La lectura poética que Hugo Mujica propone sobre el eternamente polémico Heidegger, permite una comprensión del ánimo más allá de los estados psicológicos o de las terapias de moda. Se trata de una vibración, cuestión de resonancia con lo que es y lo que pasa. Alcanzar las afecciones por un progresivo abandono del sujeto metafísico, incluso del lenguaje que estructura la experiencia. La stimmung heideggeriana es recuperada por Mujica como constelación musical, en la que el hombre moderno calla y el mundo vuelve a sonar. Apología de la escucha, filosofía de los senderos que vuelven a encontrarse, poesía de la última palabra. Una imagen.
Comenzó a estudiar sistemáticamente filosofía en la Free University of New York, y continuó estudiando pintura en la School of Visual Arts. Participó en el movimiento de la psicodelia, trabajando directamente con Timothy Leary y Ralph Metzner, en experimentos relacionados con el LSD, y otras drogas alucinógenas, y su vinculación con el proceso creativo. A finales de los ’60 “la pintura me dejó”, dijo en un reportaje. Comienza una nueva búsqueda: los Hare Krishna, vecinos del Lower East Side, fue su primera atracción hacia una posibilidad espiritual. Fue en un viaje que realizó con Satchidananda que conoció la vida monástica de la orden Trapense donde, una semana después de asistir al Festival de Woodstock –“mi despedida del mundo”, dijo riéndose en un reportaje–, volvió al monasterio y se quedó viviendo como monje bajo voto de silencio durante siete años. Fue el tiempo de la poesía, que no abandonó hasta nuestros días. Su obra, tanto poética como ensayística fue publicada en varios idiomas y viaja permanentemente invitado a dar conferencias y leer sus trabajos. El listado de sus obras se puede encontrar en: https://es.wikipedia.org/ wiki/Hugo_Mujica