Por Violeta Moraga / Colectivo al Margen (@bondialmargen) | Sebastián Premici presentó en Bariloche su segundo libro: Santiago Maldonado, un crimen de Estado. La obra reconstruye la persecución de Gendarmería dentro de la Pu Lof en Resistencia Cushamen el 1 de agosto de 2017 y “desmonta la trama de complicidades detrás de la versión oficial impuesta por Patricia Bullrich y Mauricio Macri a través de una minuciosa investigación periodística que recorre los expedientes judiciales y se adentra en el territorio de una región trágica y rebelde”, como él mismo lo presenta.
El autor, cronista de Página/12 y director de la agencia Cadena Sur cuenta en esta entrevista el recorrido que dio fruto a este eslabón central a la hora de dejar los supuestos y tocar con rigurosidad la verdad que no se puede cambiar.
“El libro de alguna manera se inició el mismo 1 de agosto: desde la agencia estábamos siguiendo lo que pasaba en Bariloche en la puerta del Juzgado Federal con aquella manifestación por la liberación del lonko Facundo Jones Huala y los detenidos de ese 31. Ese día estábamos esperando información cuando nos llegó la primera versión de una nueva represión en Chubut, donde había desaparecido una persona”, comienza Premici. Y continúa: “Desde ese mismo momento empecé a trabajar en el tema día a día, primero en forma colaborativa con colegas, que empezaron a tener desde el minuto cero contacto con este hecho, y después desde Esquel”.
Posteriormente, se realizó el documental Resistencia a Desaparecer y a partir de septiembre comenzó la cobertura para Página/12. “Allí empecé a tener acceso a los expedientes y desde entonces un trabajo diario de empezar a analizarlos, reunir información, y armar un gran rompecabezas que termina siendo este libro –relata-, que además tiene entrevistas a historiadores, antropólogos, sociólogos, fiscales, abogados, el actual juez Gustavo Lleral y mi presencia en el territorio”.
La columna vertebral de esta investigación parte de la responsabilidad del Estado.
-Mi objetivo cuando escribía el libro era poder dar certezas, obviar potenciales que en periodismo se utilizan mucho y hacer aseveraciones que estén documentadas. Por eso trabajé analizando muy finamente todo el expediente del habeas corpus de desaparición forzada entre el 1 de agosto y el 10 de octubre, donde rastreo y puedo encontrar lo que fue una planificación de parte del Estado para avanzar contra la comunidad: una planificación en la represión, una ejecución de esa represión y cómo está reconstruido casi segundo a segundo cómo fue esa corrida dentro del territorio, las órdenes que dieron a los gendarmes para avanzar, cómo buscaron un choque con la comunidad para legitimar su accionar represivo. Y luego la planificación del encubrimiento: qué funcionarios del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich tuvieron injerencia dentro del expediente para plantar pistas falsas y para vincular a Santiago Maldonado con la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), insinuar que no estaba dentro del territorio, distintas maniobras. Producto de todas estas largas series de planificaciones previas a la represión, y luego el encubrimiento, es que hablamos de crimen de Estado.
Por toda la recopilación minuciosa, la investigación constituye un punto importante en un caso que fue muy manoseado, con muchas informaciones sin asidero.
-Recuerdo la fecha en que Patricia Bullrich sostuvo que no era una certeza que Maldonado estuviera en el territorio y la última foto con vida de Santiago es de las 11.32 de esa mañana del 1 de agosto. Esa foto está incorporada en el expediente por la Gendarmería el día 4. Es decir que las veces que Bullrich dijo que no sabía si Santiago estaba ahí mintió, sabiendo que estaba esta información, con lo cual eso también forma parte del manoseo y la mentira planificada del Gobierno y algunos medios que trabajaron casi como CEOs de la Gendarmería. Son también artífices del encubrimiento.
¿Sentís que con tu trabajo se puede hacer cierto cierre, o es un eslabón más que hay que continuar?
–Es un eslabón más. Dentro de ese eslabón, yo traté de ser muy asertivo en lo que describía: cómo fue la represión, quiénes lo corrieron a Santiago, por dónde corrió, dónde estaban los gendarmes, quiénes dispararon, qué dispararon, dónde estaban los vehículos, las órdenes de los jefes de Gendarmería, el rol del área de inteligencia, y obviamente esto tiene que continuar. Yo llego hasta determinado momento y estoy esperando, por ejemplo, que el juez amplíe las declaraciones indagatorias para obtener mucha más información de los gendarmes. Así como yo he visto contradicciones, que sea el propio juez el que pueda avanzar por esa línea o reconstruya en el territorio cómo fue esa represión. La investigación penal concreta no arrancó, si se quiere.
El resultado de la autopsia es un dato en un contexto…
-El Gobierno lo que hizo fue sacarle el contexto a ese resultado de la autopsia, sacar la represión, el rol del Gobierno, las pistas falsas que el propio Poder Ejecutivo plantó. El rol del juez entiendo que tiene que ser hacer esta investigación penal que complete este resultado de la autopsia, donde la responsabilidad estatal está dada previa y a posteriori.
El texto también narra el clima de terror que este Gobierno está tratando de instalar desde diciembre de 2015, con una degradación del Estado de derecho donde todos estamos en peligro. Este libro denuncia este mecanismo, esta sistematicidad, lo de Santiago no fue un hecho aislado, fue parte de una cadena represiva de este Estado y esto es lo que denuncia el libro.
¿Abarca las dudas sobre su muerte?
-En el proceso de investigación uno va siguiendo varias líneas, una es si al cuerpo lo plantaron. En este camino, analizando la evidencia que había, fotos, hablando con algunas de las personas que participaron de la autopsia, hoy no hay elementos fuertes para sostener que fue plantado. En mi reconstrucción yo encuentro que Santiago corre por el mismo lugar donde aparece su cuerpo, por eso para mí lo más relevante de todo era analizar el contexto. Si había alguna ventana de que esos gendarmes -que están identificados- hicieran algún movimiento de ese cuerpo fue ese mismo 1 de agosto, cuando tuvieron control operacional absoluto de la zona. Si el día de mañana aparece algún otro dato que nos permita afirmar que al cuerpo de Santiago lo sacaron en algún momento lo que no va a cambiar es la secuencia de represión y los ejecutores directos que estuvieron ahí frente a frente con Santiago Maldonado, y que lo negaron en todo momento, más el encubrimiento del gobierno nacional.
Doy por válida la autopsia, al menos en este momento, y sobre ese dato hay que avanzar sobre lo que entiendo es la investigación penal, cómo llego ahí. No llegó por pura voluntad, sino en el marco de una represión.
¿Qué destacas de la experiencia y del proceso eterno e interno de llevarla adelante?
-Uno puso mucho el cuerpo, que es algo muy difícil de describir y que va más allá de estar horas sentado analizando expedientes y fojas, sacando conclusiones, analizando fotos. Además de vivirlo casi en tiempo presente: mientras estaba en Esquel y no aparecía el cuerpo veía los movimientos de los gendarmes. Le puse una energía corporal importante, entiendo de periodismo militante. Me parece que estas investigaciones se logran de esta manera, uno no es objetivo y menos neutral y en ese camino se predispone a entregar todo lo que uno puede entregar. Se construyó y se escribió con este tipo de entrega.