Por Mariano Pagnucco (@ezepagnucco) / Revista Cítrica | ¿Cuánto tiempo se pueden guardar bajo tierra algunas verdades? ¿Y si se trata de un asunto público que afecta a millones de personas? La noticia salió a la luz a comienzos de año y luego quedó sepultada entre el silencio y la complicidad de las autoridades: en el subte de Buenos Aires circulan formaciones que contienen asbesto, un componente mineral que produce distintos tipos de cáncer por la sola exposición a sus partículas en el aire. Son formaciones que utilizan a diario los pasajeros de las líneas B, C y E de la red porteña.
Debido a sus propiedades aislantes y de resistencia al calor, el asbesto (o amianto) fue utilizado durante siglos en electrodomésticos, materiales de construcción, envases y productos industriales varios, pero luego se comprobó su efecto cancerígeno y fue prohibido con aval de la OMS y la OIT.
Si bien en Argentina rige su prohibición desde 2003, el Gobierno porteño compró sin licitación previa al Metro de Madrid, entre 2011 y 2013, casi 100 vagones que contienen asbesto en algunas de sus piezas y que estaban fuera de circulación en España. Son los modelos CAF 5000 y CAF 6000, utilizados en la Línea B. Cuando en febrero se conoció la noticia, en Buenos Aires salieron de circulación los CAF 5000, pero los CAF 6000 (con cierre hermético de puertas y aire acondicionado) siguieron operativos.
“Más de 50 muestras en diferentes flotas. Lamentablemente dio positivo en muchas muestras”
Metrovías informó en su momento que la inspección a los 60 coches CAF 6000 había dado resultados negativos y se comprometió a formar una comisión con participación de los gremios, la Agencia de Protección Ambiental, el Ministerio de Salud y la Subsecretaría de Trabajo porteños para hacer un seguimiento del tema.
Asbesto en todas partes
A casi seis meses de anunciada la comisión, los metrodelegados sostienen que no se avanzó nada «por falta de voluntad política» y que toda excusa es válida para no hacer los análisis correspondientes. Sin embargo, el sindicato impulsó un estudio por su cuenta que amplió la alarma: el Departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur indicó que también hay material cancerígeno en los trenes modelos Mitsubishi (Línea B), Nagoya (Línea C) y CAF-GEE (Línea E), todos ellos en circulación actualmente.
La doctora Leticia Lescano, a cargo del estudio, señaló en declaraciones a Tiempo Argentino que se hicieron “más de 50 muestras en diferentes flotas, fue un trabajo muy arduo y muy riguroso, y lamentablemente dio positivo en muchas muestras». Con estos resultados en mano, los metrodelegados iniciaron una causa judicial… que también está frenada.
La salud en riesgo
El primer grupo afectado es el de los trabajadores y las trabajadoras que tienen contacto permanente con el material. De hecho, en mayo se conoció que un empleado del Metro madrileño murió a causa de la asbestosis (enfermedad pulmonar provocada por la exposición constante al asbesto), y hay al menos otros cuatro casos más detectados allí.
“Una sola fibra de asbesto puede llegar a desarrollar un cáncer en mis pulmones”
La empresa responsable del subte en la capital española fue multada con 200 mil euros cuando se conoció el escándalo del asbesto una década después de su prohibición en esa ciudad. A su vez, todo el personal fue sometido a estudios médicos preventivos y se puso en marcha un plan de desamiantado en toda la red. En Buenos Aires, en cambio, Metrovías no puso en marcha ningún protocolo especial para sus empleados y tiene interés en continuar operando el subte por los próximos 15 años.
Para el doctor Eduardo Gutiérrez, especialista en asbestosis, esta cuestión excede el ámbito laboral y es un asunto de salud pública, ya que «no hay un umbral seguro» de exposición. El asbesto está presente en minúsculas fibras que son muy livianas y se pueden integrar fácilmente al aire que respiran los usuarios cada día. «Hipotéticamente, yo puedo decir que una sola fibra de asbesto puede llegar a desarrollar un cáncer en mis pulmones», expresa el profesional de la salud.
Cítrica realizó consultas con las áreas de Prensa y Relaciones Institucionales de Metrovías y de Sbase (la sociedad estatal que administra y controla el subte) sobre la continuidad del servicio en las líneas B, C y E sin que se hayan quitado de circulación los vagones sospechados por la presencia de material cancerígeno. La respuesta fue un venenoso silencio.
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