Por Carlos Saglul | Santiago Rey trabajó en diarios, radio y TV desde muy joven, cofundó y dirigió la revista Zona rionegrina, y el diario online Agencia de Noticias Bariloche, que lo tuvo como su director periodístico. Conductor del programa radial En estos días, escribe en la Revista CIC – Periodismo Con Intervención del Cronista. Silenciar la muerte, su libro sobre el crimen de Rafael Nahuel -el joven mapuche asesinado poco después de la desaparición de Santiago Maldonado- ilumina los contornos de un crimen que el Estado y el relato oficial quieren ocultar a través de peritajes falsos y enfrentamientos simulados. Maldonado y Nahuel son parte de la persecución y el acorralamiento del pueblo mapuche. Los crímenes, han sido amparados por el Estado, que día a día trata de consolidar una red mentiras que blinde de impunidad al crimen.
La impunidad no es un fenómeno nuevo. No obstante, recrudeció en los últimos tiempos la enorme represión que sufre el pueblo mapuche y justamente, el asesinato del que trata tu libro, es parte de esta agresión. ¿A qué lo atribuís?
-Creo que se trata de una nueva fase de una política de Estado, que es la falta de abordaje de la problemática que plantean los pueblos originarios. Problemática en el sentido positivo del término. Es decir, la puesta en crisis de un modelo que en el caso de estos pueblos ha significado la segregación, las matanzas sistemáticas, el corrimiento territorial, la discriminación.Esta nueva etapa incluye el señalamiento como supuesto enemigo interno, su estigmatización cultural y el asesinato.
Es muy difícil no emparentar el recrudecimiento de la represión con la defensa de los intereses económicos en la Patagonia, y la defensa de un modelo de concentración de la tierra, el extractivismo, y la explotación sin control de los recursos naturales. Todos paradigmas puestos en cuestionamiento por la mirada de los mapuches.
En tu libro se menciona al periodista Claudio Andrade, que recientemente fue premiado por Fopea y que también cubrió el caso Maldonado. ¿Qué papel juega junto a los grandes medios?
-Los medios dominantes jugaron un rol muy claro y determinante en los dos casos, el de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado, y el asesinato de Rafael Nahuel. De manera sistemática copiaron y pegaron los dictados del Ministerio de Seguridad, instalaron mentiras que serían insostenibles, si no fuese porque la repetición hasta el hartazgo en sus propias cadenas de medios y en el resto, que acríticamente le hizo de eco. Así, colaboraron en construir un sentido común que asegura que en el sur del país, existe un grupo insurgente, guerrillero, al estilo de las FARC, y que en ese contexto cualquier acción de las fuerzas de seguridad se corresponde con la defensa de la integridad nacional, la democracia y las instituciones.
Creo que fundamentalmente Clarín e Infobae han sido funcionales a la estrategia de Bullrich-Macri (más los intereses y responsabilidades regionales y locales) de justificación de los crímenes estatales.
¿Qué te decidió trabajar con esta historia, la de Nahuel?
–Me decidió la triste convicción de que, seguramente, el crimen quede impune. La marcha de la investigación judicial, las medidas tomadas por el Juez Gustavo Villanueva, tienden a instalar en el expediente el relato del Ministerio de Seguridad sobre la existencia de un “enfrentamiento”, algo que no se sostiene en el cúmulo de pruebas, pericias y testimonios de la causa. Sin embargo, se demora en señalar la responsabilidad del Grupo Albatros de la Prefectura. Y me decidió también haber conocido a la familia de Rafael, saber de sus problemas y necesidades, así como a la gente que conoció y vivió con él.
Mapuches, sudaneses, colombianos. ¿ Hay una utilización intensiva del racismo para tapar la crisis económica y el ajuste?
-Creo que la historia argentina demuestra que sucesiva y sistemáticamente se han utilizado a distintos grupos como chivo expiatorio de las crisis. Los indios y el gaucho -figura luego reivindicada como antítesis de la inmigración europea de fines del siglo XIX-, los inmigrantes anarquistas y socialistas, los latinoamericanos -ya más entrado el siglo XX-, los sudaneses… todos son parte de la explicación que los poderes fácticos utilizan para enmarscarar las crisis que generan.
En este caso puntual, creo que además de distraer la atención de la situación de crisis económica, laboral y social, el “enemigo interno mapuche” sirve al sostenimiento de los intereses económicos en la Patagonia.
Aún después de todos los años que pasaron desde que se recuperó a la democracia siguen verificándose desapariciones, asesinatos, torturas, métodos que deberían ser propios de las dictaduras. ¿Neoliberalismo y democracia son incompatibles?
-Si se entiende democracia como el simple hecho de delegar la responsabilidad en la organización del Estado, evidentemente son compatibles. Ahora bien: si se llena ese concepto de otras aspiraciones humanas, si se le otorga un valor mayor vinculado con la idea del “buen vivir”, del desarrollo humano y social, claramente entran en confrontación. No soy polítologo ni sociólogo como para construir una respuesta tajante a esa cuestión. Sí, estoy seguro de que el neoliberalismo no ofrece las respuestas que el ser humano necesita para ser algo más que parte de un engranaje diseñado para el trabajo sistematizado y el consumo.