Redacción Canal Abierto | A mediados de abril, cuando la corrida cambiaria empezaba a acelerar, el economista especialista en finanzas, Alejandro López Mieres, ya hablaba de los créditos UVA como un sueño convertido en pesadilla.
Quien accedió al programa en sus comienzos con un crédito UVA a 20 años por $1.000.000, pagaba en 2016 una cuota de $7.915. Hoy esa cuota ascendió a $14.220 y su deuda al banco es de $1.729.329.
Para entender mejor el estado de la línea de crédito, creada en ese momento por Federico Sturzenegger como respuesta a la histórica ausencia de créditos, hay que tener en cuenta los tres universos que conviven actualmente.
En primer lugar, cuando comienza la corrida cambiaria, la dinámica de los préstamos hipotecarios fue bastante limitada. “Crecieron muy poco. El stock de créditos totales a esa fecha era de $178.000 millones, y el actual es $204.000 millones. Si bien hubo créditos, el sistema –con la corrida- prácticamente se paralizó”, explicó López Mieres.
Por otra parte, se encuentra la gente que quedó adentro del sistema al solicitar un crédito pero sin poder formalizar la operación. “El banco les aprobó una cantidad de pesos determinada y esos pesos eran cada vez menos dólares. Entonces, muchas operaciones aprobadas terminaron canceladas o suspendidas porque la gente no pudo salvar esta situación”, aclaró el economista.
Finalmente, están quienes sí accedieron al crédito. Los que lo tomaron desde el principio y pagaron sin demoras el capital interés de la cuota, hoy deben un 80% más de la plata que les fue otorgada. “El crédito crece a una velocidad mayor de la que crecen los ingresos de las personas, con lo cual –como advertía López Mieres meses atrás- se convierten en deudores eternos”.
El Central recomienda a los demás bancos, a través de una circular, que el valor de la cuota del sujeto de crédito no debe superar el 30% de sus ingresos. Sin embargo, en situaciones como las actuales, donde la inflación y la devaluación significan un incremento del 100% en la cuota, el sujeto de crédito puede pedir la extensión del crédito hasta diez años.
Sobre esto, López Mieres advierte que “aún al re calcular las cuotas en 35 años, la velocidad con la que aumenta la inflación en este momento y la pérdida en términos reales del salario disponible, lo más factible es que a la persona ni siquiera le alcancen esos diez años para poder cumplir con el crédito”.
Hay economistas que durante las últimas semanas plantearon que quienes pidieron un crédito UVA en realidad ganaron. En su argumento reconocen que la cuota aumentó en exceso y mucho más que los ingresos, pero que el activo que se compró creció más porque se valúa en dólares.
Para López Mieres, ese argumento adolece de dos cuestiones centrales. “En primer lugar, el que pide un crédito hipotecario es para una vivienda única. No va a vender su propia casa porque represente un negocio financiero. Es su casa. La cuestión es si la puede pagar o no, y cuánto de su ingreso disponible eso le exige”.
Como segunda cuestión, el economista plantea la caída del ingreso disponible de las personas. “Estamos en una crisis que para algunos ya es pre default y con un tipo de cambio que se va por las nubes, el precio de los inmuebles medido en dólares se va a mantener o caer. Si el precio en dólares no se sostiene y cae, esa condición no se cumple. Entonces podría pasar lo que se dio en Estados Unidos en 2008 con la crisis de las hipotecas Subprime, que el inmueble valga menos que la deuda contraída con el banco y que se terminen ejecutando”.
Por otra parte, con una suba del dólar del 100% desde abril, y con una inflación que va a crecer aún más, el futuro es incierto. “Me parece que se vienen tiempos muy oscuros, sobre todo porque lo peor del impacto inflacionario de la devaluación todavía no lo hemos visto”, sentenció López Mieres.
También afirma que hoy las líneas de crédito hipotecario tradicionales no existen. “con una tasa de referencia del 70% todos los créditos están suspendidos. Por más que el banco te preste a tasa variable, no existe una persona que racionalmente pueda tomar un crédito en pesos a esta tasa de interés. No hay ingreso posible que pudiera cubrir un crédito a largo plazo a esta tasa”.
Mientras, sostiene que la falla de este sistema de protección social, donde la gente debería ganar más en términos reales respecto a la inflación y no sucede, “el sueño de la casa propia a partir del ingreso cada vez es más ilusión y menos realidad en este esquema neoliberal violento que estamos viviendo”.