Por Víctor De Gennaro* | Desde ayer a la mañana, las marchas en cientos de lugares de nuestro país mostraban la angustia, bronca y también decisión de protagonizar profundamente el gran acontecimiento político que es la concreción de un Paro Nacional. Sólo comparable por lo masivo y federal a las elecciones presidenciales, a las grandes manifestaciones de la recuperación de la memoria los 24 de marzo, o cuando está en peligro la exigencia de memoria verdad y justicia, en los días de silencio durante la desaparición de Santiago Maldonado, o en el 2 x 1 a los genocidas…
Ya está tomando vuelo un nuevo amanecer que se expresó contundentemente al grito de “Ni una menos” en los reclamos del movimiento de mujeres que logra hacer visibles a fuerza de la movilización en todo el país.
Un paro de esta magnitud a nivel nacional nos acerca a la definición de ser Clase pero, a su vez, Patria.
Quizás, el más parecido a nosotros es nuestro hermano pueblo uruguayo, que también planifica y ejecuta profundamente una herramienta de tal fortaleza.
Los escribas dicen “paran” los colectivos, los aviones, los trenes, los hospitales, las escuelas, etc. etc., aunque el reconocimiento en sus derechos sea cada vez más recortado e injusto.
Pero es preferible no reconocer esto, sino tendrían que hablar de las causas que lo generan y no sobrevolar desinformando la realidad y menoscabando su poder. Lo que lo provoca es la injusticia.
La existencia del derecho a huelga está en toda nuestra América Latina, y sin embargo no todos los pueblos usamos de la misma manera esta herramienta.
También, entonces, tiene que ver con nuestra cultura, con sentirnos hermanados (aún) y orgullosos (aún) como trabajadores que sabemos que si no estamos recibiendo lo que nos merecemos por ser productores de la riqueza de nuestra patria es porque nos están esquilmando.
Sentimos, convencidos, que si existe el hambre en un país donde se produce el alimento para cientos de millones de personas es porque está planificada y se transforma innegablemente en un crimen cotidiano.
Y además aprendimos que la unidad esencial de nuestra clase no sólo construye resistencia, sino que también puede proyectar esperanza para resolver nuestros problemas.
El colectivo nos convoca y no podemos faltar.
Aún siendo clara la crisis de representantes sindicales, aún en el marco de una dirigencia enriquecida o fracturada por negocios o complicidades con el poder, sorprende y silencia a tantos la contundencia de una conciencia que hace que millones de trabajadores y trabajadoras protagonicen esta jornada histórica de protesta el mismo día que el Presidente hablará ante el mundo representado en la ONU.
Vergüenza debería darle el hacerlo ya que queda claro que no lo hace en nombre de nuestro pueblo. Lo hará en nombre de sus amigos que hacen negocios o de las transnacionales que nos saquean, o de los 114.000 millonarios en dólares a los que les baja sus impuestos en la misma proporción que resolvería la pobreza en la Argentina.
Sí, podrá representarlos a ellos y a la casta política jurídica comunicacional empresarial o sindical que pacta la gobernabilidad para los ricos empobreciendo a la mayoría de nuestra gente. Pero gracias a esta acción de dignidad de millones y millones no lo hará en nombre nuestro, que repudiamos su política de hambre y entrega nacional.
Gracias. Gracias a mis compañeras y compañeros por seguir enseñándonos que el verdadero camino está en nuestra lucha y hermandad, y ojalá que nos retemple el ánimo esa (su) fuerza, para lograr no sólo repudiar lo que ocurre sino también para, sin tomar atajos, construir una alternativa de esperanza que enamore de vivir en nuestra Patria.
Quizá ese sentimiento y compromiso esté más a tono con la actitud que manifiestan los millones de compatriotas al reclamar para sí el protagonismo que hoy nadie les regala y ejercen. Allí radica nuestra fuerza. Esa fuerza que vuelve una y otra vez y nos convoca a soñar, como nuestros antepasados, que alguna vez existirá una sociedad nueva donde haya una clase sola de mujeres y hombres: las y los que trabajan.
*Militante de los y las trabajadoras y dirigente del Partido Nacional Unidad Popular