Redacción Canal Abierto | El gabinete económico anunció este jueves en conferencia de prensa que intentará alcanzar una inflación del 15% en 2018, del 10% en 2019 y del 5% en 2020. Reconoce de esta manera su incapacidad de controlar el aumento de precios que este año finalizará en 7 puntos porcentuales encima del objetivo trazado.
“Tomamos la decisión de hacerlo porque en el punto de partida no teníamos la información que tenemos hoy”, aseguró el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, acompañado del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Finanzas, Luis Caputo.
Así, todos juntos, procuraron demostrar una unidad que al menos hasta el martes pasado era grieta, cuando el directorio del Central resolvió mantener la tasa de interés de corto plazo sin cambios en el 28,75%, para trabajar en pos de una inflación 2018 de alrededor el 10%. Para Sturzenegger, esa meta con más o menos un 2% de variación era inamovible.
En ese sentido, a principio de octubre el presidente Macri hizo circular su intención de fijar paritarias alrededor del 10%, una contradicción con las expectativas que fijaba el mercado y hasta el propio FMI, que las ubicaba en torno al 17,2%.
Incluso las negociaciones salariales en el sector privado comenzaron ya a romper los techos. Aeronáuticos alcanzaron un incremento del 17% anual con cláusula gatillo, y las entidades civiles y deportivas de UTEDYC un 18% en dos tramos no acumulativos (enero y agosto). Los oficialistas sindicatos de trabajadores públicos de Córdoba encabezados por UPCN fueron la excepción: debieron rubricar una suba de apenas el 11%.
Con el anuncio matinal el Gobierno abandona las metas oscilantes. El pronóstico para 2018 ya no es de entre el 12 y 18 por ciento sino del 15%, lo que orienta la disciplina con que pretende que negocien salarios las patronales en el ámbito público y privado.
En Casa Rosada razonan también que si relajan el objetivo inflacionario, podrán también hacer descender el porcentaje de las tasas de interés, lo que alejaría al capital de la timba para trasladarlo a la renta productiva.