Redacción Canal Abierto | En tiempos de pandemia, el home office, teletrabajo o trabajo remoto que se ha promocionado al infinito como un universo de comodidad y posibilidades mostró su otra cara.
“Los primeros datos hablan de que el 63% del Estado está haciendo algún tipo de trabajo remoto, y la mayoría de quienes lo hacen son mujeres. Somos las que están empezando a vivenciar y a enunciar una sobrecarga de trabajo productivo y reproductivo que se da encimado, porque somos las que seguimos teniéndolo a cargo. El cuidado sigue siendo una carga mayormente de las mujeres”, explica Clarisa Gambera, secretaria de Género de la Asociación Trabajadoras del Estado (ATE), y referente de la Escuela de Feminismo Popular Norita Cortiñas.
La escuela, junto con la Asociación Argentina Historia de las Mujeres y Estudios de Género lanzó al comienzo de la cuarentena la convocatoria a un espacio virtual que comenzó como una respuesta al aislamiento y se volvió, cada jueves, un lugar de encuentro regular y de producción colectiva donde, entre otros, surgió el problema del teletrabajo.
“La Asamblea de Trabajadoras en Tiempos de Pandemia es un espacio abierto, no orgánico, que pensamos que iba a ser una experiencia de una o dos asambleas y vamos por la octava -relata Gambera-. Hay trabajadoras organizadas e independientes, mucha variedad de profesiones, y tiene un carácter federal que permite la virtualidad. Se trataba de poner a circular las voces en el marco del confinamiento y surgieron tres grandes temas: el teletrabajo, el trabajo esencial, y la violencia y el recrudecimiento de la mirada más represiva”.
Cuidar es trabajo
El resultado fueron mesas de trabajo que recopilaron lo actuado, y se convirtieron en podcast disponibles en la Web. Allí podemos encontrar, entre otros testimonios que invitan a la reflexión personal, el de una docente universitaria contando su experiencia en primera persona, una abogada laboralista que ahonda en las múltiples formas de precarización laboral que conlleva un teletrabajo sin regulación, una economista que aborda el trabajo a través de APPs, etc.
“El problema es que todavía no hay conciencia de que cuidar es trabajo, y el cuidado no está repartido. Y no hay forma de solucionar de manera social el cuidado. Además, no todo el trabajo es teletrabajable. En la Argentina se calcula que sólo lo sería el 27%, que mayormente es en sectores feminizados o de servicios. La industria difícilmente pueda hacer trabajo remoto”, apunta Gambera.
En efecto, una investigación sobre los usos del tiempo en la cuarentena, focalizada en trabajadoras y trabajadores estatales, reveló la dificultad de las y los encuestados y encuestadas al momento de conciliar las tareas laborales con aquellas vinculadas a la organización doméstica y de cuidados y arrojó que las mujeres trabajan en el hogar tres horas promedio más que los varones.
Con respecto a las tareas de cuidados, fueron más las mujeres las que manifestaron llevarlas delante de manera exclusiva según la encuesta realizada por las sociólogas Leticia Duec y Silvana Mochi.
A su vez, las mujeres identificaron en mayor medida sus sentimientos con preocupación, angustia, ansiedad y agobio, relacionado con la “dificultad” expresada en la conciliación entre tareas laborales, domésticas y de cuidados, imprescindible para garantizar la cotidianeidad de los hogares en el marco de la pandemia.
La excepcionalidad y la ley
En tanto, son 14 las iniciativas para regular el teletrabajo que está analizando la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados que encabeza Vanesa Siley. Este miércoles, de la reunión virtual con los legisladores participaron también los líderes de las tres centrales obreras que tomaron distintas posiciones en relación a la discusión. La CTA Autónoma, representada por su secretario general, Ricardo Peidro, fue la que hizo notar la particularidad del momento: “Una ley para esta emergencia tendría ser ya mismo, pero una legislación que es para el futuro tendríamos que tener más tiempo para discutirla, no con tanta urgencia”.
En la misma línea se paran las mujeres. “El teletrabajo es un anhelo de las empresas que tiene larga data. Sí queremos una reglamentación de emergencia para la excepcionalidad porque ésta no puede ser la nueva forma de organización del trabajo, la nueva normalidad. El trabajo remoto es una modalidad que se instaló de hecho y que nos tiene en jornadas de muchísimas horas, que está en nuestras casas, que nos transfiere el gasto, y, sobre todo para nosotras las mujeres, que invisibiliza que estamos trabajando las que cuidamos, que estamos haciendo dos trabajos a la vez”, detalla Gambera.
Pero aclara: “El otro es un debate más de fondo que no debería ser exprés. Eso requiere otros tiempos”.
Por otro lado, desde el espacio feminista destacan que el teletrabajo tiende a la deslocalización de la productividad y a la tercerización y que “la única forma de proteger derechos sería que toda la gente que sea tercerizada dependa del convenio colectivo de trabajo de la empresa principal, algo que no contemplan los proyectos de ley que están en discusión”.