Redacción Canal Abierto | En 2016 llegó a las bateas analógicas y digitales Transformación, quinto trabajo solista de Palo Pandolfo y el segundo junto a La Hermandad. Al momento de registrarlo, junto al personal artístico y técnico que se internó en el estudio Romaphonic, se encontraba el cineasta Ivan Wolovik, quien filmó las cuatro sesiones en la que el grupo grabó los trece temas tocando en vivo. El fruto de esas filmaciones es Transformación, la película que podrá verse desde hoy en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, Ciudad de Buenos Aires) y que con el correr de las semanas irá llegando a los distintos Espacios INCAA de todo el país.
«Este documental surge de mis ganas de filmar algo con Palo, que me parece que es una figura que necesitaba una película. Ahora están muy de moda los rockumentales y hay sobre distintas temáticas y me parece que es un época de crisis de figuras en el rock, sobre todo porque los clásicos que ya no están. Y Palo es de esos artistas que necesita a esta altura quedar donde tiene que estar ubicado, entre los grandes artistas del rock nacional», dice Wolovik en diálogo con Canal Abierto.
El realizador fue un testigo privilegiado del proceso de creación de Pandolfo, ya que vio crecer la obra desde versiones rudimentarias hasta escuchar el producto final. «Lo que empezó a pasar fue el escuchar las canciones que empezaron a suceder. No las escuché de entrada, pero cuando empecé a escuchar las primeras canciones me di cuenta de que había algo bastante oscuro, un poco visionario, en un cambio de época», remarca en vísperas del estreno.
Al momento de su salida, Transformación fue aceptado como un hito en la carrera solita de Pandolfo, quien comandara bandas legendarias de la historia reciente del rock hecho en Argentina, como Don Cornelio y La Zona, en los 80, y Los Visitantes, en los 90. «Para mí va a ser unos de los grandes clásicos de Palo, está entre los mejores discos de su carrera. Y esa fue la mejor sorpresa que me llevé en el proceso de realización de la película, que no era un disco cualquiera, sino que iba a ser un gran disco. Y eso me fui dando cuenta no solamente por el proceso, sino porque las canciones tenían ese cuerpo de clásico», afirma el director.
Al igual que las 12 canciones del disco, que fueron grabadas con todos los músicos tocando juntos en el estudio, la película fue realizada sin impostaciones ni artificios. Las declaraciones de los músicos no están extraídas de entrevistas, sino de los propios diálogos en el estudio al momento del trabajo. «Hay algo de tratar de sacar los testimonios de lo que se dice o de lo que se hace sin que ellos tengan que mirar a cámara como en una entrevista. La idea fue tratar de ser invisible y, al mismo tiempo, es gente que está haciendo, dialoga, piensa sobre el arte. Mientras dialogan entre ellos, no para la cámara, mientras reflexionan hacen. No sucede nada para la cámara, la cámara está ahí para ver desde dónde captar lo que está sucediendo, sin interrumpir, sin que tenga una presencia.»
Además de los músicos que conformaban La Hermandad al momento de grabar Transformación (el guitarrista Mariano Mieres, el bajista Ale Spina, el tecladista Gerardo Farez y el baterista Carlos Fernández), el disco contó con el aporte de músicos de reconocida trayectoria como Ricardo Mollo o Hilda Lizarazu, entre otros.
«Estás escuchando a tipos de un gran nivel reflexionando sobre el hacer, sobre que te vaya bien, que te vaya mal, el concepto de éxito o de fracaso, por qué uno hace lo que hace. Y escuchar una charla sobre Palo y Mollo sobre si te va bien o mal, qué hiciste, qué no hacés, dónde creás, a dónde va a para tu producto», dice.
«Lo bueno de la película es que humaniza al artista y también de entender que el arte es un trabajo y toda la gente que hace está trabajando. Lo que intenté mostrar es que esto es un laburo. Más allá de que vas, volás y creás, hay mucho trabajo atrás, mucho de cranear qué hacés, por qué o de qué manera» concluye el realizador.
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