Redacción Canal Abierto | “Luego del desplazamiento de (Pablo) Bressi, además de que se lo disfraza oficialmente como un paso al costado voluntario como si Bressi después de haber hecho una exitosa gestión decidiera renunciar a sus responsabilidades para dedicarse a sus hobbies favoritos, en su reemplazo es puesto (Rubén) Perroni que es un tipo tan o más oscuro que Bressi”. Así define Ricardo Ragendorfer, al reciente jefe de la Policía Bonaerense.
Ragendorfer es periodista de policiales y autor de “La Bonaerense”, el libro que desnudó la trama de corrupción en la fuerza policial de la Provincia de Buenos Aires, y la oscuridad que le adjudica a la figura de Perroni no es gratuita. “Perroni tuvo cierto renombre en 1993 cuando fue acusado de torturas junto con un oficial de la Comisaría 9, Walter Abrigo, que estuvo involucrado en el asesinato del estudiante de periodismo Miguel Bru”, recuerda en una entrevista al programa Sobre la hora, de Radio Splendid. Por esa causa, Perroni fue sobreseído después de una falta de mérito, gracias a que las víctimas -que fueron torturadas con vendas en los ojos- no lograron identificarlo en un reconocimiento.
Posteriormente, también estuvo involucrado en un episodio en Lanús, en 2014, por el que resultó muerto un adolescente de 16 años en un confuso tiroteo con la policía. El joven fue llevado al hospital por los vecinos, quienes repudiaron a la fuerza por el hecho y hasta quemaron un patrullero. Entonces, Perroni salió a informar que la víctima en realidad era un delincuente con antecedentes al que se estaba persiguiendo.
Junto a la “renuncia” de Bressi, en las últimas semanas asistimos también a la detención de José Potocar, jefe de la flamante Policía de la Ciudad, acusado por el fiscal carriotista José María Campagnoli por recaudación ilegal en dos comisarías porteñas.
“Ambos (Bressi y Potocar) tienen en común que no son episodios aislados sino que detrás de ellos anida una práctica sistemática y estructural en casi todas las fuerzas policiales de todo el país que es la recaudación ilegal a través de un sinnúmero de cajas delictivas. Ese es el motor que causó la caída en desgracia de ambos jefes”, resumió el periodista.
Que algo cambie para que nada cambie
Bressi fue nombrado al frente de la Bonaerense en diciembre de 2015, en reemplazo del jefe Hugo Matzkin. «El comisario general Pablo Bressi es el hombre mejor preparado en lo que nosotros queremos, que es la lucha contra el narcotráfico», dijo el propio ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, en el acto de su designación.
Sin embargo, el fuego amigo de la diputada Elisa Carrió cuestionó la designación de Bressi, al vincularlo con el líder de una banda narco Miguel Ángel «Mameluco» Villalba, detenido en el penal de Ezeiza.
Tras su salida, Perroni, el segundo al mando, asumió el cargo. Hasta entonces, según Ragendorfer, el esquema de recaudación hacia adentro de la fuerza policial que el periodista define como un “autogobierno”, funcionaba así: “mientras Bressi recaudaba en las direcciones de investigaciones, narcotráfico, automotores, etc.; Perroni recaudaba en el ámbito de seguridad, o sea en las comisarías”.
La designación de Perroni como jefe de la Bonaerense se inscribe de esta manera en la política de seguridad que está encarando María Eugenia Vidal dentro de la Provincia que Ragendorfer describe como la “gran Duhalde”. “Es demagogia punitiva a cambio de vista gorda con los negocios. La situación de los jefes que son purgados se torna insostenible cuando estos se pasan de la raya. Pero, si no se pasan y demuestran su presencia en la calle, el Poder Ejecutivo hace con ellos la vista gorda”, explica el periodista.