Redacción Canal Abierto | No son los únicos mandatarios de corte neoliberal en la región, pero sí los de mayor peso específico por el lugar que ocupan ambos países en los circuitos económicos del subcontinente. Jair Bolsonaro y Mauricio Macri tuvieron su primer encuentro oficial, el cual se dio –tal como aseguraron luego, en una conferencia de prensa sin preguntas de los periodistas- en un «clima de alegría, de ilusión».
El ambiente de distensión y cercanía permitió incluso que el presidente argentino ensayara unas palabras en portuñol. “Pa frenchi”, lanzó en relación a la predisposición que existe entre ambos gobiernos.
Por su parte, el brasileño habló de reuniones “extremadamente productivas” que se habrían centrado en “la lucha contra el crimen organizado” y “la defensa”, además de la ciencia y tecnología, energía nuclear y la “dinamización de nuestro comercio”.
En cuanto a los elogios en materia de defensa y seguridad –caballito de batalla del ultraderechista durante la campaña presidencial del año pasado-, cabe recordar que según un informe reciente de CORREPI y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, “en tres años, las fuerzas de seguridad de Cambiemos asesinaron mil personas”. Los últimos datos sistematizados de 2017 arrojaron que las fuerzas policiales asesinaron a una persona cada 23 horas.
“Es clave agilizar las negociaciones externas en curso, las negociaciones con la UE han requerido mucho esfuerzo y se ha avanzado como nunca antes. Con la llegada suya, tenemos la oportunidad de renovar el compromiso político del Mercosur y dar los pasos hacia un acuerdo que beneficie a ambos bloques”, puntualizó Macri.
El proyecto de integración regional creado en 1991 de la mano de los gobiernos ultraliberales de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay parece volver a su senda de origen, pero sin las expectativas ni entusiasmo que lo vieron nacer. Con el comercio intrazona estancado y un complicado escenario externo, la unión aduanera no encuentra grandes salidas hacia adelante. La suspensión de Venezuela, que desde su incorporación al bloque rechazó formar parte de un acuerdo con la UE, impide contar con un observador capaz de matizar el fundamentalismo de sus socios fundadores.
En relación a un posible acuerdo del bloque regional con la Unión Europea, los negociadores del Mercosur están ansiosos por lograr una apertura, al menos parcial, del mercado agrícola europeo a las exportaciones del bloque. Sin embargo, no tienen motivos para ser optimistas. Durante las últimas reuniones bilaterales y multilaterales entre el presidente argentino y su par francés, Emmanuel Macron, este último dejó bien en claro la reticencia gala a sellar un acuerdo. En abril de 2016 trece países europeos encabezados por Francia, Austria y Grecia solicitaron a la Comisión Europea que excluya de toda oferta que se intercambie con el Mercosur a productos agrícolas tales como carnes y lácteos. Dicho pedido fue acompañado por Irlanda, Hungría, Polonia, Rumania, Eslovenia, Luxemburgo, Lituania, Letonia, Estonia y Chipre. Es decir, casi la mitad de los estados de la unión se pronunciaron por restringir sus mercados agropecuarios.
Bolsonaro, además, aseguró que acompaña “con interés y admiración los esfuerzos del presidente Macri para levantar la economía argentina y hacerla más integrada al mundo”. Resulta curioso el fuerte respaldo a tan sólo un día de que el INDEC informara un 2,6% de inflación en diciembre y un acumulado anual del 47,6%, el porcentaje más alto desde 1991. Esto, sumado a la crisis recesiva que atraviesa la economía argentina: sólo en noviembre de 2018 la medición interanual de la actividad del sector se retrajo 13,3%, y en el mismo período, el uso de la capacidad instalada cayó un 5,9%.
Por otro lado, y como era previsible, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro ratificaron su posición –en línea con el Gobierno de Estados Unidos y la OEA- sobre Venezuela, al reiterar que Nicolás Maduro es «un dictador» y que la Asamblea Nacional -de mayoría opositora- es «la única institución legítima» en el país caribeño.
Imágen: Agencia Télam