciembre de 2017 había 3097 personas detenidas en comisarías, padeciendo estas pésimas condiciones de encierro, con situación de sobrepoblación y hacinamiento extremo. Los apenas 1.034 camastros existentes en comisarías provinciales son una muestra de la gravedad descripta. Dos de cada tres detenidos duermen en el piso, la mayoría de las veces sin colchón. Este deterioro estructural del sistema es el que se puso en evidencia en la Comisaría 3ra de Merlo.
Por esto, la CPM intervino hoy ante el Juzgado de Garantías Nº 4 de Morón, para solicitar una serie de medidas tendientes a salvaguardar la integridad física de las personas allí detenidas. En el mismo escrito, la CPM pide además que se de cumplimiento a la orden de clausura que pesa sobre la Comisaría 3ra de Merlo, al tiempo que prohíba el alojamiento de cualquier otra persona en el futuro.
“Los antecedentes lo señalan de manera cruda y contundente. La Masacre de la Comisaria 1ra de Pergamino, ocurrida el 2 de marzo del 2017, fue otro alerta gravísimo no escuchado por el Poder Ejecutivo. Los siete jóvenes incinerados en los calabozos no han interpelado a la toma de decisiones que la situación obliga, ya que no ha habido a la fecha ninguna acción orientada a revertir esta crisis”, asegura en un comunicado la CPM.
Aun hoy, el 80 % de las comisarias que alojan detenidos no cuentan con los medios adecuados para enfrentar incendios o siniestros de ningún tipo: no hay matafuegos, no hay red de incendios o un sistema de contingencia adecuado. La Masacre puede repetirse en cualquier momento, todas las comisarías son escenarios posibles por sus condiciones de alojamiento contrarias a las leyes vigentes.
Lejos de estos datos y realidades, apenas conocida la noticia del motín en Merlo medios de hegemónicos y sus principales comunicadores pusieron el foco en otro lado, quizás donde mejor saben hacerlo. Era la violencia irracional de un grupo de delincuentes o el ajuste de cuentas entre salvajes las únicas explicaciones posibles del episodio. No eran la superpoblación, el hacinamiento, las torturas o amenazas las causales.
Otra vez el morbo y la inmediatez ganaban la pulseada. Claro está, todo montado sobre una necesaria cuota de racismo.
Fuente: www.andaragencia.org
Fotografía: Valerio Bispuri (Encerrados – Contrasto, 2011)