Redacción Canal Abierto | El 20 de agosto de 1995 representantes de 15 radios comunitarias del país realizaron una asamblea en la sede de ATE Nacional. Allí nacía el Foro Argentino de Radios Comunitarias, del que un cuarto de siglo después forman parte cerca de 120 emisoras gestionadas por organizaciones sin fines de lucro.
Si bien el nucleamiento entre radios ya existía a partir de asociaciones regionales denominadas ARCO (Asociación de Radios Comunitarias) y una federación nacional (FARCO-Federación Argentina de Radios Comunitarias), en dicha asamblea se le dio un nuevo marco en el que las radios confluyeron directamente en la asociación de carácter nacional.
«Un primer interés fue defender a las radios que en muchos casos eran cerradas con sus equipos decomisados perseguidas, hay varios ejemplos. Había que defender la posibilidad de estar al aire y buscar la legalidad fue la primera preocupación», recuerda Néstor Busso, integrante de Radio Encuentro de Viedma, miembro fundador de FARCO y presidente durante algunos períodos.
«Con el nacimiento de las radios tuvimos contactos y se empezaron a formar asociaciones locales. En nuestro caso, de Radio Encuentro, creamos la Asociación Norpatagónica de Radios Populares con radios de Neuquén y Río Negro, que era nuestra región natural. De igual manera se crearon asociaciones en el Gran Buenos Aires que se llamaron Arco. Estaba Arco Noroeste, Arco Sur, Arco Oeste, ArcoBA, eran varias… Primero pensamos en una Federación Argentina de Radio Comunitarias, que nucleara a estas asociaciones regionales. Avanzamos en la organización y vimos que habían radios que en su región no tenían con quién asociarse, porque no en todas las regiones del país había asociaciones», agrega.
Busso remarca que otro factor que hizo que las radios se agruparan a nivel nacional fue que «la problemática era nacional, había que promover políticas nacionales. Así que formalmente dimos forma a FARCO y decidimos que continuaríamos con el nombre, que ya estaba instalado, pero que le llamaríamos Foro y en lugar de una federación sería una asociación nacional de radios sin esas instancias intermedias de carácter regional».
Además de la defensa de los medios y la promoción de políticas públicas en relación a la comunicación, FARCO fue avanzando en la producción de contenidos comunes y en las instancias de formación.
«Ahí empezamos con el intercambio para la capacitación y formación de nuestra gente. También el intercambio de producciones. Por la época teníamos que hacerlo en cassette que se enviaban vía ómnibus que tomaban su tiempo. En ese momento contamos con el apoyo muy fuerte de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (Aler). Varias de las radios de FARCO fuimos siendo socias de Aler, que ya tenía 30 años nucleando radios populares en América Latina. Eso colaboró no solamente con capacitación, con acompañamientos, propuestas y ver qué pasaba en otros países», cuenta.
Fue ley
La lucha por la legalidad que les negaba la ley de la dictadura tuvo un recorrido con varias escalas hasta la estación final del 9 de octubre de 2009, cuya parada principal fue la conformación de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. En 2004, junto a ostras organizaciones sociales, gremiales, civiles y de derechos humanos, presentó los 21 puntos que serían el embrión de la nueva ley, primera surgida en democracia.
«Todo ese proceso se dio en la nueva ley que impulsamos desde FARCO, y hoy representamos la posibilidad de expresión de amplios sectores de nuestro pueblo no mediados por el interés económico o político partidario» destaca Busso.
«Entonces, creemos que las radios comunitarias, y así lo consideran además organizaciones internacionales como la CIDH o la UNESCO, son una forma de ejercer el derecho a la comunicación, la libertad de expresión y tienen esta característica de no estar condicionados por el interés económico comercial. Los medios comerciales tienen un fin de lucro y entonces en la mayoría de los casos sus contenidos están influidos por esa actividad», remarca.
Por su parte, Pablo Antonini, integrante de Radio Estación Sur de La Plata y actual presidente del foro, explica: «Tenemos estatuto, tenemos definiciones, hay una asamblea una vez por año en la que se toman definiciones políticas que son muy claras. FARCO nuclea medios gestionados por organizaciones que, en mayor o menor medida, tienen definiciones. Al igual que cualquier medio de un grupo empresarial, con la diferencia que en nuestros casos son posicionamientos que tienen que ver con las necesidades que hicieron surgir a las radios, con objetivos sociales, convicciones y no con ser un grupo de lobby que quiere acumular poder«.
«Esas relaciones son variadas. Lo que tienen en común es la promoción y ampliación de derechos y la construcción de políticas que tengan que ver con eso y con un modelo económico justo, soberano e independiente. Lo que tenemos es una historia en común y una extracción como sucede en la mayoría del pueblo, mayormente peronista o popular. Que además viene de construir su más significativa batalla, que comenzó mucho antes pero que se plasmó con un protagonismo de FARCO en la convocatoria de la coalición que formuló los 21 puntos en 2004 de los que devino la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009. Las identidades son diversas, lo que tienen en común es el modelo de país a grandes rasgos que se piensan y el modelo de política de comunicación que se discute, se define y se empuja de conjunto. Hay una identidad anclada en o nacional, lo popular y lo latinoamericano. No hay una filiación partidaria porque hay variantes, pero sí vertientes que probablemente confluyan en lo que hoy es el Frente De Todos, pero que no por eso van a perder de vista, a la hora de armar sus agendas periodísticas, expresar a los sectores a los que están representando», agrega.
Unidos en la lucha y en la producción
En 2005 se crea el Centro de Producción con sede en Rosario. Allí se produce un informativo nacional en dos ediciones a partir de informes que realiza cada radio desde su lugar. «En un principio, participando de la red satélite de Aler a nivel continental y usando esa tecnología que después fue reemplazada por la facilidad que significa internet», explica Busso.
«La diferencia de hacer un noticiero que repiten las radios con lo que hacemos nosotros es que las radios participan de la producción, pero no en el rol de movileros. Acá las radios eligen los temas, en el marco de un manual de estilo elaborado desde FARCO. En base a eso arman un reporte que también tiene sus características a cumplir: una duración estipulada y si o si tener un testimonio en primera persona, que no sea solamente un periodista contando. En base a esas pautas generales producimos todos los días un noticiero nacional, que creo que es el noticiero más federal que tiene Argentina. Es un concepto de producción informativa: desde abajo, federal, que expresa diversidad y a la vez coherencia, similar al que tiene la propia red en su organización, su concepción y su debate«, define Antonini.
Con los años, la incorporación de radios y el crecimiento de la red, a este informativo se le sumaron otras producciones como la agencia de noticias, y los envíos semanales Expreso FARCO, con informes de interés general y Que Suene, en el que cada radio da cuenta de algún número musical de su localidad.
«Las otras producciones tienen que ver con esta idea de pensar la identidad de lo que se produce desde un lugar federal y además expresar el recorrido de las radios. Expreso Farco o Que Suene son un montón de organizaciones locales llevándote a un recorrido por sus distintas realidad con sus diferencias y sus pareceres, todas juntas desde una misma mirada», explica Antonini.
«Pensamos la comunicación no desde la centralidad de la Capital y en eso creo que es muy fuerte nuestra experiencia desde FARCO. Para nosotres es fundamental el centro de producción, el informativo, el Expreso Farco y el Que Suene son la posibilidad de poder construir otra agenda. En ese sentido, se da también adentro de cada instancia de cada radio lo que se entiende por construir una agenda. Quienes se formaron en comunicación social o distintas carreras, o quienes fueron aprendiendo en el hacer dentro de un medio, hay un estereotipo de informe en el que es central lo que sucede en la Capital o esta agenda que grandes empresarios y grandes intereses nos van imponiendo día a día», sostiene por su parte Gabriela Fiochietta de La Mosquitera, FM de El Bermejo, Mendoza.
«Ahora, en el interior del interior también sucede eso, también hay una agenda de lo que son esos ejes fundamentales que atraviesan los intereses más fuertes de lo que es la provincia. Todo el tiempo hay que deconstruir esto que vemos y preguntarnos para quiénes esto es importante o a quien le sirve este mensaje. También por eso está el trabajo desde los territorios y con la voz de cada protagonista de cada lugar. Para eso es fundamental el ejercicio constante y cotidiano con el informativo y el centro de producción donde por un lado vamos enlazando como algunas situaciones comunes como nos sucede mucho con los feminismos hay realidades sumamente diversas, pero un femicidio en la provincia de San Juan nos atraviesa tanto como un femicidio en la provincia de Corrientes», agrega.
Macrismo, pandemia y después
Al igual que para el conjunto del pueblo trabajador, los últimos 4 años no fueron fáciles para los medios populares. Las cuentas pendientes tras la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no habían terminado de saldar, y la pandemia de coronavirus también puso a prueba a las radios de FARCO.
«La pandemia también fue una oportunidad de mostrar nuestra fortaleza. Mayormente, los medios populares en general están a la altura de las circunstancias, siguieron funcionando, se las arreglaron para cumplir su rol con una responsabilidad muy superior a la de los principales medios de los grupos económicos en cuanto a la calidad de la información, a la responsabilidad a la hora de informar, a la conciencia de que es un momento en el que no se puede especular, que tiene consecuencias muy serias reducir el tratamiento y el abordaje informativo al tipo de operaciones que estamos viendo cotidianamente. Con mucho sacrificio y con una situación que ya era grave y se agrava más, pero también con la satisfacción de que se está pudiendo estar a la altura de las circunstancias», cuenta Antonini sobre el impacto que la actual coyuntura tuvo sobre estos medios.
Sobre los desafíos y perspectivas que avizoran una vez superada esta situación y cuando el gobierno pueda iniciar su gestión con normalidad, Antonini afirma que «lo que suele pasar con los medios populares y comunitarios es que su valor estratégico se ve más en las malas que en las buenas. En realidad, es en las situaciones en las que hay un Estado más accesible es el momento para fortalecer más que nunca todo este espacio que está mostrando una capacidad instalada muy notoria. Nuestro rol tiene que ver con defender las cosas que defendemos siempre: las ampliaciones de derechos de nuestro pueblo, políticas que permitan accesos universales, nuestro rol en relación a nuestras comunidades o el derecho a la comunicación de nuestro pueblo. Pero nuestro rol también es ser inteligentes en el sentido de fortalecernos y fortalecer en este momento esta perspectiva. Me parece que hoy no hay que dejar de tener iniciativas, como la que se presentó en el Congreso por la diversidad y el pluralismo. Tenemos que plantear muy fuerte que a casi 11 años de sancionada le ley prácticamente el 40% de nuestra red sigue sin legalidad. Tenemos que modificar el protocolo que permite los decomisos y clausura de medios. Porque parece que cuando hay un Estado con una política más inclusiva nos relajamos».
«Pareciera que ciertas cosas dejaran de ser urgentes, cuando ese es el momento para garantizar la legalidad de nuestras radios, la vigencia plena del fomento, avanzar en una distribución democrática y federal de la pauta y ser consecuentes con los principios por los que nacimos», recalca.
«Estas cuestiones son las que nos unifican, también las que nos hacen diversas y sobre todo esta nueva apropiación de sentidos que hacemos y que no son los que nos han dicho que tenemos que tener y que encuadran dentro de esta mirada hegemónica que juega y que favorece a esos intereses. Esa construcción es estar interpelándose todo el tiempo, no solamente a ese afuera sino también hacia adentro de cada radio, sobre todo en cómo se construye su proyecto político comunicacional y qué es relevante y que no», afirma Fiochetta.
Antonini remarca que lo que venga de aquí en más «depende mucho de nuestra capacidad de leer los momentos y de seguir demostrando lo que ya hemos demostrado. FARCO está cumpliendo un cuarto de siglo. Tiene un su interior radios que tienen 30 32 años. Cuando hablamos de capacidad instalada estamos hablando de eso. De medios que han demostrado ser sostenibles porque tienen comunidades que los respaldan. Uno de nuestros principales desafíos es que desde el Estado se entienda eso, que la apuesta estratégica es por acá porque ya tenemos la garantía de poder haber seguido adelante en todas las condiciones, mejores o peores, que hubo desde el retorno de la democracia. Así que está el desafío de poner el fortalecimiento de la comunicación popular como parte de una política de comunicación estratégica de Estado. En épocas reciente hemos podido ponerla como centro de una normativa, pero no logramos que eso se traslade a una política. Ahora tenemos la normativa un poco más débil, pero está el desafío de generar más normativas y marcos para trasladarlas a una política».
«Es muy importante dimensionar y no quedarnos ahí. Nos queda muchísimo y todo el tiempo la realidad nos demanda nuevos crecimientos y desafíos. Estamos inmersos e inmersas en un contexto sumamente complejo, pero si me parece que es necesario que sigamos creciendo también en valorar todo este camino que se ha hecho que es grande, es mucho y que ha sido sostenido», aventura Fiochetta.
«Hay tres cosas por las que me parece que pasan las perspectivas y los desafíos: poder poner la comunicación popular como un proyecto de política estratégica y organización, tanto en la normativa como en políticas concretas como legalización, distribución de pauta, fomento al pluralismo y la diversidad; poder estar en condiciones de dar las pelas culturales y simbólicas que son necesarias para un proceso de transformación en serio de este país y ,para poder cumplir con lo anterior, seguir consolidando nuestras organizaciones ya no solo para que sigan dando testimonio de su capacidad para sobrevivir sino para crecer y generar fuentes de trabajo dignas que nos permitan generaciones de comunicadores y comunicadoras populares que puedan poner su cabeza, energía y capacidad y creatividad 100% en su trabajo en nuestros medios. Y que dejemos de ser semilleros de compañeros y compañeras que en cuanto necesitan el mango se van a los medios comerciales o tienen que interrumpir su tarea», concluye Antonini.