Redacción Canal Abierto | «Año 2015. Tenemos quince o dieciséis años. Subimos las escaleras para llegar al aula y nos encontramos con Diego Riveiro, preceptor. Nos ofrece su servicio de masajes, evalúa junto a nuestros compañeros cuál es el mejor culo del año y les comenta ´cómo se garcharía´ a una de nuestras compañeras. También hay besos y manoseos que nos incomodan. Sólo comentamos estos episodios entre nosotres en el baño durante el recreo”.
Así relataba un párrafo del discurso que una de las 28 ex alumnas del Colegio Nacional Buenos Aires leyó cuando irrumpieron en el acto de entrega de diplomas para dar a conocer las historias de los abusos que vivieron durante su cursada.
En diálogo con Canal Abierto, Amanda Sepúlvida Borges –una de las ex alumnas- contó: “Fuimos la primera generación a la que las condiciones históricas y sociales les dio la oportunidad de encontrarse entre todas y reconocer que esa situación era efectivamente así, que había una violencia institucional y sistemática, y de mirarnos y decir hagamos esto porque es importante”.
El movimiento de mujeres que tomó fuerza a partir del #NiUnaMenos y logró instalar el debate sobre el feminismo y la violencia de género a través de la lucha por el aborto legal, les dio el envión necesario para animarse a denunciar lo que en instituciones de este tipo está totalmente naturalizado.
“Había situaciones en las que una pensaba ¿qué hice yo para que eso pase? Hasta que nos dimos cuenta fue un proceso muy arduo, y nos pasó en estos últimos años, como le pasó al resto de las mujeres”, expresó Amanda.
Por su parte, Jaune Garay, presidenta del Consejo Estudiantil actual, agregó: “Son cosas que pasan todos los días y que son muy difíciles de romper. Esta denuncia fue básicamente poner un punto final y empezar a revisar todas estas actitudes que se dan en el colegio y revisar nuestra cotidianeidad para modificarla. El objetivo de todo esto, más allá de que salga en todos los medios, es cambiar las cosas de verdad y para las generaciones que vengan”.