Redacción Canal Abierto | Nuevas cifras informadas por organismos de niñez vuelven a mostrar la peor cara de esta pandemia: la pobreza infantil. Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en 2019 esta problemática alcanzó al 59,5% de los niños, niñas y adolescentes de las zonas urbanas de Argentina, y el 14,8% de ellos eran indigentes.
Hoy, a casi tres meses del aislamiento social, las brechas y desigualdades se profundizan y los barrios más vulnerables lo evidencian en el día a día. Según las estimaciones de Unicef, la incidencia de la pobreza alcanzará a 9 de cada 10 niños y niñas de estos sectores de la sociedad al finalizar este 2020.
“Más allá de las cifras, que son contundentes, uno ve ese incremento en las caras de esas cifras en la vida cotidiana. Quienes no estaban en situaciones de pobreza hoy lo están”, señaló Estela Rojas, referente de niñez y territorio en Chicos del Sur.
Por su parte, Omar Giuliani, de la Federación Nacional Territorial de la CTA-A (FENAT), agregó: “La pandemia lo que trajo es la visibilización de esta situación social y el agravante de la misma. Ya veníamos en una empinada en términos de crecimiento de la pobreza en la niñez y esta crisis la empeoró”.
Pero si de derechos básicos negados hablamos, estos no terminan en no poder cubrir una canasta básica. La asistencia alimentaria en muchos casos es cubierta por las mismas organizaciones sociales y por los vecinos y vecinas que se organizan –como en muchas otras crisis- para dar respuestas a sus propias necesidades.
“Hacemos con muy pocas herramientas lo mejor posible. Acompañamos en sus tareas escolares y terminamos viendo que más allá de poder o no completarlas, no hay posibilidades en muchas familias de entender bien lo que se está haciendo, o acceder a la información, y esto pone una brecha aún mayor que la que ya había”, explicó Rojas.
En este punto, la FENAT coincide. “Nosotros no nos planteamos sólo la crisis económica y la pobreza, que es gravísima, sino todo lo que eso conlleva en el sistema de salud, en el educativo, en las desigualdades que existen en nuestros barrios más pobres. La continuidad pedagógica no existe, más allá de la buena voluntad de los compañeros y compañeras docentes, y de las organizaciones sociales que intentamos sostener esto”, remarcó Giuliani.
Si bien en la Ciudad de Buenos Aires la Justicia ordenó al Gobierno porteño a garantizar el acceso a internet y a herramientas tecnológicas a toda la población escolar, en el resto de las provincias las realidades son distintas, y en la propia Ciudad no se cumplió con la ordenanza hasta el momento.
“Por lo general, la niñez no aparece en la agenda más allá del hambre, que no es un dato menor, pero también existen otros procesos de violencia. Ejemplo es el no acceso a la continuidad pedagógica que profundiza las desigualdades”, dijo Giuliani.
También para la referente de Chicos del Sur, la niñez nunca fue realmente un tema de política pública que sea considerada. “Las políticas para la niñez son las mismas que hubo hasta este momento: no las hay. Nos vemos bastante huérfanos de un Estado que no nos está dando respuestas. No se piensa en medidas posibles para aquellos que no tienen acceso a la virtualidad, o en protocolos para situaciones de violencia o abusos en las niñeces. Son las deudas del pasado, se acrecientan en el presente y seguirán –espero que no- en el futuro”.
Más violencias
“La desigualdad es una de las herramientas principales de la violencia de este sistema, dicen desde la FENAT. Y desde ese entendimiento es que intentan discutir un futuro que con la complejidad de este contexto se configura con mayor desigualdad.
En este sentido, Giuliani señaló: “Queremos como organizaciones que el aislamiento sea físico y no social y llegar a nuestros pibes y pibas de la manera en que podamos. Los procesos de violencia hacen que las situaciones de consumo, depresiones y suicidios se profundicen en nuestra juventud. En un panorama en el que más del 60% de niños, niñas y adolescentes era pobre cuando ingresamos en la pandemia, esta crisis profundiza eso y las visiones y marcos de desigualdad a futuro”.
Y agregó: “Venimos observando que, de la misma manera que los femicidios explotan en este contexto de aislamiento porque las mujeres quedan encerradas con el violento, lo mismo sucede con nuestros pibes y nuestras pibas que en muchos casos han quedado en cuarentena con procesos de violencia”.
Una de las consignas que esta organización que hace muchos años trabaja en el territorio atendiendo las necesidades de las niñeces es “El hambre es un crimen”. Pero para Giuliani, en este escenario que profundiza la deshumanización, “la pobreza en la niñez va más allá de poner comida en sus panzas”.
“Cuando hablamos de la ternura, del amor y de la pedagogía de la presencia y el abrazo en un mundo y en una sociedad expresamente deshumanizada, hablar de humanizar nuestra niñez es profundamente revolucionario y debe ser transformador”, destacó.
La salida
“De esto se sale primero con un Estado muy presente en el marco de políticas públicas de cuidado y contención diferentes a futuro. Eso está muy ligado a profundizar el proceso de la matriz productiva en nuestro país, que garantice trabajo para los padres y madres de cada uno de nuestros pibes y pibas. La deshumanización, la precariedad laboral y el hambre están asociados a la falta de trabajo”, concluyó el referente de la FENAT.