Por Carlos Fanjul | El diario El País, de Madrid, aseguró esta tarde que “ha muerto un hombre que será llorado en dos continentes”. Los medios españoles nos trajeron así la triste noticia del fallecimiento de Carlos Slepoy, un compañero que fue protagonista de mil batallas como abogado de víctimas de la dictadura argentina, la chilena, la guatemalteca y, también, la española a lo largo de las cuatro décadas de franquismo.
Slepoy falleció a los 68 años por una acumulación de dolencias y problemas de salud que arrancaron en 1982, cuando se acercó a defender a unos chicos que estaban siendo agredidos por un policía nacional en la Plaza de Olavide, de la capital española. Según relatos de la época, un agente lo detuvo, pero mientras se lo llevaba le tiró un tiro por la espalda, que aunque no le quitó la vida, le dejó secuelas muy graves hasta el fin de sus días.
Amigo personal de Víctor De Gennaro, a quien conoció en una de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo, encaró junto a él diversas batallas ante la Justicia española a favor de las víctimas argentinas de la dictadura, en tiempos en que poco se avanzaba en los estrados nacionales.
Según relata el propio De Gennaro, “Carlos nos explicó que, para que el juez Baltasar Garzón pudiera juzgar los crímenes de la dictadura, había que demostrar que era competente, y para eso había que demostrar que habíamos vivido un genocidio. Presentamos ante Garzón más de 5 mil folios, que demostraban cómo la clase trabajadora fue reprimida en forma sistemática, ordenada y planificada en cada centro de laburo, con el objetivo de que el terror nos paralizara, para evitar que luchemos por lo que creíamos. El genocidio fue planificado y ejecutado de acuerdo con el modelo económico que regía”.
Slepoy asistió a decenas de víctimas argentinas que llamaron a la puerta del juez español en los noventa por los vuelos de la muerte y los niños robados de la dictadura de Videla. Y casi dos décadas después, acompañó hasta Buenos Aires a las víctimas del franquismo que hicieron el camino inverso para pedir justicia a 10 mil kilómetros de casa.
Fue también actor decisivo del enjuiciamiento al dictador chileno Augusto Pinochet, luego de luchar fervorosamente para que la sala en lo penal de la Audiencia Nacional española aceptara declararse competente para juzgarlo por genocidio, como así también más tarde del juicio al militar argentino Adolfo Scilingo.
Durante un homenaje que se le hizo años atrás, De Gennaro relató: “Él se fue a España luego de salir de la cárcel con la opción. Se terminó de consagrar de abogado. Y allá sufrió el atentado por defender a alguien que estaba siendo atropellado por la policía en las calles. Le pegaron un tiro en la médula: quedó inmovilizado y parapléjico. Yo estuve con él ahí en Toledo, y me dijo: `Allá, en aquel hospital, estaba tirado e inmovilizado. La primera alegría en tres meses fue cuando moví el dedo gordo´. Desde ese lugar, volvió y fue el compañero que se animó a ponerle el cuerpo, la inteligencia, la militancia y sobre todo la fe para hacer el juicio, que después de la movilización de los 20 años que hacíamos acá en la Argentina, porque no olvidamos ni perdonamos, hacer el juicio frente la Justicia española y lograr que se definiera que hubo un genocidio en nuestro país”.
En el video, registrado el 18 de septiembre de 2013, Slepoy protagoniza una conferencia de prensa en la sede de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Por entonces se había dictado una resolución histórica, en el marco de la causa abierta contra los crímenes del franquismo en España. La jueza María Servini de Cubría resolvió imputar y dictar orden internacional de detención contra cuatro torturadores.
Carlos Slepoy, en calidad de abogado querellante, está acompañado a su izquierda por Hugo Cañón, el fiscal federal de Bahía Blanca que impugnó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 1987 e impulsó los Juicios de la Verdad. Él también falleció, en enero de 2016.