Redacción Canal Abierto | “Aquí están todos los libros, los objetos, que la industria cultural de este país generó. Es impresionante eso. Es una cosa demasiado grande como para que no tengamos conciencia de que está ahí. En ese sentido, tenemos la obligación de compartir con los demás el conocimiento de que esto existe”.
Con estas palabras, Juan Sasturain le da dimensión al nuevo desafío que decidió encarar. Porque este hombre -que fue hasta aquí escritor, periodista, guionista, director de la emblemática revista Fierro y hasta conductor de programas de televisión sobre libros e historietas- desde hace un mes es el nuevo director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, el enorme edificio de Recoleta diseñado por Clorindo Testa que atesora y custodia los materiales que constituyen la memoria impresa del país.
La tarea, que alguna vez supieron desempeñar Paul Groussac y Jorge Luis Borges, es más difícil si se tiene en cuenta el contexto: el organismo, como el área cultural en general, sufrió recortes presupuestarios y cientos de despidos durante la gestión macrista.
“Durante estos años se desactivó gran parte de las actividades que durante una década brillante, como fue la gestión de Horacio González y las anteriores, le habían dado a la Biblioteca una presencia real en la actividad cultural del país que nunca había tenido –analiza Sasturain en diálogo con Canal Abierto-. El desafío está en recuperar esa dinámica en términos realistas. Eso significa que primero tenemos que garantizar las condiciones materiales: este edificio tiene que estar bien, hay que arreglar las cosas que están rotas, sino no se puede laburar. La gente tiene que estar bien, los sueldos tienen que estar relativamente bien a lo que estaban. Hay prioridades”.
En ese proceso, asegura que todas las actividades de la Biblioteca seguirán siendo gratuitas y en éste, que “es un momento de demandas”, a la Argentina primero hay que “ponerla de pie” y después “sentarla para que lea”.
De hábitos y lecturas
Las dificultades de la Biblioteca no son sólo presupuestarias, sino de época. Que “la gente cada vez lee menos” se volvió una máxima que cada tanto es confirmada por algún estudio de mercado.
“El proceso de la lectura, individual y silenciosa se ha enrarecido, es decir que no es una actividad que hagamos con naturalidad, porque no se parece a nada. No hay ninguna actividad que hagamos solos, en silencio, y no haciendo otra cosa. Sentarse a leer es una cosa rara”, afirma Sasturain.
Y sentencia “Lo único que tenemos es tiempo, y el tiempo es determinado. Por más cosas que intentemos meter ahí adentro, igual no lo vamos a estirar: dos horas son dos horas. Y la lectura requiere una cantidad de tiempo que, según la economía vital de hoy en día, es un desperdicio. Ciertas actividades se han enrarecido, no se les ve utilidad, no son funcionales. Hay algo que está mal”.
Realización audiovisual: Pablo Martínez Levy
Entrevista: Gladys Stagno