Redacción Canal Abierto | Cuando una economía se mantiene en recesión y la acompañan índices altos de inflación, los economistas coinciden caracterizar el proceso como de estanflación. Se trata de uno de los peores escenarios económicos, ya sea por la dificultad de su manejo como por las posibles vías de corrección.
La Argentina viene atravesando características que, sin lugar a dudas, coinciden con el diagnóstico, y para ello sólo basta observar algunas variables.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, que se calcula en todo el país, registró en septiembre una suba de 6,5% con relación al mes anterior. Es la variación de precios más alta desde 2002 (10,4%), junto a la de abril de 2016. En lo que va del año la inflación acumula 32,4%, mientras que la interanual ya se ubica en el 40,5%. Si bien se espera alguna desaceleración lógica tras el pico de septiembre, la expectativa es que octubre volverá a dar un número alto, que tendría un piso de 5%.
Estas cifras del mercado minorista preocupan, pero más aún la suba de precios mayoristas. Sólo en septiembre se incrementaron en promedio un 16%, y en la sumatoria de los primeros nueve meses alcanza el 66,1%.
Este 2018 va camino a convertirse en el primer año de la era Macri en que la inflación mayorista supera con creces a la minorista. En 2016 la primera fue de 34,5% y la segunda 40,3%; mientras que en 2017 de 12,4% y 24,6%.
Dos semanas atrás, en una nota de Canal Abierto, dábamos cuenta de que la Argentina se ubicaba en el podio mundial de todos los rankings negativos en materia económica. Respecto del crecimiento, fue el propio Fondo Monetario Internacional quien estimó que la economía nacional caerá este año 2,6%. Nuestro país también se encontraba en la cúspide de las tasas de interés más elevadas a nivel global: con un 65% en septiembre (hoy ronda el 70%), supera con creces a Turquía, que tiene su tasa en 24% y es, junto con el nuestro, uno de los siete países que ajustaron su tasa el mes pasado.
A su vez, las proyecciones oficiales para el año próximo tampoco son optimistas: Dujovne presentó un proyecto 2019 que vaticina ajuste en el gasto público, una caída del 0,5% en el PBI e inflación del 23%.
Por su parte, según datos de la CAME, la retracción en las ventas minoristas fue del 9,2 por ciento interanual en septiembre. Según un documento publicado por la entidad, hubo derrumbes de hasta dos dígitos en 11 de los 17 rubros relevados.
En conclusión, nadie puede ignorar los pronósticos nefastos. Ni siquiera el Gobierno, quien lejos de atender las causas del deterioro, continúa inmutable en su denodada lucha contra el déficit en detrimento del desarrollo productivo, el consumo y crecimiento económico.
Todos los caminos conducen al resultado más temido. Pocos son capaces de aceptar que los pronósticos ya se volvieron realidad.