Una campaña punitivista se desató cuando, en el contexto de la pandemia, algunos privados de su libertad fueron enviados provisoriamente a prisión domiciliaria y otros, a quienes les correspondía por ley, fueron liberados. Claudia Cesaroni*, acudió a escenarios en que las protestas de los detenidos señalaban el riesgo sanitario al que, entre otros, están expuestos. La embestida mediática que acompañó a la derecha rancia de nuestro país repercutió de tal modo que Claudia fue obligada a renunciar a la Dirección General para la Prevención del Delito y la Violencia de la Municipalidad de Quilmes.
¿Cómo nos tratamos, cómo nos cuidamos y castigamos? La pregunta de fondo de nuestra conversación gira en torno a la relación entre castigo y cuidado: ¿qué significa el cuidado en el castigo? Más allá del discurso oficial con el que nuestras sociedades occidentales se felicitan cuando justifican las cárceles con la idea de la “reinserción social”, el problema del cuidado precede a ese supuesto propósito, ya que se trata de interrumpir la espiral de una violencia compleja que involucra al conjunto de la sociedad, empezando por la violencia ejercida desde el Estado. De ahí que es justo en esos espacios de confinamiento que nadie mira, donde el abuso de autoridad es sólo el punto de partida, donde se pone realmente a prueba el gastado Estado de Derecho.
Un Pensando la cosa, en el fin del mundo que desde la coyuntura se sumerge en las entrañas del Leviatán, alimentadas por la moral pequeño burguesa, de la mano de nuestro “cicerone”, Ariel Pennisi.
Algunos destacados de la charla:
“Los centros de atención para personas con adicciones muchas veces son centros de tortura brutales, mucho más brutales que las propias cárceles. Porque las cárceles tienen una lógica: los presos tienen un defensor, familias que los van a ver, la posibilidad de hablar por teléfono. Hay espacios donde el no derecho es absoluto, porque con el argumento de que todo contacto con el mundo exterior fortalece tu adicción a las drogas, el corte es absoluto, entonces no sabemos nada de lo que ahí adentro pasa.”
”Sólo nos espantó conocer los abusos sexuales del padre Grassi pero ni nos enteramos de los centenares de abusos de otro orden en la cotidianeidad de esos pibes y pibas.”
(Cuando el gobierno dispuso las medidas de cuarentena) ”empezamos a pensar cómo se traducían las políticas que establecía el gobierno nacional en los lugares de encierro. Nadie estaba pensando en eso. Hablamos de espacios donde hay miles y decenas de miles de personas, no sólo quienes están privados de libertad sino las personas que trabajan allí. Las primeras medidas que se tomaron fueron de restricción de derechos. Se cortaron las visitas (…), a quienes tenían ya algún tipo de salidas se les cortaron las salidas transitorias.”
”El 15 de marzo, desde el CEPOC, comenzamos a decir hay gente que podría salir de la cárcel. El primer grupo que nos pareció obvio que se tenía que ir a la casa era el mismo grupo establecido como en situación de riesgo en el mundo libre: los mayores de 60 años, las personas con algún padecimiento físico, las mujeres con sus hijos y las mujeres embarazadas. Eso en el ámbito federal significó una lista de 1300 personas, es más o menos el 10% del total de 13.000 presos y presas.”
“Para ese grupo que nos parecía tan sencillo defender que espere el fin de la pandemia en su casa, no resultó así, nada asì. De hecho, lo que pasó es que empezaron a salir porque los jueces de ejecución y los tribunales empezaron a otorgar algunas libertades en base a esos parámetros. Cuando aparece un caso de un condenado por un delito contra la integridad sexual a la que se le otorgó el arresto domiciliario, ese caso se transformó en el caso modelo para denunciar desde los medios de comunicación y sectores políticos, incluso del Frente de Todos, que se estaban liberando violadores y asesinos. Entonces la discusión sobre todos los demás grupos quedó empantanada.”
“No se los escucha (a los presos), y está severamente reprimida en el ámbito carcelario la participación, pongamos como ejemplo, en una huelga para defender los derechos laborales que tienen las personas que logran trabajar en el encierro, o un reclamo porque no hay agua o porque la comida es una porquería. Está prohibido presentar un petitorio, es una falta grave; hay un reglamento de disciplina en el ámbito federal y provincial que prohíbe hacer presentaciones colectivas.”
“Solo se descubrió que había presos con Covid-19 en Devoto porque los tres que terminaron en los hospitales (dos heridos de bala de plomo y uno caído del techo, con riesgo de quedar parapléjico) al hacerle las pruebas de práctica al entrar al hospital, los tres estaban contagiados. Si no hubiera habido ese episodio arriba de los techos, no sé cuándo nos íbamos a enterar y cuánto tiempo más esos detenidos estarían contagiando… y cuántos otros están adentro hoy enfermos y contagiando a sus compañeros. El protocolo en el sistema penitenciario es sólo testear tras los síntomas.”
“La responsabilidad de lo que pasa en las cárceles es de los jueces, porque los presos y presas están ahí porque un juez o un tribunal los mandó, pero la responsabilidad es de los tres poderes. El servicio penitenciario depende del ámbito ejecutivo y el poder legislativo tiene una enorme responsabilidad porque votan basura, sistemáticamente desde Blumberg, 2004 en adelante, todo lo que han votado en término del sistema penal ha sido para agravarlo, hacerlo más duro, recortar los derechos de las personas privadas de libertad.”
“(Kiciloff) Empezó su gestión reconociendo el grávisimo problema que había en las cárceles de la provincia de Buenos Aires y lo que está planteando ahora es la postura Berni, construir más cárceles.”
“Primero, debería haber menos gente en la cárcel, hay gente que está presa y no debería estarlo. Debemos desnaturalizar que haya gente inocente presa. Hay que hacer reformas legislativas urgentes para volver a poner en funcionamiento la Ley de Ejecución Penal, porque está dinamitada. Esa ley lo que tiene como principio es que vos metés gente presa para que en algún momento vuelva mejor a la sociedad, con alguna capacidad que no tenía: un título educativo, o completar un nivel educativo que no tenía, que terminen el secundario; y la posibilidad de trabajar. La inmensa mayoría de las personas privadas de libertad son personas que nunca tuvieron acceso a un trabajo digno. Esas personas tienen derecho a trabajar dignamente, y es lo único que puede evitar que vuelvan a delinquir. El único que puede darles esta oportunidad es el Estado o cooperativas, incluso cooperativas de liberados.”
[mks_toggle title=»* Claudia Cesaroni» state=»open»]Abogada, Magíster en Criminología (UNLZ).Trabajó en la Procuración Penitenciaria (2001-2004) y en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (2004-2010). Colaboró en proyectos en la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia. En 2004 fundó el CEPOC (Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos), desde el cual tomó causas de condenas a prisión perpetua a adolescentes y la causa por la Masacre en el Pabellón Séptimo. En 2010 ganó un concurso internacional para trabajar como directora adjunta de la Asociación para la Prevención de la Tortura, en Panamá. En 2015 comenzó a trabajar como docente en la Escuela Secundaria de Educación Técnica de la Universidad Nacional de Quilmes. En diciembre de 2019 fue asignada para encabezar la Dirección General para la Prevención del delito y la violencia en la municipalidad de Quilmes. En su juventud fue parte de las Brigadas del Café en Nicaragua. Publicó Un partido sin papá (2014), Masacre en el Pabellón Séptimo (2013), La vida como castigo (2010). Condujo el programa “La cocina del miedo” en FM La Tribu.[/mks_toggle]