Redacción Canal Abierto | Uno de los aspectos más innovadores del gobierno de Cambiemos ha sido el uso de las redes sociales. Lejos de la espontaneidad y el caos democrático, el oficialismo ha disciplinado el imperio de la opinión mediante estrategias y coordinación vertical que se evidencian en cada estudio sobre la comunicación digital. Esta vez, fue Amnistía Internacional el organismo que desnudó los hilos con un informe sobre los ataques coordinados a distintos periodistas en las redes sociales.
En la práctica, se trata de responder a cualquier opinión disidente con una cibertropa entrenada para atacar. “El método utilizado combina la acción de cuentas personales de referentes políticos, trolls (cuentas cuyo registro violento bloquea el debate y desvía la conversación), bots (cuentas parcial o totalmente automatizadas en sus interacciones) y seguidores regulares”, describe Amnistía en su informe que analizó 354 mil tuits correspondientes al lapso del 22 de octubre al 14 de noviembre de 2017.
“En algunos casos, los voceros oficiosos, los formales y los informales, difunden información falsa (fake news) atacando a personas defensoras de derechos humanos y periodistas. El objetivo es generar acciones con el fin de producir algún efecto en la opinión pública, en la circulación de la información o en la persecución de opiniones críticas”, sostiene el estudio que desató –vaya ironía- una andanada de críticas en las mismas redes y con la misma estrategia que describe.
Los tuits recopilados fueron menciones de las cuentas de periodistas y defensores de derechos humanos. Puntualmente, de las cuentas de Twitter de Hugo Alconada Mon, Edi Zunino, María O´Donnell, Reynaldo Sietecase, Romina Manguel, Marcelo Longobardi, Ernesto Tenembaum, Nelson Castro, Carlos Pagni, Adolfo Pérez Esquivel, Mariela Belski. La conclusión fue lapidaria: casi el 50% de los tuits analizados que mencionan a estas personas “tuvieron vínculo directo con acciones previas de cibertropas identificadas discursivamente con el gobierno nacional”.
La intencionalidad consiste en provocar la autocensura y limitar así la libre circulación de determinadas opiniones. “Twitter funciona con la lógica de la agenda setting (teoría que atribuye a los medios de comunicación la capacidad de fijar los temas relevantes para la opinión pública), y permite establecer, a diferencia de lo que pasaba con los medios tradicionales, nuevos temas de agenda con mayor velocidad -explica Yamila Abbas, socióloga y especialista en el análisis de datos-. Si vos pensás de determinada manera y emitís una opinión, lo que hacen los trolls es acosarte, invalidarte, dejarte en soledad, de tal manera que optás por la autocensura”.
El efecto disciplinador de las agresiones concertadas contra determinadas figuras, conocido como trolling, tiene otras variantes. A fines de 2016, Abbas y Analía Celeste Luis recogieron los tuits que contenían referencias al CONICET, entre el 10 y el 21 de diciembre de 2016, a poco de conocerse el recorte que el Gobierno pretendía hacer en ciencia. De su estudio surgió que quienes se expresaban a favor de la comunidad científica eran muchos usuarios que no fueron retuiteados o no tuvieron menciones entrantes. En otras palabras, que expresaron su opinión activamente, sin repetir la de otro usuario central.
Por el contrario, quienes apoyaban el recorte circulaban alrededor de siete usuarios centrales con más de mil menciones o retuits, dando lugar a pensar que se trataba de una comunidad jerarquizada, organizada a partir de líderes de opinión en su red.
De esta manera, y gracias a la acción organizada de cuentas reales o ficticias, Twitter crea la ilusión de cierta uniformidad de discurso en torno a un tema. Estas impresiones luego son levantadas por los medios tradicionales –fundamentalmente por la televisión- y el discurso uniforme se multiplica.
Entre los temas que analizó el estudio de Amnistía se destacaban la muerte de Santiago Maldonado durante la represión de Gendarmería al lof en resistencia Cushamen y el arresto de distintos dirigentes y empresarios vinculados al kirchnerismo. Una de las personas atacadas, particularmente, fue la propia vocera de Amnistía Internacional en Argentina, Mariela Belski, víctima de una acción coordinada desde cuentas ficticias con fake news sobre su trayectoria que fue amplificada por referentes oficialistas. El ataque se produjo luego de que Sergio Maldonado, hermano de Santiago, diese una conferencia en la sede del organismo.
Cómo corolario, el estudio cobró relevancia justo el día en que el Boletín Oficial publicó la resolución 46/2018 que crea la Unidad Ejecutora Especial Temporaria «Unidad de Opinión Publica» encargada de, entre otras cosas, «elaborar un plan de seguimiento de la opinión pública», «recabar información sobre las principales demandas y problemáticas de los ciudadanos», «evaluar el nivel de conocimiento por parte de la ciudadanía de las políticas del Gobierno Nacional», y «generar información cuantitativa que facilite el diagnóstico de situación y posterior implementación de medidas» oficiales. Es decir, analizar grandes volúmenes de datos al estilo Cambridge Analytica -la consultora acusada de recopilar datos personales de usuarios de Facebook para crear campañas sucias en distintos países- pero con fondos públicos. Una oficina estatal encargada de «escuchar» lo que la población expresa en sus redes privadas.
“Aunque el informe de Amnistía no se pregunta por los intereses detrás de este tipo de acciones, es interesante que aparezcan estos análisis desde un lugar como ese, fuera de lo partidario, porque contribuyen a que algunos sectores de la sociedad empiecen a preguntarse por estas prácticas. Es valioso, porque abre el juego a que otros podamos profundizar en la forma en la que operan los trolls y con qué objetivos”, resume Abbas.