Por Carlos Saglul | Mientras se formaban largas filas para pegarle al ex presidente Eduardo Duhalde por sus declaraciones mencionando la posibilidad de un golpe de Estado, Infobae publicó una nota bajo el título “La Casa Blanca prepara una ofensiva diplomática por el DNU que congela las tarifas, Internet y cable”. El portal, que siempre se ha caracterizado por contar con muy buenas fuentes en la embajada de los Estados Unidos, se refirió así a la medida del presidente Alberto Fernández que, como sucede en muchos países caracterizados como democráticos, tuvo en cuenta a la comunicación como un derecho humano cuya prestación debe ser considerada un servicio público. La nota firmada por Román Letjman -quien tuvo un espacio periodístico central en Radio Nacional durante la administración de Mauricio Macri- señaló que “una copia del DNU fue enviada traducida al inglés por la embajada de los Estados Unidos para que Donald Trump ordene qué acciones ejecutará contra la inesperada intervención de Alberto Fernández”. La información obviamente, no fue desmentida desde su origen, la embajada de los Estados Unidos.
Héroes de la guerra que no fue
En razón de que son demasiado distraídos, o quizá se hacen, los funcionarios que salieron a cruzar a Eduardo Duhalde y sus declaraciones resaltaron “el compromiso democrático de nuestras Fuerzas Armadas”. La misma institución desde donde días después salió un tuit que decía “#UnDíaComoHoy, pero de 1975 el subteniente Rodolfo Berdina y el soldado Ismael Maldonado ofrendaron su vida en cumplimiento del deber militar en el #CombateDePotreroNegro, provincia de Tucumán. #HonrarElValor #AliviarElDolor #CumplirConLaPatria #SomosElEjército”. No es una cuestión opinable sino un dato histórico que el combate contra la guerrilla en Tucumán fue una ficción. Se trató de un genocidio centrado en la población civil. La estrategia seguida adelante por el Ejército consistió en rodear a la guerrilla, cortarle sus posibilidades de abastecimientos hasta asfixiarla. Se evitó subir al monte para dar combate. Las inversiones en acción social, obras públicas -como puentes que se levantaban de la noche a la mañana y se derrumbaron a los pocos meses- y fundación de nuevos pueblos fueron moneda corriente. Al tiempo se secuestraba, torturaba y asesinaba a quién pudiera tener algún asomo de pensamiento crítico. En ese marco la muerte del subteniente Rodolfo Berdina caído en un tiroteo accidental entre militares fue presentado como una baja en combate. “Los homenajeados, Señor Ministro, no fueron héroes que pelearon en una guerra, como pretende insinuar dicho recordatorio. Integraron una de las tantas fuerzas de tarea del Ejército cuya función central fue ocupar el territorio provincial, secuestrar personas, trasladarlas a centros clandestinos de detención, torturarlas y en muchas ocasiones ejecutarlas y desaparecerlas y en otras dejarlas en libertad. Esas fuerzas de tarea de las cuales Berdina y Maldonado formaban parte secuestraron alrededor de 400 personas en Tucumán, ello implica alrededor de entre el 30 y 45% total de las víctimas del terrorismo de Estado de nuestra provincia”, señalaron los organismos de derechos humanos.
Los golpes como los conocimos en los setenta ya son historia. Pero no por el grado de conciencia democrática de nuestras Fuerzas Armadas sino porque Estados Unidos cambió su metodología de influencia regional. Es hipócrita desconocer el origen de la Doctrina de Seguridad Nacional. Las dictaduras en todo el continente durante los setenta hubieran sido imposibles sin el respaldo del Departamento de Estado. La crisis actual hay que verla en un contexto continental.
El águila no pierde las mañas
Con el paso del tiempo el águila puede cambiar la forma de cazar pero no pierde la ferocidad. Evo Morales debió marchar al exilio, Rafael Correa otro tanto, Lula da Silva pasó una larga temporada en la cárcel. Hoy, la Doctrina de Seguridad Nacional que convirtió a las Fuerzas Armadas en tropas de ocupación fue reemplazada por el control de los medios de comunicación y una Justicia corrupta que reina en medio de una impunidad generalizada donde los grupos económicos concentrados, sus aliados del Norte, tratan de convencernos que somos un país pobre cuando, en realidad, nos saquean a diario.
Eduardo Duhalde le recordó a Alberto Fernández que todavía es posible “gobernar con consenso”, como con hipocresía se le llama al ponerse al servicio del poder económico traicionando los intereses las mayorías. Fue quizás el último aviso. Lo que siguió después, se nota ya demasiado. Los procesos de destitución no comienzan el día en que fuerzan la renuncia del Presidente que cometió el “delito de honestidad” con quienes confiaron en él, lo meten preso o lo secuestran en medio de un motín policial.
El desgaste es lento. Se trata fundamentalmente de mostrar que “nadie gobierna”. La policía hace huelga. Cinco chetos -que por supuesto esperan que estén los móviles de la tele para mostrarlo- ponen en fuga a la cana y la prefectura, las dos fuerzas juntas. Un loco arroja una molotov al amanecer contra la residencia presidencial. Los legisladores opositores dicen que piensan asistir al Congreso solo si tratan las leyes que le gustan. Hay “toma generalizada de propiedades motorizada por agrupaciones afines al gobierno”. La inseguridad crece. “No se respeta la propiedad privada”. Clarín informa y mucha gente le cree, dicen que dicen, que los trastornados que quemaron barbijos en Plaza de Mayo son en realidad tipos disfrazados de La Campora.
Generalmente, los presidentes de los Estados Unidos siempre se dedicaron a mandar tropas al Tercer Mundo en nombre de la democracia. A Donald Trump, las apariencias le importan poco. Parado sobre una economía que se cae a pedazos, más de 190 mil muertos por la pandemia, el actual jefe de Estado, se juega la reelección apostando al miedo y el odio racista. Frente a un conservador y desteñido contrincante se proclama como “la última barrera contra el socialismo”. El American way of life, se cae a pedazos, la decadencia parece llegar con un final a toda orquesta. La pregunta es: ¿Qué se llevará con él en la caída?